Seguimos luchando por el socialismo.

Este miércoles se cumplen 49 años de la Masacre de La Plata, en la que las bandas parapoliciales de la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A) asesinaron a 8 militantes del Partido Socialista de los Trabajadores (PST), que ahora son parte de nuestra tradición histórica como organización.

Este hecho se dio en el marco de un alza en la lucha de clases a nivel nacional e internacional durante la década de los 70, que tuvo como protagonista a una vanguardia forjada al calor del Mayo Francés, en 1968, y del Cordobazo, una gesta de heroísmo obrero que hirió de muerte a la dictadura de Onganía en 1969. 

En este período surgió un sector independiente dentro de la clase obrera que comenzaba a desarrollarse por fuera del peronismo y que disputaba la conciencia de los compañeros. Esto dio lugar al desarrollo de corrientes clasistas caracterizadas por la democracia de base y las acciones directas que lograron desbordar a la burocracia sindical en varias oportunidades. Este ejemplo fue una chispa también dentro de la juventud que ya no solo veían un norte en la experiencia cubana sino también en el Cordobazo, proceso profundamente obrero.

“¡Que cagazo, obreros y estudiantes, como en el Cordobazo!”

En ese contexto, el ajuste que llevaba adelante Isabel Perón como presidente, con el plan económico de Celestino Rodrigo, hombre de López Rega, que incluían devaluación, tarifazos, tope a las paritarias y licuación de los salarios, se encontró con una fuerte resistencia obrera que llevaría a su renuncia luego de unos meses.

La ciudad de La Plata fue uno de los puntos centrales de la conflictividad. Se encontraba atravesada por diversas luchas en lugares de trabajo, como en la siderúrgica Propulsora y el Astillero Río Santiago, entre otras, que darían nacimiento a las Coordinadoras Interfabriles, y también por conflictos estudiantiles de los secundarios, como la lucha por el boleto, y de los universitarios.

Uno de las luchas más significativas de la región fue la huelga de la fábrica textil Petroquímica Sudamericana (actual Maffisa) que venía de imponer un aumento salarial y un nuevo convenio en el año 1974, y que en Agosto de 1975 sus trabajadores resolvieron ocupar la fábrica y ponerla en funcionamiento frente al lock out que buscaba imponer la patronal.

La Masacre de La Plata

Durante esa ocupación los compañeros y compañeras del PST llevaron adelante una campaña en apoyo a los trabajadores de Petroquímica Sudamericana que incluía un fondo de huelga para ayudar a sostener la medida de lucha. Durante la noche del 4 de septiembre de 1975 partieron en un auto hacia la fábrica una delegación de 5 militantes: Roberto “Laucha” Loscertales, obrero del Astillero Río Santiago, quien había sido dirigente estudiantil en la Facultad de Ingeniería de la UNLP; Adriana Zaldúa, trabajadora del Ministerio de Obras Públicas y referente estudiantil en la Facultad de Arquitectura de la UNLP; Héctor Frigerio, delegado del Ministerio de Obras Públicas; Ana María Guzner Lorenzo, activista y delegada no-docente de la UNLP; y Lidia Agostini, odontóloga e integrante del frente profesional del PST. La delegación nunca llegó y sus cuerpos fueron encontrados torturados y acribillados en La Balandra de Berisso, luego de ser interceptados y secuestrados por la Triple A.

Al día siguiente, luego de una asamblea multitudinaria en el Ministerio de Obras Públicas, se realizó un quite de colaboración en repudio del asesinato de los 5 militantes, al mismo tiempo que el PST había organizado una serie de acciones para denunciar lo ocurrido. Sin embargo, a metros del local central del partido, ubicado en pleno centro platense, otro grupo parapolicial interceptó y secuestró en un auto a Oscar Lucatti, trabajador del Ministerio de Obras Públicas, Patricia Claverie, estudiante de Ciencias Naturales, y Carlos Povedano, trabajador de Previsión Social. Pocas horas después, sus cuerpos aparecieron sin vida.

A pesar de que el velorio debió realizarse de manera privada dado el recrudecimiento de la persecución política, varias delegaciones de distintas fábricas se acercaron a dar sus condolencias, como las de los trabajadores de Petroquímica Sudamericana, que denunciaron que Curi, el patrón, “compra matones para asesinar”. Por su parte, los trabajadores de Propulsora, en nombre del cuerpo de delegados, expresaron sus condolencias al decir que “la lucha de ellos continua, porque es una lucha justa, porque es la lucha del pueblo”.

La Masacre de La Plata fue uno de tantos ataques orquestados desde el gobierno nacional de Isabel Perón y llevadas adelante por la Triple A, la Concentración Nacional Universitaria (CNU) y la burocracia sindical peronista contra la vanguardia obrera y estudiantil, una antesala del golpe genocida de 1976, y que hoy, al cumplirse 49 años del crimen, los autores políticos y materiales siguen impunes.

Desde nuestra organización queremos reivindicar la tradición y lucha de nuestros compañeros y compañeras socialistas revolucionarios contra este sistema podrido, que nuevamente nos sumerge en un ajuste brutal porque no tiene nada más para ofrecernos.

A los negacionistas y pro genocidas del gobierno de Milei-Villarruel que atacan nuestra memoria les decimos ¡No Pasarán! Seguimos exigiendo juicio y castigo a los responsables y luchando por el socialismo por el cual luchaban los y las compañeras.

Compañeros y compañeras asesinados ¡Presentes!

¡Hasta el socialismo, siempre!

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