Informe sobre la situación política internacional: elementos para un análisis y perspectivas. I Plenario de la Organización Socialista de los Trabajadores.

El texto que presentamos es el resultado de los análisis y debates que realizamos durante el 1er Plenario de nuestro nuevo agrupamiento político, la “Organización Socialista de los Trabajadores”. Se trata de un informe sobre la situación política internacional, donde establecemos algunos elementos para su caracterización, así como nuestros posicionamientos, programa y perspectivas.  

Para empezar a situarnos en qué momento se encuentra y qué características tiene la actual situación política internacional vamos a dar algunas definiciones sintéticas, para luego analizar de dónde venimos y hacia dónde vamos. La primera definición que queremos dar es que estamos en un punto en donde en esta tercera década del Siglo XXI el mundo está ingresando en un nuevo período de profundas crisis sociales, políticas y económicas, de aumento en la conflictividad entre los Estados, con más guerras y choques entre potencias imperialistas por la hegemonía. Desde la guerra en Ucrania hasta las convulsiones políticas en Corea del Sur y Siria de las últimas semanas dan cuenta de que estamos ingresando a una época donde la estabilidad política global es cosa del pasado.  

Además, en este nuevo siglo, producto de la voracidad capitalista sobre la naturaleza ya estamos presenciando y veremos crecer los desastres ecológicos y crisis medioambientales. Y por supuesto, como respuesta a todos estos elementos de creciente barbarie, el nuevo período está trayendo un incremento de la lucha de clases, de levantamientos populares y, en perspectiva, de nuevas revoluciones. La tarea de los socialistas es, por tanto, ir construyendo la organización y la conciencia para que esos nuevos procesos revolucionarios lleven al poder a la clase trabajadora para que ponga en pie una nueva sociedad para el conjunto de los explotados y oprimidos, esto es, el socialismo.

¿De qué mundo venimos? Un racconto del Siglo XX 

 1. 1905 – 1989: De la emergencia del socialismo a la caída los regímenes stalinistas

Para poder precisar los rasgos de la época actual es necesario definir cuáles son los periodos históricos anteriores. Establecemos el inicio de la periodización en el ingreso de la época trazada por Lenin como de “crisis, guerras y revolucionarios”, abierto a principio del Siglo XX con tres elementos que comenzaron a superponerse y retroalimentarse: el ingreso de las grandes masas a la vida política por medio de huelgas generales y estallidos revolucionarios, la 1era Guerra Mundial y una profunda crisis del capitalismo.   

Esta primera época dio a luz a la Revolución Socialista rusa y al ascenso revolucionario de la clase obrera más grande de la historia hasta entonces y luego nunca repetido en esa magnitud. Al mismo tiempo también fue atravesado por las dos guerras más mortíferas y extendidas geográficamente de la historia. Y en esa tónica, durante la década de 1930 el capitalismo vivió una de sus más fuertes crisis y depresiones desde su origen. El hecho político más importante de este primer momento es que el socialismo se convirtió en una alternativa real para la humanidad de la mano del protagonismo político de la clase trabajadora, y entonces el capitalismo tenía una amenaza concreta acechándolo. Ese primer momento del siglo XX terminó con el fin de la 2da Guerra Mundial, y la consolidación en la URSS de un Estado burocrático1, luego de la contrarrevolución stalinista desatada contra la clase obrera revolucionaria durante toda la década del 30´.   

Pasamos, entonces, al segundo período del Siglo XX, con nuevos rasgos epocales. Para dimensionar su contraste, apreciamos que los dos elementos objetivos centrales del primero período quedaron fuera de los acontecimientos históricos. En primer lugar, la crisis capitalismo en su dimensión colosal fue superada y la economía vivió un crecimiento sostenido durante 30 años que permitió amortiguar la lucha de clases en los países centrales y encapsular la dinámica de guerra abierta en lo que se llamó Guerra Fría. Como contraparte de esta estabilización en los países imperialistas de Occidente, las crisis económicas y la intensidad de la lucha de clases se trasladó a las regiones periféricas del mundo de entonces, como Asia, África y América Latina. Sobre un marco de tensiones y acuerdos entre las dos potencias emergentes de la guerra, como EEUU como potencia capitalista internacional hegemónica y la URSS, controlada por la burocracia stalinista, se desarrollaron procesos revolucionarios y de liberación nacional en diversos países. El más profundo de todos fue la Revolución China de 1949, seguida por la Revolución Cubana de 1959 y aunque no ya revoluciones en sentido pleno, enormes procesos de liberación de Asia y África. Pero no sólo la geografía de la lucha de clases había cambiado, sino también su dinámica, sujetos sociales, métodos de lucha y objetivos históricos. La clase obrera ya no fue la gran protagonista política de las revoluciones triunfantes, sino más bien movimientos populares como el campesinado (China), o una alianza entre el campesinado y sectores medios (Cuba). En todo caso, la clase trabajadora de los grandes centros urbanos del mundo dio enormes batallas históricas, pero no logró constituirse como sujeto político independiente que le permitiera tomar el poder y hacer revoluciones como sí lo hizo durante el primer período del Siglo XX.   

En conclusión, buscando hacer una síntesis del Siglo XX podemos decir que fue un período donde el horizonte del socialismo en la conciencia y organización de millones fue un motor vivo de los acontecimientos históricos. Esto es, la lucha por el socialismo no era sólo un ideal posible sino una realidad concreta en varios países del mundo, un factor político para la lucha de clases, para la organización de la clase trabajadora y los movimientos de masas, expresada en todo tipo de partidos políticos, organizaciones sindicales, estudiantiles, movimientos sociales, etc. Un riquísimo entramado de organización de los explotados y oprimidos donde el hilo rojo del horizonte socialista los unía, a pesar de la diversidad de estrategias revolucionarias para lograrlo.   

Pero este horizonte sale de la conciencia de las amplias masas a fines de la década de los 80´ y principios de los 90´. Toda una serie de eventos internacionales van cerrando el “mundo del Siglo XX”. Comenzando con la apertura hacia la inversión capitalista en China en 1979 (si miramos en retrospectiva hoy estamos viendo los frutos de ese giro colosal), la derrota y desvíos de los ascensos de la lucha de clases de los 60 y 70´, la ofensiva capitalista en países como Inglaterra con Margaret Thatcher, la restauración capitalista en Rusia, y en evento que concentra este cierre epocal es sin dudas la caída del Muro de Berlín, como símbolo del fin del socialismo como alternativa histórica.

2. 1989 – 2000. De la Caída del Muro de Berlín al surgimiento de las rebeliones populares

¿Qué mundo se abrió luego del fin del Siglo XX? En primer lugar, se trata de uno donde el capitalismo se fue restaurando en China y en Rusia, y en simultáneo con ese proceso de expansión capitalista, en el resto del mundo las burguesías pasaron a la ofensiva sobre la clase trabajadora y conquistaron mayores niveles de explotación y sometimiento.   

En segundo lugar, la lucha de clases durante la década de los 90´ sufrió un repliegue cualitativo. Las generaciones que habían dado pelea durante todo el período anterior habían sido derrotadas y emergía una nueva generación, vaciada en gran medida de politización, organización e ideales emancipatorios. Una parte considerable de los hilos históricos de la lucha revolucionaria se habían cortado y efectivamente había un hecho categórico: se había ingresado una nueva época de estabilidad política internacional, donde los fantasmas peligrosos de la guerra, la crisis sistemática y la revolución social habían sido desalojados de la posibilidad histórica.   

En tercer lugar, EEUU, aunque con menos poder económico que durante la segunda mitad del Siglo XX, siguió siendo la primera potencia imperialista mundial. Pero ahora, además de tener la economía más poderosa del mundo, le había ganado a su competidor político en términos de sistema social2, lo que aumentaba la legitimidad para la ofensiva capitalista. A los hechos se remitían los apologistas del capital: “si el socialismo está siendo derribado por las masas de Berlín… lo único que queda es abrazar lo único existente, el capitalismo”. De esta manera, el orden capitalista se transformó en el único reinado posible para la humanidad de finales del Siglo XX.   

La expulsión del horizonte socialista de la conciencia de las y los trabajadores implicó un fortalecimiento importante para los capitalistas y durante toda la década del 90´ avanzaron en su ofensiva sin demasiada resistencia por parte del movimiento de masas. Hasta que a fines de la década y entrado el nuevo siglo comenzó un cambio de signo en la dinámica de la lucha de clases, con dos generaciones ya agotadas de no recibir las mieles del nuevo relato liberal triunfante, empezaron a gestarse los primeros eventos de lucha social. Allí destacó la rebelión de la juventud norteamericana contra la cumbre de la OMC en 1999 en lo que se conoció como “La batalla de Seattle”, dando inicio al movimiento antiglobalización. En simultáneo comenzaron los levantamientos populares en América Latina, dando una clara señal de que los explotados y oprimidos habían comenzado a rehacer sus armas de organización y lucha otra vez. Se trataba de una primera respuesta de masas ante la ofensiva capitalista que había avanzado durante toda la década del 90´, un despertar de la lucha de clases que sigue siendo uno de los vectores centrales de la actualidad internacional, protagonizando tres grandes momentos, la de los primeros años del siglo XX en América Latina, en 2011 Europa, EEUU y la Primavera Árabe y en 2019 en Chile, Ecuador. Además, en medio de la pandemia tuvo lugar la enorme rebelión de “Black Lives Matter” en EEUU y ahora el enorme levantamiento de la juventud en Bangladesh. Acontecimientos que marcan la vitalidad que tiene la lucha de los explotados y oprimidos en la época que se va delineando.

La situación internacional actual

Delineando los rasgos del mundo abierto desde 1989 podemos ir acercándonos al presente y sus primeros acontecimientos fundacionales. Hechos que muestran un nuevo escenario que no estaba desarrollado en las últimas tres décadas y que ya están asentados para ir forjando lo que vendrá de la situación internacional.

1. Un capitalismo estancado que hunde a millones en la pobreza.

El evento que marcó el ingreso del capitalismo al Siglo XXI fue la crisis de las hipotecas del 2007-2008 y la Gran Recesión económica que abrió durante 2008-2009.  Como señala el economista marxista Michael Roberts, se trató de la caída de la economía más grande desde la Gran Depresión de la década de 1930, pero sin llegar a esos niveles catastróficos. Luego de esta caída bianual las economías de los grandes países del mundo se estancaron en lo que Roberts llama una Gran Recesión hasta el año 2019, con tasas de crecimiento por debajo del ciclo anterior al estallido del 2008. Hasta que sobrevino la pandemia en 2020 y la producción y el comercio se desplomó, volviendo a golpear una economía mundial que ya venía con dificultades acumuladas hace años.3

Así, la realidad del capitalismo mundial es muy distinta a la pujante post-Segunda Guerra Mundial, que le permitió atravesar todo un período de estabilización general (no sin pasar por algunas crisis menores), y luego por medio de la restauración capitalista en China y Rusia, expandir su dominación durante un período hasta fines de la década de los 90´, donde comenzó a mostrar importantes problemas de rentabilidad que están entre las causas estructurales para explicar la crisis del 2008.   

El mundo actual, entonces, es el de un capitalismo mucho más frágil y deteriorado que el de la segunda mitad del Siglo XX y principios del XXI que, aunque tenga contrapesos más dinámicos como en China y Asia, la realidad es que las dificultades para sostener la tasa de ganancia global son cada vez mayores y este hecho es el que está detrás del relativo repliegue de las tendencias a la globalización, el incremento de las políticas de los estados al proteccionismo, las tensiones geopolíticas por la influencia en los mercados entre EEUU y China, la carrera armamentística, etc. De hecho, el informe “Perspectivas de la economía global” del Banco Mundial de junio pronostica que la economía mundial mantendrá un crecimiento mediocre durante 2024-2025, inferior al promedio de toda la década de 2010. Es un dato importante que cubre al 60% de los países, en donde vive el 80% de la población mundial. El informe señala que “a más de cuatro años después de los trastornos de la pandemia de COVID-19 y las posteriores conmociones globales, está claro que el mundo –y las economías en desarrollo, en particular– aún no han redescubierto un camino confiable hacia la prosperidad. El crecimiento mundial se está estabilizando a un ritmo insuficiente para avanzar en los objetivos clave de desarrollo: 2,7 por ciento anual en promedio hasta 2026, muy por debajo del promedio del 3,1 por ciento en la década anterior a la COVID-19.”4

En sintonía, el informe del Fondo Monetario Internacional de abril de 2024, da cuenta de los problemas de crecimiento de la economía mundial. Allí se señala que si bien en lo inmediato la economía mantendrá los mismos niveles de crecimiento de los últimos dos años, “las perspectivas de crecimiento a mediano plazo siguen siendo históricamente bajas. (…) El principal culpable es el menor crecimiento de la productividad total de los factores. (…) La proyección más reciente de crecimiento mundial a cinco años de 3,1% es la más baja en décadas”.5

A pesar de que el capitalismo se impuso en casi todo el mundo, con excepción de Cuba, eso no significa que haya traído prosperidad económica, paz e igualdad por la vía del libre juego de la oferta y la demanda. Todo lo contrario, la realidad es que el capitalismo está empujando a cada vez más jóvenes de vivir bajo la pobreza, a desplazar a millones con oleadas migratorias por la asfixiante situación económicas y las crecientes guerras, a padecer hambre y niveles brutales de desigualdad, y un largo etcétera de penurias sociales para la humanidad. Es el rostro de un capitalismo profundamente inhumano que sólo se rige por la rentabilidad económica y que sobre esa base va destruyendo conquistas históricas como el derecho a la salud, a la educación, a la vivienda, a un salario que permita sobrevivir, etc. Un sistema social cada vez más agresivo que no tiene sueños que prometer y que coloca una perspectiva de futuro mucho peor incluso que el presente.   

Toda una serie de elementos que marcan una clara tendencia a la ruptura de los equilibrios que sostuvieron el orden político mundial durante los últimos 70 años, y que anuncian un nuevo período político de mayores enfrentamientos entre los Estados, crisis económicas, sociales y un incremento de la lucha entre las clases.

2. El capitalismo contra la naturaleza

Uno de los rasgos que no puede soslayarse de la nueva época actual es la dinámica destructiva y acelerada que el capitalismo tiene sobre la naturaleza y cómo éste impacta sobre la sociedad y la vida humana. Si bien su impacto es multidimensional, cuyos efectos van desde el calentamiento global, la destrucción de especies y la desestabilización general de los ecosistemas climáticos, el evento más categórico que evidencia este impacto fue la pandemia del Covid-19 durante el 2020-2021.  

El hecho de que un virus nuevo (SARS-CoV-2) haya tomado contacto con la sociedad humana es explicado por distintas investigaciones científicas como producto del arrasamiento que la industria agrícola capitalista está haciendo sobre lo que se denomina “fronteras ecológicas”. Esto es, que la incursión agrícola sobre zonas naturales traspasó determinados límites, topándose con todo tipo de actividad biológica natural pero que la especie humana no estaba habituada a convivir y por lo tanto su exposición directa se hizo sin la inhumanidad para hacerle frente. El resultado fue que un virus desconocido, pero de origen animal y natural se apoderó de toda la geografía mundial en cuestión de semanas, trastocando la vida de toda la sociedad.   

Por la dimensión mundial y las múltiples dimensiones de impacto es, sin duda alguna, uno de los acontecimientos fundacionales de esta nueva época. En primer lugar, por el impacto brutal que tuvo sobre la vida de la población mundial, desde las condiciones de vida que se vieron desmejoradas notablemente, como en los efectos sobre el sistema económico que sufrió una de las crisis y desbarajustes más grandes de la depresión económica de 1930.6  

La otra cuestión central de la crisis ecológica es el calentamiento global. A pesar de la nueva ola reaccionaria y negacionista que lo señala como un hecho natural propio de los ciclos del planeta, toda la evidencia científica muestra que se trata de un efecto de la actividad humana, esto es, de cómo la industria regida por la lógica de la ganancia capitalista ha contaminado brutalmente el aire con gases de efecto invernadero. Un hecho que lleva décadas de confirmación y a toda una comunidad científica poniendo en alerta a los Estados. Sin embargo, como la lógica de acumulación de capital está asociada a los grandes grupos económicos ligados a todo tipo de emprendimientos contaminantes y destructivos de la naturaleza, se ha hecho poco y nada para frenar este proceso destructivo.  

Al contrario, todos los problemas ambientales se han agravado y como contrapartida comenzó a destacarse un extendido movimiento internacional de lucha en defensa de la naturaleza, en particular de generaciones juveniles que ven que el capitalismo les está robando la posibilidad de su futuro. Tomar nota de que la crisis ecológica vino para quedarse y tenderá a agravarse es importante porque hace y hará parte de los asuntos políticos y de las luchas del período histórico que estamos viviendo.

3. El regreso de las guerras

El segundo evento que hay que localizar como fundacional de esta nueva época es la guerra entre Rusia y Ucrania. Un enfrentamiento que coloca a Europa en un período que el Primer Ministro de Polonia calificó como de “pre-guerra”7, un indicativo de que no se trata de un episodio militar pasajero y aislado sino el inicio de un momento político nuevo donde los conflictos armados entre potencias centrales van ser una dinámica que vino para quedarse y crecer. Un elemento que permite hacerse una idea de coordenadas políticas que no han existido en esa región del mundo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y que ahora han comenzado a desarrollarse.   

La relevancia de esta nueva guerra se encuentra en que el enfrentamiento no sólo se da en territorio europeo directo, lo que es ya de por sí una novedad, sino porque en suelo ucraniano están combatiendo tropas de Rusia, una potencia imperialista militar que pretende recuperar su zona de influencia histórica, apoyada por China y Corea del Norte ahora con envío de tropas directo y del lado de Ucrania se ubica la OTAN, esto es, EEUU, la mayor potencia imperialista del mundo, y la Unión Europea. Así, se trata de un conflicto bélico parteaguas en la geopolítica internacional y a casi tres años desde su inicio no promete tener un desenlace pronto.   

Desde el punto de vista político se trata de un enfrentamiento que cruza diversas cuestiones. En primer lugar, es una guerra de ocupación de una potencia militar como Rusia sobre un territorio históricamente oprimido como es Ucrania. Por eso rechazamos la invasión rusa y defendemos el derecho de los trabajadores y el pueblo ucraniano a defenderse y combatir la ocupación de sus territorios. Pero al mismo tiempo se trata de una guerra donde interviene EEUU, prácticamente siendo el principal sostén económico y militar de la misma. Desde el inicio del enfrentamiento EEUU aportó más de U$S 84.000 millones, seguido por fondos propios de la Unión Europea con U$S 43.000 millones, en tercer lugar Alemania con U$S 16.0008. Una injerencia imperialista directa en los asuntos políticos y militares que hacen a la comandancia de la guerra a través de Zelensky, una clara pieza política subordinada a los intereses geopolíticos y hegemonistas de EEUU y la OTAN frente a Rusia. Por eso, al mismo tiempo que es fundamental en una política socialista y antiimperialista rechazar la invasión rusa, en tanto ocupa un país oprimido como Ucrania, es necesario también rechazar la intervención imperialista de EEUU y la OTAN en la guerra. Sólo una política independiente de ambas potencias imperialistas puede colocar en primer plano los intereses y derechos de los trabajadores y el pueblo ucraniano a ejercer de forma libre y soberana su derecho a la autodeterminación.   

Por lo pronto, con la llegada de Trump, en principio, las cosas tienden a mostrar un cuadro cambiante. Públicamente se mostró contrario al apoyo financiero a la guerra, de ahí que gran parte de la burguesía y los Estados europeos, miembros de la OTAN, le hayan prendido velas a Kamala Harris. Del otro lado, fue Putin quien festejó tras el contundente resultado electoral. Así, de primeras, esto agudiza las tensiones entre Europa y EEUU y en particular con Alemania, principal potencia europea. De ahí que los gobiernos de Francia y el Reino Unido se hayan reunido para acordar mayores niveles de cooperación frente a un EEUU más hostil y reticente a enviar apoyos concretos en la guerra. Incluso, comenzaron ciertas negociaciones entre el canciller alemán Olaf Scholz y Putin, mostrando que aumentaron las presiones para la distensión a favor de Rusia. De todos modos, a pesar de la retórica de Trump, habrá que ver exactamente cómo terminan operando los múltiples y poderosos intereses económicos y geopolíticos en juego en una guerra que ya lleva casi tres años, y que además, desde el ingreso de tropas de Corea del Norte para ayudar a Rusia, no ha dejado de dar signos de escalar.   

Otro acontecimiento bisagra en lo que hace a la dinámica del incremento de los conflictos armados es la brutal ofensiva del Estado de Israel sobre la población palestina de Gaza, Cisjordania y en los últimos meses extendiéndose al Líbano. En tanto conflicto armado no se trata de una guerra en el sentido estricto puesto que sólo hay un ejército regular atacando, el de Israel. Estamos presenciando una verdadera guerra-genocida sobre una población mayormente desarmada, que vive hace décadas un extermino, un desplazamiento de cientos de miles, con el objetivo planeado de Israel de realizar una limpieza étnica y barrer a todo el pueblo palestino de los territorios colonizados.   

Para proseguir con esta política, el asesino Netanyahu contó con el respaldo de Trump, quien fuera un aliado incondicional de Israel. De hecho, en su primer gobierno promulgó políticas abiertamente sionistas como la declaración de Jerusalén como capital de Israel, trasladando allí la embajada de EEUU desde Tel Aviv. Y ahora, según varios analistas internacionales, pretende redoblar la presión sobre el pueblo palestino para habilitar a Israel a directamente realizar una anexión de territorios de Gaza y Cisjordania. Así, en el marco de la masacre, el ejército de Israel busca poner en pie nuevos asentamientos y ocupaciones sobre el territorio hoy devastado por la guerra.   

Desde el punto de vista de la lucha de clases internacional la defensa de Gaza y Cisjordania es la principal bandera de los explotados y oprimidos, y por eso ha despertado todo de tipo de movilizaciones en Medio Oriente, Europa y EEUU de una juventud que mira a una población indefensa siendo masacrada. Como socialistas nos ubicamos en la defensa incondicional del pueblo palestino y luchamos por su liberación en la perspectiva de poner en pie en todo el territorio histórico de Palestina un solo Estado laico y socialista, donde toda la población pueda vivir en paz allende sus posiciones religiosas. Rechazamos la solución de los dos Estados que ha demostrado que es imposible, puesto que no puede convivir un Estado colonizador, racista y genocida, con un pro-Estado oprimido. Sólo mediante una lucha hermanada de la clase trabajadora y los pueblos de Medio Oriente puede derrotarse el enclave imperialista y colonial que significa la presencia del Estado de Israel en la región.

4. EEUU y China: dos imperialismos en pugna

Otro de los rasgos de la nueva época mundial es que la rivalidad entre EEUU y China ocupa una centralidad cada vez mayor. Por el momento está enfocada en una guerra comercial defensiva por parte de EEUU, que todo indica que tenderá a intensificarse con la llegada de Trump a la Casa Blanca. Por el lado de China el enfrentamiento se viene dando por una ofensiva expansionista económica en diferentes partes del mundo. Por ejemplo, en América Latina, China es el principal socio comercial de la mayoría de los países, desplazando del primer puesto histórico a EEUU. Todo un signo nuevo de la época.   

Si tomamos como medida lo que supo ser EEUU luego de la Segunda Guerra Mundial, el contraste con la situación actual es categórico. El orden económico que surgió en 1945 colocó a EEUU como la mayor nación manufacturera, el sector financiero más poderoso, las fuerzas militares más importantes y dominaba el comercio y la inversión mundiales mediante el uso internacional del dólar. Y si bien sigue siendo la primera potencia mundial, totalizando más del 21% del PBI, en la década de 1970 llegó a capitalizar el 50%. Sin embargo, como señala Michael Roberts, EEUU sigue siendo la potencia dominante, reflejándose, entre otras cosas, en que el 50% del comercio mundial se factura en dólares, y que el 90% de las reservas mundiales de divisas también.9

Una de las novedades del Siglo XXI es el ascenso de China como potencia imperialista. Luego de un proceso acelerado de restauración capitalista desde la década de 1980, hoy concentra el 14% del PBI mundial, llegando a ser la segunda economía detrás de EEUU. También China es hoy día la cuarta economía exportadora del mundo con un 5,3%, detrás de EEUU con un 11,1%, Alemania con 9,5% y Japón con 5,7%. Por medio de una política guiada de inversiones en su propio país y de expansión hacia otras regiones del mundo, fue avanzando en su peso económico y político en el escenario internacional, configurando hoy en día el principal “rival sistémico” de EEUU, según la propia visión del Departamento de Estado.   

Un elemento a destacar de este poderoso desarrollo se evidenció con la crisis de 2008 en EEUU, donde el contrapeso de China fue clave para evitar que la “gran recesión” que se catapultó durante dos años en gran parte del planeta, no se transforme como en la década del 1930 en una profunda y duradera depresión global. Todo un indicador de la creciente dependencia del capitalismo mundial de China, pero también de cómo el gigante asiático, en su proceso creciente de penetración en las economías regionales, desarrolla lazos de dependencia de las enormes cantidades de materias primas que consume y de la necesidad de que esos países compren los productos manufacturados que a su propia población le son cada vez más difíciles de consumir en su totalidad.   

Por otro lado, todo este proceso de desarrollo tuvo un impacto histórico en la composición social de la población. A diferencia del Siglo XX donde China tenía una mayoritaria población campesina, hoy, luego de décadas de migración del campo hacia las grandes urbes factoriles, se fue gestando una nueva clase trabajadora de cerca de 500 millones de asalariados, configurando como en los rubros de la industria, la construcción y la energía unos 260 millones, siendo como tal la clase trabajadora más grande del mundo. En este aspecto, China no sólo se ha vuelto un actor central en el tablero del capitalismo mundial, sino que también su joven y poderosa clase trabajadora irá convirtiéndose en un actor de la lucha de clases internacional, como ya hemos visto con la oleada de huelgas entre 2015 y 2016.

5. Ofensiva capitalista y extrema derecha

Otro elemento novedoso de la situación internacional es el surgimiento y avance de la extrema derecha. El triunfo de Trump es una clara confirmación de una tendencia mundial que tiene a personajes como Bolsonaro, Milei y Meloni como los más sobresalientes.   

Las rebeliones de la juventud y los trabajadores que fueron surgiendo durante las dos primeras décadas del siglo XXI fueron, en simultáneo, despertando una reacción burguesa y conservadora para tratar de “limar” sus arietes más combativos o directamente derrotarlas. Así, para “domesticar” levantamientos surgieron gobiernos burgueses de perfil anti-neoliberal en América Latina, y para derrotar y aplastarlas gobiernos reaccionarios como en la Primavera Árabe. Diferentes estrategias capitalistas para evitar que la rebeldía emergente contra el sistema se transforme en un proceso de radicalización política verdaderamente anticapitalista, es decir, que cuestione las bases sociales de la dominación de clase.   

Así, una vez que el capitalismo de la primera década del Siglo XXI comenzó una dinámica contractiva, las dinámicas más intensas de las rebeliones populares comenzaron a vivir un reflujo, los gobiernos de perfil “antineoliberal” perdieron bases de apoyo y empezó a gestarse esta nueva ola de extrema derecha. Se trata de gobiernos y partidos que reaccionan contra el proceso de rebeldía social y política que se inició a principio del Siglo XXI, que tiene expresiones en el movimiento de mujeres, en la organización sindical de los trabajadores, en las luchas en defensa del medio ambiente, en la reivindicación de la causa palestina, en la defensa de los derechos y libertades democráticas, contra el racismo y la xenofobia, etc.   

En un carril paralelo al crecimiento de la extrema derecha vemos un deterioro de los regímenes de la democracia burguesa como forma de dominación política propia del período de estabilidad post-Segunda Guerra Mundial. En tanto estamos viviendo un período de mayor polarización de las clases sociales, de crecientes choques y conflictividad general, la burguesía ve cada vez con menos “utilidad” las instituciones democráticas para resolver los asuntos políticos y recurre a formas más autoritarias, bonapartistas y de medidas de excepción para gobernar. De ahí la tendencia a pasar por encima de las “formas republicanas” de gobierno, el uso cada vez mayor de los decretos presidenciales, el aumento de la represión policial, la quita de derechos políticos y libertades democráticas, etc.   

Por eso la pelea política contra la derecha extrema es una lucha de primer orden a nivel internacional, que va entrelazada con la defensa de las libertades políticas y democráticas. Y para eso nos valemos de la táctica del frente único, de manera de impulsar la amplia unidad de acción para frenar los ataques antiobreros, conservadores y reaccionarios. Una política que busca fortalecer la lucha de los explotados y oprimidos y evitar la fragmentación y el corporativismo que los partidos reformistas y las burocracias sindicales pretenden imprimirles a las protestas, debilitándolas, dejando el camino libre para ser derrotadas.   

Precisamente por esta orientación política reformista que lleva a las derrotas es que la política del frente único requiere la más estricta independencia política en relación a esas organizaciones. De ahí el grave error de corrientes que se ubican como socialistas que se fueron integrando a formaciones políticas reformistas o directamente capitalistas como es el caso del PSOL al PT de Lula, el NPA-Anticapitalista al NFP de Mélenchon. Se trata de una orientación derrotista que reniega de construir verdaderas organizaciones políticas socialistas que forjen una perspectiva estratégica de transformación revolucionaria.

6. La situación en América Latina

Pasando revista a un panorama general de la situación en América Latina se puede afirmar que está atravesando un período con multiplicidades de experiencias políticas, de signo político distinto. Si en Argentina está la extrema derecha en el poder, en Venezuela está el gobierno de Nicolás Maduro, en el extremo centro Lula en Brasil y Sheinbaum como variante de centro progresista en México; o el caso de Boric que surge por izquierda, pero se viste como amigable para la clase dominante. O el caso reciente de Uruguay que tras cincos años de gobierno de derecha ahora vuelve a ganar el Frente Amplio con perfil abiertamente moderado. Pero a pesar de la heterogeneidad ideológica de estos gobiernos el signo común es que todos están corridos a la derecha de los gobiernos que poblaron el continente durante la primera década del Siglo XXI, como subproducto de las rebeliones populares.   

Maduro está a la derecha de Chávez, como el propio Lula está a su misma derecha respecto de su gobierno anterior. Si Chávez operó una cierta distribución de la renta petrolera hacia la población y con eso configuró un movimiento de masas que concitó amplias simpatías sociales en todo el continente, Maduro deterioró las condiciones de vida, avanzó sobre toda una serie de libertades democráticas y perdió toda la legitimidad popular que Chávez había logrado en América Latina. Venezuela ya no es el “faro socialista” que había seguido una parte mayoritaria de la vanguardia latinoamericana, sino un “peso muerto” usado por la derecha para atacar y desprestigiar el supuesto socialismo del país centroamericano.   

Por su parte Lula viene de ganarle la elección a Bolsonaro, pero no ha tocado los pilares de sus reformas antiobreras y continúa de punta a punta el programa fiscal impuesto por la burguesía a partir del golpe institucional de Temer. Si bien Lula, de todos los gobiernos “progresistas” del ciclo político anterior fue el más normal y de centro, ahora está en un centro mucho más a la derecha, pero jugando el mismo rol en la región de árbitro y mediador entre el imperialismo norteamericano y otros países menores. El rol que estuvo jugando Lula en el conflicto de Venezuela refleja esta ubicación de Brasil de tratar de mediar entre las distintas facciones de la burguesía para darle una “resolución” pacífica a la cuestión venezolana.   

El caso Milei es hoy lo más a la derecha de todo el arco político latinoamericano y se ubica como opuesto por el vértice a los gobiernos de mediación que surgieron tras las rebeliones populares, tachados como “socialistas” todos en bloque. Se trata del “rebote” a derecha más extremo de toda la región y ahora con el triunfo de Trump sale fortalecido políticamente.   

Al mismo tiempo que por arriba se vive esta heterogeneidad política corrida a la derecha, por abajo, en lo que hace al movimiento de masas se vive una situación de cierto reflujo de la lucha de clases. Aunque con desigualdades, la tónica general viene siendo defensiva, en la medida que las luchas que se han dado han sido frente a ataques económicos, llegando a casos más reaccionarios como los golpes de Estado en Perú y Bolivia donde la intensidad de los acontecimientos despertó enormes protestas callejeras. Así visto de conjunto el cuadro general de América Latina viene siendo complejo, pero no hubo una derrota del movimiento de masas que comenzó a gestarse desde principios de siglo. En todo caso se está atravesando un momento de desafíos y peligros reales con los ataques de la extrema derecha y el golpismo de regreso en la región, pero al mismo tiempo hay un enorme y extendido proceso de organización por abajo haciendo frente a las dificultades actuales.

7. Nuevas generaciones y perspectiva socialista

El período que va desde principios siglo XXI hasta la pandemia estuvo signado por distintos eventos simultáneos de estallidos sociales y rebeliones. Como se señala en una investigación reciente de una serie de investigadores norteamericanos y británicos “las dos primeras décadas del Siglo XXI muestran un incremento del número de protestas alrededor del mundo. Desde África a Europa, desde América hasta Asia, las personas han tomado las calles reclamando una verdadera democracia, trabajos, mejores servicios públicos, derechos civiles, justicia social y el fin de los abusos, la corrupción y la austeridad, entre otras demandas. (…) Hay momentos en la historia en que grandes cantidades de personas protestan por cómo van las cosas y exigen cambios. Ocurrió en 1830-1848, en 1917-1924, en la década de 1960 y está sucediendo nuevamente hoy. Desde 2010 el mundo se ha visto sacudido por protestas”.10    

Claro que estas protestas no llegaron a transformarse en revoluciones sociales triunfantes que operen cambios en algún país o región del mundo. Pero verlas sólo desde el ángulo de lo que les falta sería de un sectarismo y derrotismo paralizante. La novedad de estos eventos es que expresaron el despertar de nuevas generaciones a la lucha de clases, en donde comenzaron a organizarse, a politizarse, a aprender a luchar y lo central, que no cargan con las derrotas de las generaciones anteriores. Y a pesar de que ahora la tónica de los acontecimientos la esté marcando la extrema derecha con su ofensiva reaccionaria, la tendencia a la rebelión, a las protestas, a la organización y lucha desde abajo es el hecho más importante del actual período histórico y que al calor de los agravamientos que el capitalismo irá provocando en la vida de la población mundial, esta tendencia a la lucha irá incrementándose, protagonizando nuevos eventos de la lucha de clases internacional.   

La base material para estos desarrollos nuevos de la lucha de clases es la formación de una nueva clase trabajadora a nivel mundial11. Se trata de un hecho que atraviesa el mundo bajo distintas ramas de la economía, desde las empresas ligadas a las nuevas tecnologías hasta desarrollos inmensos de la industria pesada clásica. De hecho, en China, durante las últimas décadas, como producto de la restauración capitalista desde la década de los 80´, la masiva migración del campo a la ciudad y la revolución industrial en las megalópolis, se formó una nueva clase obrera de tamaño colosal, configurando hoy el proletariado más grande del mundo.   

Y no sólo existen nuevas generaciones de trabajadores, sino en general. Tras un cuarto de siglo, la sociedad mundial actual está habitada por una población jóven renovada, que nació cuando caían las Torres Gemelas, se expandía la cultura y las tecnologías digitales y comenzaban a recorrer el mundo los distintos eventos de rebelión. Generaciones que han protagonizado todo tipo de procesos y movimientos luchas que hacen parte de la radiografía universal de la lucha de clases, puntos de apoyo fundamentales para avanzar en mayores grados de organización y de conciencia política en un sentido socialista y revolucionario. Entre esos movimiento se destaca el de mujeres, como uno de los más dinámicos, masivos y combativos a nivel internacional, que ha logrado conquistas enormes como el derecho al aborto en Argentina y estuvo a la vanguardia de la pelea contra Trump.  

En conclusión y como señalamos al comienzo, el escenario político internacional se volverá cada vez más conflictivo y escalarán las guerras y la lucha de clases. Y las causas de este escenario de barbaries, guerras y catástrofes ecológicas hay que buscarlas en el propio sistema capitalista, que, con su voracidad de ganancia económica, sólo produce cada vez mayores padecimientos para las grandes mayorías del mundo. Por eso, en este nuevo presente histórico no sólo está planteado enfrentar los ataques cada vez más duros de la extrema derecha, plantearse de forma categórica contra las guerras imperialistas y el genocidio por parte del Estado Israel contra el pueblo palestino, sino, al mismo tiempo, volver a colocar la perspectiva del socialismo como horizonte histórico superador para la humanidad.


  1. Para caracterizar el régimen social y político que edificó la contrarrevolución stalinista a partir de la década de 1930 nos valemos de la categoría de Christian Rakovsky de “Estado burocrático”. Puede verse un detallado análisis de la burocracia y su política en “Declaración en vista del XVI Congreso del Partido Comunista de la URSS”, del 12 de abril de 1930, escrita por Rakovsky y firmada también por Kossior, Mouralov y Kasparova. Publicado en “Cahiers Leon Trotsky” Número 7/8, Año 1981. Ver link: https://www.marxists.org/francais/clt/1979-1985/CLT07-08-1981.pdf  ↩︎
  2. Es importante señalar que tanto URSS estalinista y la China maoísta no fueron sociedades socialistas ni tampoco tuvieron regímenes políticos gobernados por la clase trabajadora. Al contrario, se trató de sociedades controladas por diversas formas de burocracias políticas que explotaron económicamente a las masas y las oprimieron políticamente. Aunque se siguieron llamando “socialistas”, esto no fue sino una etiqueta para legitimarse y mantener cierto prestigio frente a la clase obrera. ↩︎
  3. Roberts, Michel. Las tres contradicciones de la Gran Depresión, 21/2022, https://www.sinpermiso.info/textos/las-tres-contradicciones-de-la-gran-depresion ↩︎
  4. Informe del Banco Mundial, Global Economic Prospect, Junio 2024. 
    https://www.bancomundial.org/es/publication/global-economic-prospects ↩︎
  5. Informe del Fondo Monetario Internacional, Perspectivas de la Economía Mundial, Abril 2024. 
    https://www.imf.org/es/Publications/WEO/Issues/2024/04/16/world-economic-outlook-april-2024 ↩︎
  6. Para un estudio profundo de la pandemia del COVID-19 y sus impactos pueden verse los artículos de Ian Angus en www.vientosur.info. Además, son centrales los estudios del epidemiólogo marxista Rob Wallace y del historiador Mike Davis. ↩︎
  7. “Entramos en una época de pre-guerra” señaló el Primer Ministro de Polonia, Dusk, en marzo de 2023. https://www.dw.com/es/primer-ministro-polaco-europa-est%C3%A1-en-una-%C3%A9poca-de-preguerra/a68701888 ↩︎
  8. Ver el informe completo “Ukraine Support Tracker” realizado por el Instituto Kiel para la Economía Mundial, donde se detallan los aportes realizados a Ucrania por 41 países del mundo desde febrero de 2002 hasta agosto de 2024. Link: https://www.ifw-kiel.de/topics/war-against-ukraine/ukraine-support-tracker/ ↩︎
  9. Roberts, Michael, “FMI, BRICS+ y la economía capitalista mundial”, 24/10/2024. https://rebelion.org/fmi-ybrics-no-hay-vuelta-atras-hacia-bretton-woods-para-la-economia-mundial/ ↩︎
  10. Ortiz, Burke, Berrada, Saenz Cortes. “World protests. A study of key protest issues In the 21st Century”. Año 2022. https://link.springer.com/book/10.1007/978-3-030-88513-7 ↩︎
  11. Husson, Michael. http://hussonet.free.fr/clasomexa.pdf ↩︎

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