A través de la presente carta, las y los militantes que conformamos la regional de La Plata, Berisso y Ensenada del Nuevo MAS (Movimiento al Socialismo) queremos poner en público conocimiento que ya no formamos parte de dicha organización. Los hechos que llevaron a esta situación son de larga data, pero la resolución que hemos tomado se vio forzada en las últimas semanas por un creciente clima de hostilidad interna por parte de la dirección del partido, que decidió que ya no había ninguna posibilidad de continuar procesando las diferencias políticas que vienen existiendo desde hace algunos años. Es decir, la dirección nos impuso un ultimátum que hizo imposible que la regional pueda seguir dentro del partido. 

Por medio de este comunicado decidimos presentar al conjunto de los trabajadores y la militancia socialista los hechos, los debates y las razones que nos llevaron a tomar esta decisión. 

Los hechos y debates

Desde el inicio de la pandemia la dirección del Nuevo MAS decidió dar un giro en el tipo de proyecto político-constructivo que edificó al partido desde su fundación hasta el Congreso Nacional del 2018. Todos esos años se buscó construir una organización que articule de forma coherente la tradición teórica del marxismo revolucionario, el balance crítico de las revoluciones del Siglo XX y la ubicación política en relación a la lucha de clases con una construcción partidaria de tipo leninista. La preocupación de fundar un partido basado en las enseñanzas de los aciertos y de los errores de las experiencias revolucionarias del Siglo XX estaba en el ABC del nuevo proyecto constructivo. 

Este giro se expresó en el debate que se desarrolló en el Plenario Nacional de diciembre de 2021, en donde la dirección del partido llevó un planteo donde mezclaba de forma confusa la necesidad de impulsar el “frente único” para la intervención política con la idea de impulsar “agrupaciones amplias sindicales”. En los hechos, lo que estaba postulando sin decirlo explícitamente era una re-orientación en la lógica de construcción partidaria. De una lógica de partido de vanguardia leninista a un partido de “agrupaciones amplias sindicales” o “frentes de masas” que se dedique a la obtención de “representaciones sindicales e institucionales”. 

Sin embargo, quienes integramos la regional La Plata no estuvimos de acuerdo con esa nueva orientación y sostuvimos que el partido debía seguir desarrollándose con la perspectiva de ir hacia un partido de cuadros, leninista, de vanguardia, como se votó en el último Congreso del partido (diciembre de 2018) en donde se señalaba que “Los partidos revolucionarios son, hasta cierto punto, partidos de vanguardia, partidos que se construyen entre lo más avanzado de los trabajadores, la juventud y las mujeres” (Documento del Congreso 2018). Esto implica, para los primeros estadios de acumulación partidaria, empezar por construirnos en la vanguardia de la juventud para ir desarrollando una estructura militante sólida desde donde poner en pie un partido político integral que se vaya insertando en el movimiento obrero y los distintos ámbitos de actividad en los que se expresa la vanguardia. De hecho, en el último Congreso se sostuvo que de los tres déficits que aún arrastraba el partido, falta de extensión y territorialidad, falta de cuadros y el problema de la transversalidad y la centralización, marcábamos que el problema era que el partido tenía más base que cuadros: “la falta de cuadros es la carencia más estratégica del partido” (Documento del Congreso Nacional 2018) y que una organización que se precie de vanguardia tenía que tener más cuadros que base.

Así, el debate se dio, como ya señalamos, en el Plenario de Diciembre de 2021 y quedó manifestado con claridad en las distintas intervenciones de los militantes: una orientación constructiva que ponía el acento en la construcción de partido leninista de cuadros y otra en un partido de “agrupaciones amplias”. Al finalizar el Plenario, se concluyó que ambas posturas iban a seguir coexistiendo y debatiéndose, en el marco de una común ubicación política. Es importante destacar en este punto que lo que quedó plasmado en las resoluciones del Plenario fue centralmente impulsar la necesaria política del frente único para la lucha de clases, y no que el partido iba hacia un giro constructivo como se intentó “colar” en el debate. Es decir: no había una discrepancia política sino constructiva que era necesario seguir procesando de manera abierta y democrática en los espacios internos. 

Sin embrago, los hechos fueron muy distintos. Pocos meses después, al comenzar el año 2022, la dirección del partido utilizó un episodio político estudiantil para acusar a la dirección de la regional La Plata de “romper la disciplina” partidaria, y así justificar el desplazamiento del principal dirigente de la regional. Acto seguido, la dirección del partido resolvió intervenir la dirección de nuestra regional, quitar a la mayoría de los miembros de su dirección, tomando el control político. Todo quedaba muy claro: no había intenciones de seguir procesando el debate del Plenario Nacional, sino que existía una decisión política de suprimirlo mediante la intervención de la regional “disidente”.

Desde entonces, la regional pasó a quedar intervenida por dos miembros de la dirección nacional, quienes iniciaron un proceso por el cual, los interventores, buscaron que apliquemos el nuevo giro político-constructivo. Pero quienes conformamos la regional de La Plata no fuimos convencidos de abandonar la estrategia clásica de construir un partido leninista de vanguardia, para en su lugar dedicarnos a hacer sindicalismo estudiantil y construir un partido de “frentes de masas”. 

Pese a estas diferencias constructivas, siempre mantuvimos nuestra militancia orgánica en el seno del partido, aplicando todas las resoluciones votadas en el último Congreso Nacional y en los máximos organismos de toma de decisión, buscando continuar, sobre esa base, con los debates iniciados en el Plenario Nacional de diciembre de 2021. Si hoy nos vimos forzados a tomar esta decisión política es porque, además de que la dirección suspendió indefinidamente las instancias nacionales de debate, los pocos espacios orgánicos se volvieron de intensa hostilidad, agravios y descalificaciones hacia la dirección de La Plata socavando los marcos democráticos de deliberación, e incluso más, imponiendo un clima general donde no se permite ninguna opinión en disidencia. 

Un giro desesperado por obtener “éxitos”

¿Qué entendemos que llevó a este cambio de orientación constructiva? El intento de resolver los problemas de construcción y crecimiento partidario por la vía de la “obtención de éxitos” políticos rápidos, esto es, de tener resultados inmediatos, concretos y palpables en algún terreno que permitan capitalizarlo y así dar un salto en su desarrollo. Esta nueva preocupación comenzó a teñir las distintas esferas de intervención partidaria, desde la construcción en el movimiento obrero, pasando por el “nuevo perfil” en el movimiento estudiantil hasta el tipo de campaña electoral. Se fue instalando en el partido una nueva lógica de construcción. 

En el movimiento obrero este giro se expresó en el creciente abandono de focalizar la construcción en los sectores más estratégicos y orgánicos (industria, servicios, estatales y docentes), que implican un esfuerzo de construcción y acumulación a largo plazo, donde los resultados palpables no llegan de un día para otro, sino como producto de un trabajo sistemático y paciente. En su lugar, y con la lógica de obtener un “éxito” rápido, se resolvió impulsar la construcción de un sindicato entre los trabajadores de reparto por aplicación, al día de hoy un sector que carece de representación sindical. Sin embargo, esta iniciativa en sí misma correcta, se llevó a cabo con una lógica completamente sustituísta, ajena a la de un proceso real de organización y lucha de los trabajadores por sus derechos, centrando todo en la obtención de la legalidad sindical en lugar de la organización para lucha y desde ahí la conquista de una organización sindical. En los hechos, todo este esfuerzo militante implicó un abandono de la atención de los sectores estratégicos, y tuvo como consecuencia casi la desaparición de la Corriente Sindical 18 de diciembre, apuesta constructiva del partido para jerarquizar el trabajo en el movimiento obrero estratégico. En nuestra regional los interventores pretendieron dar este giro expulsando de la mesa regional a los responsables de las agrupaciones de trabajadores, y queriendo desmontar el trabajo político en Ensenada, zona estratégica de concentración obrera, para que la militancia se dedique a construir el sindicato de reparto por aplicación. 

En el movimiento estudiantil el giro se dio hacia un sindicalismo estudiantilista, donde se puso el foco en una política que busca “resolverle los problemas concretos” a los estudiantes, en lugar de construir agrupaciones políticas que organicen al estudiantado para la lucha por sus derechos y la transformación socialista de la sociedad. Un giro completamente adaptado a las prácticas de las corrientes reformistas donde lo central pasa a ser la “atención gremial” de los estudiantes, complementada con campañas ideológicas. Un tipo de construcción que no busca organizar a lo más avanzado de los estudiantes, sino de “representar” al conjunto, táctica constructiva opuesta por el vértice a la lógica de construcción leninista de partido de vanguardia. De ahí que la preocupación central en el movimiento estudiantil pase hoy por ganar centros de estudiantes y cargos institucionales, habiéndose transformado casi en un fin en sí mismo. 

Esta nueva lógica de pretender “obtener éxitos” rápidos se expresó también en el terreno táctico en la última campaña electoral del 2023. En una campaña presidencial, en medio de una crisis histórica, el partido centró toda su política en la consigna reivindicativa de $500 mil de salario, buscando transmitir la idea de que votando a nuestros candidatos podíamos “conseguir” esa reivindicación. Una campaña completamente adelgazada políticamente en un contexto de fuerte polarización política, de cuestionamiento por extrema derecha, que requería de una clara contrapartida por izquierda que ofrezca una propuesta global frente a la crisis del peronismo y la salida derechista. Quedó sin ningún lugar la idea de una salida alternativa de los trabajadores, con un programa de consignas transicionales para salir de la crisis, esto es, un planteo político integral, no sindicalista y estrecho, en medio de una crisis histórica. 

Un giro político a contramano del balance estratégico del Siglo XX

El grave problema político de esta nueva orientación es que va profundamente a contramano del balance y las enseñanzas que dejaron las revoluciones del Siglo XX, las cuales son los cimientos estratégicos de la Corriente Internacional “Socialismo o Barbarie” y del Nuevo MAS.  Ideas sintetizadas en una premisa estratégica: que el proceso de transición socialista no puede hacerse sustituyendo a la clase trabajadora por otras clases, fracciones de clases y/o aparatos políticos, como creyeron y siguen sosteniendo muchas corrientes del marxismo revolucionario y del trotskysmo como los partidos que integran el Frente de Izquierda-Unidad en Argentina. 

Un nuevo proyecto político socialista tiene que partir de un presupuesto central basado en el balance histórico, esto es, que el centro de toda la política es que la clase trabajadora tome de forma consciente en sus manos el proceso de la revolución y de la transición socialista. Y para que este balance y sus conclusiones políticas puedan hacer mella en los procesos políticos por venir tienen que condensarse, que concentrarse, en el proyecto político que impulse la lucha socialista, esto es, el partido. Para que el balance histórico no quede sólo como una teoría desligada de la práctica, había que ponerlo como sello de construcción de una nueva organización revolucionaria, de un nuevo tipo de partido que le diga con claridad a los trabajadores que son ellos mismos los que tiene que organizarse, luchar, politizarse, en fin, erigirse, como objetivo, en los nuevos dirigentes de la sociedad. Un esfuerzo de traducción de la “teoría” a la “construcción”, para nada sencillo, que forjó al partido en su momento y que con la nueva orientación se abandonó por completo. 

El partido en tanto instrumento político para la lucha por la revolución y el socialismo tiene que, necesariamente, asimilar conscientemente los balances del pasado para construirse teniendo esos parámetros. De lo contrario se construye un partido para un proceso político que no tenga esta tarea central, que no luche por la centralidad consciente de la clase trabajadora en el proceso revolucionario. Pero la nueva orientación de la dirección del partido, de espaldas a la construcción en lo más orgánico de la clase obrera, centrada en pretender obtener “éxitos” sindicales, en impulsar “frentes de masas” estudiantiles, se aleja de la construcción de un partido que tenga esa tarea histórica. Esta práctica termina, en última instancia, instalando la idea que la dirección de los trabajadores y estudiantes se puede obtener mediante maniobras de aparato escindidas de cualquier grado de comprensión y avance de la lucha, la organización y la conciencia. Una deformación práctica de lo que debería ser la pelea política por la dirección. Si bien se presenta este giro como un intento de ganar terreno para combatir el aislamiento político que ejercen el resto de las organizaciones de izquierda contra el partido, la realidad es que terminó de hecho cristalizando en una concepción y anatomía distinta del tipo de organización. 

Por otro lado, y tan importante como la anterior, es que un partido que luche por un verdadero gobierno de la clase trabajadora, basado en sus propias instituciones y organismos de poder, si pretende que ese nuevo Estado de transición sea lo más democrático que las circunstancias lo permitan, tiene que ir forjando un tipo de partido y de funcionamiento lo más democrático que la lucha de clases y la situación política lo permitan. Nos referimos al centralismo democrático, un régimen de organización en donde al mismo tiempo que al interior del partido hay democracia interna para debatir y tomar decisiones, se funciona con una unidad lo más estricta en la acción. Pero resulta que ya hace unos años, en particular desde el Plenario Nacional de 2021 y la posterior intervención de nuestra regional, el clima de deliberación interno se volvió de creciente hostilidad hacia la dirección de La Plata y de una paulatina y sistemática marginación de los ámbitos de toma de decisión. Es decir: toda una política que buscó aislarnos en los espacios internos, hasta con acusaciones mentirosas y lamentables por lo bajo, tratando de instalar todo tipo de intrigas. Todo con el objetivo destructivo de intentar deslegitimarnos hacia el conjunto de la militancia partidaria. En definitiva, una serie de prácticas políticas contrarias a los principios de camaradería política entre militantes socialistas.  

Una perspectiva para derrotar la ofensiva capitalista de la extrema derecha

En los últimos años el capitalismo entró en una nueva etapa de mayores convulsiones producto de una acumulación de múltiples crisis sin resolver. A diferencia del período político que va desde finales del Siglo XX y las primeras dos décadas del Siglo XXI, el mundo actual expresa tendencias en donde crecen las guerras, las crisis económicas y los enfrentamientos de clase. Del equilibrio capitalista internacional pasamos a un desequilibrio permanente que viene incubando un incremento de la lucha de clases y mayores grados de polarización política, con cimbronazos de extrema derecha en Europa, India, América Latina y EEUU, pero también con procesos de rebelión y recomposición de los trabajadores y la juventud históricos como en EEUU. 

En los últimos meses el epicentro de la lucha clases está en la creciente movilización internacional en solidaridad con el pueblo palestino, que viene sufriendo una guerra de genocidio por parte del Estado de Israel. Una lucha que suma a nuevas generaciones que ven la brutalidad de un Estado asesino y recuperan métodos de acción históricos como las ocupaciones y acampadas universitarias, logrando cuestionar el “consenso sionista” y transformando la lucha por una Palestina libre en una causa de la humanidad. 

Como parte de la ofensiva de extrema derecha internacional, en Argentina el gobierno de Milei busca destruir toda una serie de derechos sociales y políticos que la clase trabajadora conquistó con años de enormes luchas. Para eso busca doblegar las fuerzas organizadas de los trabajadores, mediante la represión y la persecución política, con el objetivo de avanzar en todo tipo de contrarreformas antiobreras, quita de libertades democráticas y aumentar aún más las condiciones de hambre, explotación y opresión de la población. 

Sin embargo, como las relaciones de fuerzas forjadas en el Argentinazo del 2001 no fueron derrotadas, desde que asumió el gobierno se tuvo que enfrentar con enormes demostraciones de fuerza de los trabajadores y movimientos sociales como el primer Paro General, las masivas movilizaciones del movimiento de mujeres y disidencias el 8 de marzo, por los derechos humanos y por los 30.000 detenidos-desaparecidos el 24 de marzo. Y luego el 23 de abril con más de 1 millones personas en todo el país en defensa de las universidades y la Educación Pública. Un masivo proceso de respuestas desde abajo, a pesar de las direcciones burocráticas de la CGT y CTA y el peronismo que quieren darle gobernabilidad a Milei, como quedó demostrado al no llamar al Paro General el día del tratamiento de la Ley Bases en el Senado, lo que hubiera sido una muy superior y contundente respuesta obrera y popular. 

Para superar estas trabas que impone la burocracia sindical y el callejón sin salida de la crisis del peronismo, la tarea insoslayable sigue siendo impulsar la organización desde abajo, independiente, clasista y antiburocrática de los trabajadores y estudiantes, para crecer en fuerzas para frenar los ataques reaccionarios de Milei y preparar la derrota en las calles de todo el gobierno. Sólo así podrá colocarse en el futuro próximo una salida a favor de los trabajadores y las mayorías sociales. 

En defensa de nuestras ideas socialistas

Por todo esto quienes conformamos la regional La Plata nos retiramos del Nuevo MAS para continuar luchando por nuestras ideas socialistas y por una práctica política y constructiva consecuente con esas ideas. Insistimos: la lucha por el socialismo es inseparable de la puesta en pie de un partido que se nutra de forme consecuente de las enseñanzas de las revoluciones Siglo XX. Un partido que se construya para ser parte de la dirección de un nuevo período histórico donde realmente en las revoluciones que el mundo convulsionado actual está incubando esté la clase obrera como protagonista. 

En defensa de las libertadas democráticas. Por la libertad inmediata y desprocesamiento de todos los presos políticos del gobierno reaccionario y antiobrero de Milei.

Basta de opresión y genocidio contra el pueblo palestino. Por una Palestina libre, democrática, laica y socialista.

Por la organización internacional de los trabajadores, las mujeres y la juventud para derrotar la ofensiva capitalista de la extrema derecha.

Por la construcción de un partido socialista y revolucionario de los trabajadores y explotados y oprimidos.

Por la revolución socialista y el gobierno de los trabajadores y el pueblo.

20 de junio de 2024, Ciudad de La Plata, Buenos Aires, Argentina.

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