La Organización Socialista de los Trabajadores (OST) es un nuevo agrupamiento político formado por trabajadores, estudiantes, docentes de escuelas públicas, universitarios que venimos de ser parte activa en las enormes luchas contra los ataques de Milei, compañeras del movimiento de mujeres que le hacemos frente a la ola reaccionaria y conservadora que quiere quitarnos nuestros derechos conquistados, jóvenes que luchamos en defensa de la naturaleza y el medioambiente, así como también compañeros que comenzamos a militar en los 70´ y volvemos a iniciar una nueva experiencia de organización que permita tender puentes de continuidad en la lucha por el socialismo.
En junio de este año nos retiramos del Nuevo MAS y luego de un proceso de debate y deliberación resolvimos constituir una nueva organización socialista revolucionaria. Las razones para hacerlo son muchas. Pero hay una central: buscamos una profunda transformación de la sociedad para terminar con la explotación económica del capitalismo y todas las formas de opresión y alienación que nos impone. Por eso nos sentimos parte de las nuevas generaciones que a lo largo y ancho del mundo toman las calles contra las injusticias y desigualdades que no paran de crecer. Desde la juventud que ocupó universidades en solidaridad con el pueblo palestino, los obreros de Samsung que protagonizaron una histórica huelga en Corea del Sur, pasando por el destacado movimiento de mujeres en Argentina que conquistó el derecho al aborto, hasta la rebelión antirracista en EEUU tras el asesinato a George Floyd. Se trata de emergentes de una nueva época donde hay un renacer de la organización y la lucha colectiva que, con desigualdades, comienzan a cuestionar a la sociedad capitalista y sus más viscerales expresiones de extrema derecha.
Nos sentimos parte de ese cuestionamiento al capitalismo y por eso queremos contribuir a su organización política desde una perspectiva que plantee un horizonte de sociedad superador, esto es, el socialismo internacional de los trabajadores. Un nuevo tipo de sociedad basada en la cooperación social y el bien común, y no en la competencia, el dinero y los privilegios, donde la producción económica no se haga sobre la base de la explotación laboral y el sometimiento de los trabajadores, sino por medio de la asociación colectiva e igualitaria de las personas. Una sociedad guiada por la solidaridad y la realización de la igualdad social, donde las mujeres vivan liberadas de la opresión y la violencia del patriarcado. Un mundo donde reine la libertad de expresión en todo sentido y la educación, la ciencia y la cultura no estén supeditadas a la lógica de la ganancia económica sino al servicio de la plena realización del bienestar del ser humano. Una sociedad donde no haya más guerras ni genocidios porque no habrá ni territorios, ni riquezas que defender o conquistar, sino una asociación mundial de naciones que se organizarán para cooperar entre sí en beneficio del conjunto y bajo un criterio de cuidado y protección de la naturaleza y el medioambiente.
Fue esa idea del socialismo la que tenían Marx y Engels cuando trazaron las bases de la teoría y el programa político del socialismo, y décadas después buscaron realizar efectivamente Lenin y Trotsky a través de la Revolución Rusa, la primera revolución socialista triunfante de la historia. Un evento colosal que llevó a la clase obrera al poder e impulsó en todo el mundo la alternativa socialista de los trabajadores como un horizonte de lucha para toda la humanidad.
Pero como toda lucha, no tenía el objetivo asegurado de antemano y la contrarrevolución stalinista derrotó ese intento emancipador, transformando al socialismo en un monstruo autoritario, burocrático y alejado de la vida y los intereses de los trabajadores. Una imagen del socialismo que aún hoy sigue vigente en la cabeza de millones en todo el mundo y que personajes como Trump y Milei, pero también la socialdemocracia y el reformismo pseudoprogresista, quieren volver a instalar entre los más jóvenes para inyectarles “anticuerpos”, de modo de evitar que el profundo cuestionamiento a la sociedad capitalista comience a girar nuevamente hacia la izquierda y el socialismo se vuelva a colocar como una alternativa real. Sin embargo, en EEUU, ha venido creciendo en los últimos años una creciente simpatía por el socialismo, luego de décadas de estar profundamente estigmatizado.
Por eso, hoy no sólo es necesario dar una pelea en el terreno político y económico contra las injusticias del capitalismo, los ataques de la extrema derecha y su ofensiva macartista, sino también en el plano ideológico, cuestionando las ideas que legitiman y defienden al capitalismo y colocando la perspectiva de su superación a través del socialismo. Porque sin la construcción de una idea de futuro, de la reconstrucción de una sociedad alternativa a la actual, es imposible salir del “laberinto sin salida” que los partidos políticos actuales imponen a la conciencia política de los trabajadores y la juventud. Necesitamos romper con la inercia de que sólo se puede luchar y soñar por algo acotado a lo que es posible en los marcos del capitalismo, porque de hecho es el propio sistema el que volvió imposible mejorar las condiciones de vida de la humanidad. Porque es esta sociedad regida por la sed de ganancia sin fin la que volvió imposible detener la destrucción de la naturaleza.
Independencia de clase y estrategia socialista
Desde el inicio del Siglo XXI ha habido diferentes experiencias políticas referenciadas en el ideario de izquierda y/o socialista.
A nivel internacional, la primera de alto impacto fue en América Latina, cuando en el año 2005 Chávez postuló “la vía venezolana al socialismo” y volvió a despertar en todo un sector un enorme entusiasmo. Sin embargo, con el tiempo quedó demostrado que sólo se trataba de un discurso de “izquierda” pero que el contenido real era el de un capitalismo dependiente y extractivista con fuerte injerencia estatal, donde nunca se llevó a la clase obrera al poder ni se expropió a la burguesía. Para nada se trató un proyecto de emancipación de la clase trabajadora y las mayorías sociales. Vale decir que la desilusión con esta experiencia tuvo un impacto muy negativo para la reconstrucción de la conciencia socialista, en tanto se volvió a asociar al socialismo con un tipo de gobierno y de sociedad que sostuvo todas las desigualdades que implica la explotación del trabajo, la opresión de las mujeres, la violencia del Estado y la pobreza de millones.
Luego, tras enormes protestas sociales en Europa, surgieron expresiones de izquierda reformista. Así, en el año 2015 en Grecia llegó al gobierno Syriza, presentándose como una “izquierda radical”, de ruptura con los poderes económicos de la Unión Europea, prometiendo toda una serie de medidas sociales y políticas de avanzada. Pero en pocas semanas las cosas fueron en sentido contrario. Pactaron con la Unión Europea un brutal ajuste económico, traicionando las expectativas de millones. Otra experiencia “fallida” de gobierno de “izquierda” que se inclinó para el lado de los grandes capitales y contra la clase trabajadora.
Un derrotero similar fue el de Podemos en el Estado español. En un primer momento, tras las protestas del movimiento de los Indignados en 2011, surgió bajo un discurso contra “la casta”, planteando “profundizar la democracia” y distintas reformas sociales. Pero tras una serie de triunfos electorales, en el año 2020 terminó pactando con el PSOE, uno de los partidos capitalistas pilares del Estado español, para integrarse a su gobierno, abandonado todo aire de transformación (aunque sea reformista) que tuvo en sus orígenes. Un curso acelerado de capitulación a una política burguesa que lo llevó a un retroceso político de importancia.
Aún con diferencias entre sí, tanto el chavismo, como los partidos Syriza y Podemos, si bien comparten un ideario de izquierda, nunca se plantearon ir hacia una confrontación con el capitalismo ni se declamaron por una estrategia socialista clásica, esto es la revolución social de los trabajadores. En gran medida son todas corrientes tributarias de alguna forma de capitalismo aggiornado con injerencia estatal y reformas sociales.
También, en estos años de inicio de siglo, hubo reagrupamientos políticos amplios que sí se posicionaron como anticapitalistas y socialistas, configurando experiencias progresivas de organización de la vanguardia de los trabajadores y la juventud. Nos referimos al PSOL (Partido Socialismo y Libertad) de Brasil surgido en el 2005 y al NPA (Nuevo Partido Anticapitalista) de Francia formado en el 2009.
Ambas formaciones fueron muy progresivas durante algunos años como iniciativas para reagrupar a la vanguardia política de izquierda y reinstalar ante un amplio público una alternativa independiente de los explotados y oprimidos. Pero ante la emergencia de la extrema derecha y las presiones que surgieron para evitar su llegada al poder, las alas dirigentes moderadas y reformistas de estos partidos rompieron con la independencia política y apoyaron al PT en Brasil, un partido capitalista con base de trabajadores y sectores populares, y al Nuevo Frente Popular de Mélenchon, una formación pequeñoburguesa reformista, alejada completamente de toda pretensión de transformación revolucionaria.
De la división del NPA en 2022 surgieron dos partidos. Por un lado, quienes impulsaron su quiebre para ir detrás de Mélenchon formando el NPA-Anticapitalistas, que fue asumiendo una deriva cada vez más integrada a una política reformista, hasta llegar incluso a posicionarse a favor de la intervención de la OTAN en la guerra en Ucrania. Y por otro lado quienes formaron el NPA-Revolucionarios, sosteniendo una clara orientación de independencia de clase, constituyen un agrupamiento político socialista y revolucionario que concentra una militancia joven de estudiantes y trabajadores y son un punto de apoyo para la construcción de un partido socialista de la clase trabajadora en Francia.
Veamos, por último, el caso de Argentina, donde desde el 2011 viene existiendo el Frente de Izquierda (FIT-U), compuesto por organizaciones trotskistas de distinta tradición histórica. Se trata de un frente mayormente electoral, surgido para evitar la proscripción de las PASO. Si bien mantuvo la independencia política de clase -y esto es un hecho progresivo en sí mismo-, no ha logrado, ni se lo ha propuesto, constituirse como una herramienta de organización de la amplia vanguardia luchadora del país. Por otro lado, ha carecido de un perfil más de conjunto anticapitalista y socialista que permita aportar a la tarea más importante que tenemos los revolucionarios hoy en día: contribuir a la organización y el desarrollo de una conciencia socialista de los trabajadores y los jóvenes.
Desde la OST le damos una importancia estratégica a la reconstrucción de la conciencia socialista, porque se trata del principal déficit político de las experiencias de lucha y organización que recorren el mundo, y al mismo tiempo uno de los procesos menos objetivos que provoca la creciente tendencia a la lucha de clases. De hecho, la forja de una nueva perspectiva histórica de superación del capitalismo no es algo que surja de forma espontánea y objetiva de la propia experiencia, sino de su procesamiento consciente a través de las luchas colectivas de los trabajadores y los distintos movimientos de lucha de los explotados y oprimidos. Un proceso de elaboración política que a nivel de las grandes masas sólo puede operarse como parte de un ascenso de la lucha de clases, bajo un período donde la clase trabajadora sea protagonista de los eventos sociales y políticas, y no mera espectadora, como pretenden los partidos políticos de la burguesía. Pero, al mismo tiempo, con la lucha no alcanza para desarrollar esa conciencia. Es ahí donde entra la importancia estratégica que tienen los partidos y organizaciones socialistas revolucionarias para colaborar en organizar esa perspectiva.
De la necesidad de un partido socialista
Como señalamos en nuestra “Carta a la militancia socialista”, nos retiramos del Nuevo MAS porque se hizo imposible debatir, en tanto se clausuraron los ámbitos democráticos para hacerlo, la nueva orientación sindicalista, oportunista y despolitizada que implicó un abandonó completo a la tarea central de la reconstrucción de la conciencia de socialista en detrimento de un intento desesperado por “ganar representaciones de centros de estudiantes”. Una deriva que llevó a adoptar crecientes rasgos de aparato burocrático separado de la actividad de los trabajadores, imprimiéndoles prácticas sectarias y sustituístas.
Un giro que durante los últimos años afectó de forma dramática las caracterizaciones políticas, planteando la idea de una “guerra civil” en marcha como marco para justificar cualquier tipo de pelea política al interior de la organización y hacia el resto de la organizaciones, combinándolos con campañas electorales y sindicales despolitizadas y con rasgos de oportunismo que mutilaron el perfil y el matiz que el partido había comenzado a configurar años atrás. Así, ante la negativa por parte de la dirección a que se procesen estos debates, aplazando de forma recurrente la realización del Congreso partidario por más de 6 años, interviniendo nuestra regional de la Ciudad de La Plata y generando un clima de hostilidad creciente hacia los militantes de la misma, las posibilidades de plantear de forma abierta y democrática nuestros puntos de vista y perspectivas no tuvo más lugar.
Desde entonces nos dimos un proceso de debates y resolvimos constituir un nuevo agrupamiento para aportar a la organización política independiente de la clase trabajadora y al desarrollo de la conciencia socialista y revolucionaria. Somos una organización marxista, que lucha para que la clase trabajadora se constituya en un actor político independiente y sea la protagonista, junto a las juventudes, las mujeres y diversidades de género, los activistas ecológicos y cada movimiento en defensa de los explotados y oprimidos, de realizar una transformación socialista y revolucionaria de la sociedad actual.
Frente a los demás partidos políticos capitalistas, la clase trabajadora tiene que organizar su propio partido, con un programa y estrategia que tenga al socialismo como objetivo de emancipación para el conjunto de los explotados y oprimidos. Para orientar esa tarea constructiva, recogemos las enseñanzas de Lenin sobre la construcción de partido de vanguardia, la importancia de una organización política centralizada, que promueva como vector central la formación ideológica y política de su militancia, como base para una construcción al mismo tiempo democrática que garantice el procesamiento de las diferencias que la propia lucha de clases vaya requiriendo.
Desde el punto de vista de la estrategia, partimos de la teoría de la revolución permanente de León Trotsky, de la necesidad de que sea la clase trabajadora la protagonista política, la dirección de un proceso de revolución social que necesariamente contendrá amplios sectores de los explotados y oprimidos. Una revolución que tendrá que resolver todo tipo de problemas sociales, políticos y nacionales, dependiendo del país y la región del mundo que se trate.
Como quedó confirmado en las experiencias revolucionarias del Siglo XX, sólo la clase obrera organizada y consciente puede realizar las dos tareas fundamentales para avanzar hacia el socialismo. Primero, la toma del poder político y la expropiación de la burguesía, que en sí mismo no ha sido un hecho que sólo la clase obrera ha podido hacer, sino que en las revoluciones en China y en Cuba fueron sectores del campesinado y medios urbanos quienes hicieron la revolución. Pero lo que no han podido hacer estas dos revoluciones es lo que la clase obrera sí tiene la capacidad social y material de realizar: avanzar en un proceso de socialización de los medios de producción, ir hacia una sociedad donde ella misma como clase que trabaja sea al mismo tiempo la clase que gobierna y organiza la sociedad. Sólo la clase trabajadora puede poner en pie una sociedad superadora del capitalismo, de la explotación del trabajo ajeno, de la alienación que implica la división social en clases antagónicas.
En el caso de la revolución rusa, la posibilidad de la transición al socialismo, esto es, que la clase obrera vaya progresivamente aumentando su peso social y su poder político, quedó abolida por la contrarrevolución stalinista a partir de la muerte de Lenin y durante la década de 1930. Por medio de una reacción sangrienta, las purgas y la transformación del Partido Bolchevique en un partido burocrático del Estado, el desplazamiento de los trabajadores de los resortes del poder estatal y toda una serie de medidas políticas, se quitó a la clase obrera del poder del Estado, del gobierno efectivo de la sociedad.
Desde la Organización Socialista de los Trabajadores sostenemos que el balance histórico de que la clase trabajadora sea la protagonista política de la revolución socialista no puede ser sólo un análisis de los hechos del pasado: tiene que hacerse carne en el proyecto político, en la organización política que hay que construir. Por eso un partido socialista tiene que tener la máxima preocupación por aportar a la conciencia política de los trabajadores, a su educación política, su formación ideológica, y a ser parte orgánica de la clase, evitando caer en un sustituismo sindicalista que sólo abona a la separación del partido con la clase, transformándolo en un aparato burocrático, justo lo contrario a lo que hay que hacer.
Así, el partido no puede construirse contra los procesos de autoorganización de los trabajadores y la juventud, sino aportando a su experiencia y planteando sus perspectivas para que logren avanzar, politizarse, fortalecerse. Tampoco un partido socialista puede construirse haciendo sindicalismo, rebajando la política a campañas sindicales vaciadas de política. Toda actividad sindical, electoral o del tipo que sea, el partido la hace partiendo de la necesidad de aportar al desarrollo de la organización, de la lucha y de un avance en la conciencia política.
Por lo tanto, el partido no tiene que adaptarse al estado de conciencia media, y muchísimo menos en estos tiempos donde importantes sectores de masas giraron hacia posiciones derechistas y conservadoras, sino colocándose junto a los sectores más avanzados, por su acción y su conciencia, de la clase trabajadora y la juventud. Y desde esa experiencia que la vanguardia política va haciendo, el partido tiene que nutrirse, construirse y desarrollarse. Claro que, para eso, tiene que forjar una sana relación política con la vanguardia política, con los luchadores, con los activistas, con los obreros que van al frente, con los estudiantes que organizan la luchas, con las mujeres que pelean día a día contra la violencia, etc. Es decir: el partido tiene que aportar en cada experiencia de lucha desde su perspectiva socialista, para colaborar con el aumento y fortalecimiento de estos procesos progresivos y no contra ellos.
La construcción de una nueva Internacional Socialista de los Trabajadores
Como desarrollamos en el documento político sobre la situación internacional que acompaña esta presentación, estamos en una época de reinicio de la experiencia política de la clase trabajadora y las nuevas generaciones. El hecho de que los partidos socialistas revolucionarios aún sean expresiones de vanguardia y no grandes partidos es parte del momento actual. Y eso vale también para una de las necesidades más acuciantes y estratégicas del período actual: volver a poner en pie una Internacional Socialista de los Trabajadores.
Se trata de una tarea central puesto que la lucha por el socialismo es internacional y para eso requiere una dirección política que permita orientar y organizar esa perspectiva. Por eso, al mismo tiempo que es necesario impulsar partidos socialistas revolucionarios en cada país, hay que ir sentando las bases para ir hacia mayores grados de coordinación entre organizaciones, incluso de diferentes tradiciones del socialismo revolucionario. No es una tarea sencilla y reina una gran fragmentación a nivel internacional, pero sin dudas la preocupación por tener esa tarea va de la mano con la tarea más importante del período actual: la reconstrucción de la organización y la conciencia socialista de los trabajadores.
Organización Socialista de los Trabajadores (OST). Diciembre de 2024, Argentina.









