Una nueva etapa en la lucha universitaria
Desde que asumió el gobierno de Milei hace diez meses, las aguas de la lucha de clases en Argentina comenzaron a volverse cada vez más turbulentas, adquiriendo rasgos propios del nuevo período político internacional signado por el incremento de las crisis, las guerras y las luchas sociales. No es para menos: el tipo de gobierno de guerra de clase, que pretende llevar un programa de reformas que se parece más a un recetario de demolición de derechos sociales y un feroz ajuste sobre las condiciones de vida de las grandes mayorías, provocó durante todo el año un sinfín de acciones de protesta de importancia. Pero la novedad de los últimos días es que estas luchas comenzaron a tomar una dinámica un tanto distinta, más desde abajo y combativa, como muestra la lucha de las y los trabajadores del Hospital Laura Bonaparte y las tomas de universidades del movimiento estudiantil.
Aires desde abajo
Si la semana anterior el centro de la escena política lo ocupó la gigantesca marcha universitaria contra el veto de Milei a la Ley de Financiamiento Universitario, la semana que pasó la atención política giró hacia el Congreso y la sesión parlamentaria, donde finalmente el gobierno logró sostener el veto. Y una vez más, como cuando se aprobó la Ley Bases en junio, recibió el apoyo de toda una seria de sectores políticos variopintos (macristas, radicales y peronistas) para evitar una derrota parlamentaria que lo hubiera golpeado y debilitado. Si bien la situación política cuando se aprobó la Ley Bases era peor para el gobierno porque había riesgo de desatarse una grave crisis de gobernabilidad, ahora con la Ley Universitaria el peligro era que una derrota se conjugue con la caída sostenida de aprobación popular y que, al mismo tiempo, el empresariado local e internacional vea como crecen las dificultades para garantizar la sostenibilidad política del programa económico antiobrero y ultracapitalista que celebran.
Por eso la victoria o derrota parlamentaria alrededor del veto se transformó, al correr de los días, en un asunto político de importancia, y Milei se jugó a todo o nada a evitar que la movilización salga victoriosa y él derrotado. Se trató de una prueba de fuerza política donde lo que el gobierno puso en juego no fue una partida presupuestaria sino su autoridad, su poder para gobernar. El objetivo de Milei fue demostrar que puede realizar una tarea política que no sólo es de su interés sino del conjunto de la burguesía: infringir una derrota histórica al enorme movimiento de masas que existe en Argentina y que una o dos generaciones queden sin la capacidad organizativa, moral y política para luchar por sus derechos. Esa es la intención política real del gobierno y es ante ese intento que las luchas actuales de los trabajadores y la juventud nos estamos enfrentando, demostrando que hay enormes reservas de lucha, fuerza y combatividad. En este caso fue la pulseada alrededor del veto universitario, y en junio con la Ley Bases. Dos batallas políticas donde hay que tomar algunas notas y sacar lecciones políticas de cara a las peleas por venir.
En primer lugar, ambas luchas fueron dirigidas en gran medida por las direcciones tradicionales, por la burocracia sindical que hace años está atornillada en los sindicatos. Tanto la CGT y la CTA son dirigidas por las distintas modalidades del peronismo. En el caso universitario, la FUA está dirigida por los radicales y varias federaciones y centros de estudiantes por el peronismo. Y a pesar las diferencias entre todos estos sectores, tuvieron una lógica común a lo ahora de organizar las protestas: los grandes paros y movilizaciones se convocaron en días donde no había sesión del Congreso y el día donde se votaban las leyes no había acciones enmarcadas en un paro que permita la masividad, sino sólo la presencia de los “cuerpos orgánicos”, algo reducido y formal. Así, el día donde se definieron las cosas, la fuerza masiva de las y los trabajadores y los jóvenes no estuvo en la calle, aunque sí una importante vanguardia política ligada a la izquierda y a distintos sectores independientes que se organizaron para marchar. Es decir: las direcciones tanto de la CGT, la CTA y la FUA, vienen siendo “organizadoras de derrotas”, en tanto que buscan administrar las enormes fuerzas de lucha que existen entre la clase trabajadora y el pueblo, pero no para golpear con dureza a un gobierno que es duro y agresivo, sino para “presionar”, para sólo limitarse a “protestar”, lo que está demostrando que es un camino muerto para ganar y peligroso desde el punto de vista que el gobierno puede fortalecerse con sus victorias.
Al mismo tiempo, la contradicción de las cosas viene mostrando a lo largo de septiembre y octubre que el empobrecimiento generalizado de la población y la insistencia con medidas antipopulares por parte del gobierno está produciendo una sostenida caída de su apoyo social, verificable en los lugares de trabajo y de estudio. Si el año pasado muchos estudiantes en las escuelas decían que iban a votar a Milei ahora comenzó a quedar mal visto darle su apoyo. Tiene todo sentido, en tanto los números de la pobreza son fulminantes entre la juventud llegando al 66%, aumentando más de 10% en tanto sólo 6 meses de gestión libertaria.
Así, sobre el fondo de un malestar social en aumento, un sector de los trabajadores y la juventud empieza a ver que la acción de las direcciones sindicales y estudiantiles no viene sirviendo para frenar y derrotar los ataques del gobierno, y como consecuencia comenzó resolver intervenir en la lucha de una manera mucho más contundente frente a los ataques. El caso del Hospital Bonaparte es ilustrativo de esto. El gobierno anotició a los trabajadores que iba a cerrarlo, lo que implica dejar sin trabajo a decenas de médicos, residentes, enfermeros, etc., y sin atención a pacientes que estaban internados. La reacción fue determinante: se organizaron en asamblea y tomaron el hospital, lo que suscitó una oleada de apoyó social impresionante, además de varias jornadas de presencia activa en la puerta con todo tipo de actividades, una movilización masiva junto a los residentes, etc. La resultante del conflicto en pocos días fue que el gobierno tuvo que retroceder en el cierre. En simultáneo, los gremios firmaron una “reestructuración” que, según advierten los trabajadores, requiere seguir en alerta para evitar que quieran utilizarlo para ir hacia un vaciamiento del hospital. ¡Es decir que luego de muchos ataques que venían pasando, en esta oportunidad producto de la determinación de los trabajadores, del método de la asamblea, de la toma del edificio, de buscar ampliar los apoyos, etc., esto es, de resolver ir hacia una lucha desde abajo y más contundente, una lucha no sólo para “protestar” sino para buscar ganar, es que las y los trabajadores del Hospital Bonaparte obtuvieron un triunfo! ¡Enorme lección para todos los trabajadores del país!
Los estudiantes al frente
Algo similar pasó esta semana con el movimiento estudiantil. En vísperas que se trate en el Congreso la Ley de Financiamiento Universitario, comenzaron a gestarse tomas de edificios en distintos lugares del país como en CABA, Rosario, Mendoza, La Pampa, Tucumán, Córdoba, Jujuy, entre tantas otras, contabilizando más de 30 ocupaciones de facultades y colegios, un hecho generalizado que no sucedía desde el año 2018. Los estudiantes pasaron la noche en los edificios y al otro día movilizaron al Congreso desde CABA y alrededores y en otros lugares del país en movilizaciones y acciones locales.
Luego, cuando el parlamento aprobó el veto de Milei, la bronca escaló y la acción de los estudiantes se potenció, extendiendo tomas en donde no había, como en La Plata, donde más de 4.000 personas tomaron el Rectorado por la noche, luego de que al mediodía los estudiantes del Colegio Liceo Víctor Mercante resuelvan la toma masiva del colegio. También fue noticia la toma de la Universidad de la Matanza, donde el peronismo intentó evitarla, pero los estudiantes se impusieron frente a las provocaciones como se pudo ver en vivo en los medios de comunicación. Además, se comenzaron a preparar asambleas en todo el país para el lunes 14/10 con la intención de extender las tomas y comenzar una semana de protestas con clases públicas, movilizaciones y todo tipo de acciones de lucha que desemboquen en el Paro Nacional de todos los gremios universitarios para el día jueves. Todas iniciativas que permitirán seguir masificando la participación activa del estudiantado para fortalecer la lucha universitaria de conjunto.
Si bien los estudiantes vienen siendo parte de las enormes movilizaciones universitarias como las del 23 de abril y 2 de octubre, no venían interviniendo con su propia impronta, radicalidad y métodos, esto es, como actor político que le imprime a la lucha sus tiempos y determinación. Algo que, evidentemente estos días empezó a cambiar, ingresando la lucha universitaria en una etapa superior.
La CGT, jugada a la gobernabilidad
Por su parte, frente a un gobierno que sólo se dedica a ver cómo le quita un derecho todos los días a los trabajadores, la actuación de la CGT es directamente vergonzosa. Allá lejos en el tiempo quedaron las convocatorias a paro general y movilización, y en su lugar entraron de lleno a las negociaciones amigables con el gobierno que van de cómo aplicar la reforma laboral, las obras sociales de los sindicatos, las paritarias del transporte, etc. Y si bien existen matices entre las distintas alas de la CGT, ambas facciones no han llamado ni a paros sectoriales ni movilizaciones, e incluso quienes se posicionan verbalmente como “duros”, como la alianza de gremios del transporte, levantaron el Paro Nacional de todo el sector que iba a ser el 17 de Octubre y lo pasaron para el 30/10, aunque hay serias dudas de que realmente vayan a concretarlo.
Lo que queda muy claro de todas estas vueltas es que la intención de la CGT no es enfrentar la política de ajuste y ataques a los derechos laborales que hace Milei sino acordar con el gobierno que no toquen sus privilegios como burócratas sindicales y, a cambio, otorgar la tan necesitada gobernabilidad, esto es, que la clase trabajadora soporte el ajuste sin salir a pelear a las calles. Una completa entrega que la CGT conoce muy bien, como en los ’90, cuando se acomodó al gobierno de Menem y dejó pasar todas las contrarreformas neoliberales.
Frente a esta entrega total de las direcciones sindicales burocráticas los trabajadores y la juventud tenemos que tomar otro camino: el de organizarnos por abajo en cada lugar de trabajo, en cada fábrica, en cada escuela y universidad, al mismo tiempo que le exigimos a los sindicatos que convoquen asambleas y espacios de participación para salir a luchar por nuestros derechos y contra los ataques del gobierno.
Por lo pronto, en los próximos días el movimiento estudiantil será protagonista de enormes jornadas de tomas, clases públicas y movilizaciones junto a los trabajadores de las universidades. No se trata sólo de una “lucha sectorial”, sino de un movimiento en defensa de la educación pública, es decir, de un derecho fundamental que tiene el conjunto de la población. Por lo tanto, todas y todos los trabajadores y los jóvenes tenemos que sumarnos activamente y rodearlo de toda nuestra solidaridad, porque si los universitarios ganan, ganamos todos.
¡Basta de ataques a la universidad pública! ¡Todo el apoyo al movimiento estudiantil!
Por un aumento salarial mínimo de 50% para docentes y no docentes universitarios.
Por la restitución del FONID. No al ajuste educativo del Presupuesto 2025. Restitución y aumento de las becas estudiantiles.
Por un Paro General y Plan de Lucha de la CGT y la CTA para pararle la mano a los ataques del gobierno.
Eric «Tano» Simonetti
Centro Político Cultural Estación Obrera









