Les jóvenes estudiantes del Centro Político Cultural Estación Obrera consideramos que la izquierda tiene que apostar a la irrupción del movimiento estudiantil de manera independiente, recuperando los métodos históricos asamblearios y de lucha. Por eso, presentamos un balance del proceso de lucha que se dio bajo el Gobierno de Milei, del rol de las conducciones burocráticas y de las posiciones de la izquierda.
La juventud viene de protagonizar a nivel mundial grandes luchas contra la barbarie capitalista, un ejemplo de ello es la solidaridad con el pueblo palestino que se expandió por todo el mundo, que se expresó con las tomas estudiantiles de universidades en EE.UU., así como también fueron las movilizaciones en Francia contra la reforma antiobrera de Emmanuel Macron y la extrema derecha de Marine Le Pen. Estas luchas, son una muestra de que la juventud, especialmente les estudiantes, empiezan a ser protagonistas, recuperando sus métodos históricos, politizándose y peleando junto al resto de los explotados y oprimidos.

En sintonía con esto, desde nuestra juventud estudiantil en la UNLP en el Centro Político y Cultural Estación Obrera, peleamos por que el movimiento estudiantil se organice de manera independiente y sea un actor central en la lucha contra el plan de Milei y en defensa de la educación pública. De esta manera, impulsamos clases públicas desde abajo, le exigimos a los centros de estudiantes y a la Federación Universitaria de La Plata (FULP) que haya asambleas y en la marcha educativa del 23 de abril, les peleamos porque les estudiantes juguemos un rol protagónico y no quedemos detrás de los rectores. Para sumar a esto, es que impulsamos la campaña “Mayo rebelde”, en la que retomamos la experiencia del Mayo Francés y del Cordobazo en Argentina, para compararla con lo que estaba sucediendo a nivel mundial en las tomas por Palestina, con la intención de aportar elementos para la politización y radicalización del estudiantado y que, así, retome sus históricos métodos de lucha, el camino que marcaron las luchas en EEUU y Europa, y salga a pelear por sus derechos contra el gobierno reaccionario de Milei.
En ese marco, proponemos hacer un aporte acerca de cuáles son las tareas que tiene el movimiento estudiantil y las que tienen que impulsar las agrupaciones de izquierda.
Una marcha histórica, sin el movimiento estudiantil a la cabeza
Si bien la marcha federal universitaria del 23 de abril fue una marcha histórica, en la que participaron un millón de personas, les estudiantes aportamos el cuerpo, pero no su dirección. Convocada por arriba, por los rectores, y acompañada por las direcciones burocráticas de docentes y estudiantiles, el estudiantado no tuvo ni voz ni voto en la organización de la marcha. No hubo proceso asambleario, no se expresó su programa ni sus reivindicaciones, no decidió el cómo y ni el cuándo de absolutamente nada.
Para muchos estudiantes fue su primera marcha, incluso para estudiantes de años de carrera avanzada, debido a que, desde la pandemia hasta este año, el movimiento estudiantil estuvo fuertemente paralizado. Los dos años sin clases presenciales, sumado a la profundización de elementos de individualismo (podía estudiar quien tenía comodidades en sus casas) generaron un corte histórico en el accionar del movimiento estudiantil. Esto se vio reforzado por el accionar de las agrupaciones estudiantiles que conducen nuestros centros y federaciones (nucleadas en las fuerzas de los partidos patronales, el radicalismo y el peronismo), que abonaron a la despolitización y desmovilización, y no pelearon por condiciones para la virtualidad, ni mucho menos por la vuelta a la presencialidad en condiciones seguras. Durante el 2022 y 2023, profundizaron de manera consciente la no participación de les estudiantes. Toda su política fue, y es, representar a les estudiantes mediante la resolución aparente y superficial de sus problemas, lo que en los hechos no es más que administrar la miseria del presupuesto. Esta situación le abrió paso en la universidad al crecimiento de las agrupaciones más de derecha, como la Franja Morada, y permitió que sectores de la juventud vieran en Milei un alternativa a sus problemas.
Desde que arrancó el año, frente a los ataques del gobierno reaccionario de Milei, no hicieron más que profundizar esta política. Por ejemplo, en la UNLP se conformó el Frente Gremial entre las direcciones docentes, no docentes y estudiantiles (Adulp, Atulp y FULP), que tuvo una definición consciente para hacer que el estudiantado no entre en escena. Sólo convocaron a acciones simbólicas que decidieron ellos en una mesa chica y entre cuatro paredes. A su vez no existió ninguna acción impulsada por el movimiento estudiantil que contenga una agenda específica con nuestros reclamos.
Además, en la marcha educativa del 23 de abril, la definición de los rectores y el Frente Gremial fue que las columnas estudiantiles entraran últimas a la plaza. No querían que les estudiantes como colectivo consciente encabecemos la lucha, amparándose en discursos como “la juventud se volvió de derecha”, que sólo “quiere estudiar”, pero la realidad, es que son ellos mismos los que abonan a la despolitización cuando no generan las instancias reales para la politización y la participación.
Concretamente, los centros de estudiantes y la FULP, no nos dan voz ni voto y eso se debe a que le tienen miedo a les estudiantes. Ellos saben que cuando este movimiento se pone de pie, como en los 60, en el 2001 y en las tomas de 2018, puede desbordar a las propias conducciones burocráticas, sacarlos de nuestros gremios y erigirse en un movimiento con irrupción nacional que, acompañando otras luchas, logre cuestionar por izquierda al régimen entero que ellos pretenden darle estabilidad.
Unidad de trabajadores y estudiantes para ganar
Esta movilización histórica puso un límite y logró frenar el desguace que pretendía Milei, pero los salarios docentes siguen por el suelo y las condiciones de vida y estudio se hacen cada vez más difíciles. No hay soluciones para los miles de estudiantes que se ven forzados a dejar sus estudios, y para un desafío tan grande como ese ¡tiene que entrar en escena el movimiento estudiantil para pelear por salario y porque ningún pibe se quede afuera de la universidad!
Pese a esto, las direcciones no generaron un plan que le dé continuidad a la lucha, ni convocaron asambleas donde debatir balances y perspectivas de esa experiencia reciente, y así la lucha sufrió un impasse en el que todavía nos encontramos. Actualmente, quienes están luchando son los docentes y trabajadores de la Universidad por su salario que, por decisión de las conducciones burocráticas del Frente Gremial, no buscan la unidad real entre docentes y estudiantes. El cuatrimestre que viene, urge la necesidad de que se dé esa unidad para que no nos dividan, en el que se establezca un plan de lucha real por el salario, condiciones de estudio y también por tirar abajo el plan de Milei.
Los desafíos del movimiento estudiantil y las tareas de la izquierda
La tarea hoy es impulsar la autoorganización del movimiento estudiantil, de manera independiente, para pelear, tanto por la educación pública, como contra el plan general reaccionario de Milei. Para esto es importante sacarnos de encima a estas conducciones que no están dispuestas a defender hasta el final los derechos estudiantiles y hacer un movimiento solidario con las causas de los explotados y oprimidos.
En ese marco, queremos dar un debate al conjunto de la izquierda sobre su rol. Como la mayoría sabe, venimos de un proceso de ruptura con nuestra ex organización “Ya basta – Nuevo MAS”, debido a su giro hacia una lógica que busca que la izquierda sea la representante de les estudiantes y no la que impulsa la lucha y la autoorganización de los mismos.
Estos debates son necesarios en el seno de la izquierda a razón de que somos quienes tenemos la responsabilidad de que el movimiento estudiantil irrumpa en escena y se transforme en un sujeto clave en la lucha contra el gobierno de Milei. En la última nota estudiantil de la juventud del PTS, se plantea que la única alternativa para la juventud es hacerse socialista porque se demostró que el peronismo fracasó en su intento de ser una alternativa progresista para les jóvenes, y dice que la tarea de la izquierda, es “fortalecer una izquierda de la clase trabajadora, las mujeres y la juventud para derrotar a Milei y pelear por construir un proyecto socialista (…) Todas las iniciativas que desarrollamos desde el PTS apuntan a involucrar a cada vez más jóvenes, estudiantes y trabajadores en la construcción de esa fuerza social, que se autoorganice desde abajo y democráticamente para funcionar como un cerebro colectivo que pueda dar respuestas a los desafíos que se nos presentan”.
Si bien compartimos la necesidad de convencer a la juventud para el socialismo, nos parece que la experiencia con el peronismo, no es tan simple, y que se dificulta mucho más si se encara con la actitud de un sectarismo incorregible, como la que trae esta corriente que se niega sistemáticamente a pelear por la unidad de acción con esos sectores cuando la situación lo amerita. En una nota reciente, que escribieron sobre nuestra ruptura, nos cuestionan que no denunciamos el supuesto “oportunismo k del Nuevo MAS” por haber movilizado en la marcha de repudio al atentado contra la ex vicepresidenta. No se sabe cómo el PTS pretende ganar a la juventud para el socialismo y lucha contra Milei, sin pasar por una experiencia real con el peronismo, ya que es en la calle donde se enfrenta a la derecha junto a los y las trabajadoras y luchando codo a codo es que podemos dar los debates. Solo buscan diferenciarse, sin que medie una experiencia de conjunto.
Pero volviendo a la cita, cuando el PTS habla de construir una gran fuerza social, lo que quiere decir es que la fuerza social son ellos. No ven la necesidad de que avance el estudiantado como movimiento, ni mucho menos se apoya en los sectores más avanzados para empujar y desbordar las conducciones burocráticas, lo que también permitiría fortalecer las agrupaciones de izquierda. Al PTS no le preocupa que el movimiento estudiantil aparezca como un sujeto independiente. Por eso, tenían como discurso que la Marcha Educativa era una movilización “para descomprimir porque era una moneda de cambio de los radicales para votar la ley de bases”, como dijeron en una asamblea de la Facultad de Humanidades. Su política fue la de denunciar la marcha antes de que se realice, en vez de exigir y jugarse a desbordar esas conducciones. En definitiva, se dedican a ir a los procesos no con una política que favorezca el desarrollo del movimiento, sino a expensas del movimiento.
Por su parte, la UJS – Partido Obrero (al igual que ahora el NMAS) en su última declaración estudiantil de la UNLP planteó que lo central de la política de la izquierda es recuperar centros de estudiantes: “Para liberar el máximo potencial del movimiento estudiantil hay que luchar por arrancarle el chaleco de fuerza que significa la burocracia estudiantil al frente de las organizaciones estudiantiles”. Es preciso destacar que, como desarrollamos en la nota, sí estamos de acuerdo en la necesidad de recuperar los centros de estudiantes y en que, una de las principales trabas para el movimiento estudiantil son las conducciones burocráticas, porque hacen todo lo posible para que no haya irrupción de manera independiente. Ahora bien, el problema, es que esa posibilidad para la izquierda revolucionaria y el activismo, llega después de todo un proceso de lucha y desborde cuya culminación puede ser la recuperación de los centros. Recordemos que así se dio después de la rebelión del 2001 en la UBA, en la que la izquierda recuperó la federación universitaria que estaba en manos de la Franja Morada. Lo mismo en nuestra universidad, cuando la izquierda ganó el centro de estudiantes de Artes en el 2007, luego de un proceso de tomas de la Facultad contra la conducción burocrática del PCR. Es decir, sin la experiencia de las masas con sus representaciones actuales, cuyo proceso sólo es posible en la lucha y la politización, es muy difícil recuperar centros. Salvo que la izquierda se dedique a hacer sindicalismo, al igual que las corrientes reformistas, y busque representar el nivel de conciencia que existe en la masa estudiantil y así ganar centros. Por eso, la finalidad de la izquierda no puede ser ganar el centro de estudiantes en sí misma, sino que sea una herramienta para la autoorganización de los estudiantes al servicio de sus necesidades y de las de los trabajadores.

Por todo esto, desde nuestra agrupación estudiantil en la UNLP, nucleada en el “CPC Estación Obrera” creemos que la principal tarea de la izquierda es impulsar la organización independiente de los y las estudiantes para la lucha y desde ahí construir agrupaciones políticas que organicen a aquellos estudiantes que se interesan por la causa de Palestina, que fomente la formación política, que promueva el tejer alianzas con las luchas obreras, que impulse con todo el apoyo a la lucha docente al tiempo que desenmascare las burocracias que nos dividen. Con esos objetivos es que peleamos por arrancarle asambleas a las conducciones burocráticas, porque son la forma central para la politización y democratización de los espacios. Son las conducciones de estos centros las que tienen la responsabilidad y que, si realmente quisieran, podrían convocar a miles de estudiantes. Pero como no quieren, la izquierda tiene que pelear por imponerles esta política, forzar a las conducciones a llamar a asambleas, para que desde ahí aparezca un plan de lucha acorde a las circunstancias, y en caso de que no lo hagan, denunciarlos y preparar el desborde.
Estamos en una coyuntura con un Gobierno que no está dispuesto a negociar, pero con una juventud que empieza a romper con la inercia que le impuso la pandemia y que va en creciente politización y organización. En este proceso de exigencia y denuncia, se procesaría la posibilidad del desborde, es decir, se haría la experiencia con las conducciones del peronismo que se pintan de luchadores, pero en lo concreto, frenan las luchas y la politización. Hay una oportunidad para la izquierda y el activismo, siempre y cuando se comiencen a procesar estos debates de manera abierta y fraterna.
Aye Carranza









