El pasado 21 de abril murió el Papa Francisco, uno de los pocos, si no el último, referente de perfil «progresista» que ocupaba un puesto de relevancia a nivel mundial. En un contexto de creciente polarización, de ofensiva capitalista con gobiernos y representaciones de extrema derecha como Trump, Milei, Meloni, Le Pen, la AFD, VOX, entre otros, Bergoglio aparecía como un rostro más “humano” en el capitalismo actual.
El momento histórico de Francisco
El Papa Francisco asume en marzo de 2013, en un intento de relegitimar a la iglesia que venía siendo cuestionada, sobre todo, desde principios de los 2000, particularmente bajo el mandato ultrarreacionario de su antecesor, Benedicto XVI, mejor conocido como el “Papa nazi». El catolicismo se encontraba perdiendo fieles por izquierda, que veían a la iglesia como una institución arcaica y reaccionaria, y por derecha, en los que veían en las distintas variantes protestantes una salida frente a una iglesia católica que no los cautivaba.
Esta crisis que atravesaba la Iglesia era producto de las rebeliones populares del siglo XXI que cuestionaban al capitalismo en su versión neoliberal. Un capitalismo que generaba cada vez más hambre, pobreza, represión y exclusión social. Con Juan Pablo II a la cabeza, conocido anticomunista (quien bendijo la caída del muro de Berlín), la Iglesia dio su beneplácito a los gobiernos liberales de derecha y a sus planes profundamente anti obreros.
Como respuesta a esta avanzada se produjeron rebeliones populares en América Latina (Venezuela, Argentina, Bolivia y Ecuador) para ponerles un freno a estos gobiernos. Luego en Europa, Asia y África surgen respuestas a la ccrisis del 2008 (Occupy Wall Street, Indignados en España, la Primavera Árabe, la rebelión del pueblo Griego, entre otros), cuestionando a las instituciones burguesas y sus políticas de explotación.
Entre esas instituciones se encontraba la Iglesia Católica: la institución más antigua y reaccionaria de este sistema, que defiende a rajatabla al capitalismo y el patriarcado. Institución que sostenía y predicaba posiciones retrógradas y opresivas para la mayoría de la población y que era vista como una organización que fue parte de las dictaduras en el mundo al mismo tiempo que se destapaban miles de casos de curas abusadores que eran encubiertos por la institución.
Así como la burguesía tomó nota y dio un giro hacia gobiernos de corte progresista (Obama, primer presidente negro en EEUU, Syriza, Kirchner, Lula, Evo, Chávez. Podemos en España, aunque sin ser gobierno) para cooptar las rebeliones populares, con concesiones que de fondo no modificaban la explotación y opresión de los trabajadores, mujeres, colectivo LGBT, indígenas, etc., la iglesia hizo lo propio eligiendo a un cardenal jesuita y de servicio a los pobres para darle a esta institución un rostro “humano” y en sintonía con los nuevos aires mundiales.
Francisco fue un Papa que quiso venir a cooptar y atraer nuevamente a los sectores que rompían y repudiaban a la Iglesia Católica. No hizo trasformaciones de fondo, pero dio concesiones en el discurso como máximo referente de esta institución. Por ejemplo: repudió el accionar de los curas abusadores, pero se negó a implementar en la iglesia la tolerancia cero pedida por la agrupación SNAP (Organización de sobrevivientes de abuso eclesiástico). Reivindicó a la lucha de las Madres de Plaza de Mayo, pero no se le ocurrió abrir los archivos que tiene la iglesia durante la dictadura militar que podrían aportar a seguir encontrando nietos que fueron expropiados por los militares y bautizados por la iglesia. Ha dicho que bendecía a los homosexuales y que no era quien para juzgarlos, pero también siempre fue un férreo opositor del derecho al aborto libre, legal, seguro y gratuito, derecho que implica la posibilidad de decidir y que es el que le pone un freno a los ataques al movimiento de mujeres y diversidades. Una de sus últimas declaraciones fue pidiendo el cese al fuego en Gaza, pero sin mencionar que hay un genocidio en curso, al mismo tiempo que, sigue sosteniendo al Estado de Israel.
El rol de la Iglesia Católica
Es en ese marco que nos parece importante clarificar acerca del rol disciplinador y reaccionario que cumple la iglesia, no sólo para las mujeres y diversidades -cuestionado en los últimos años por el movimiento feminista internacional- sino también para el conjunto de la clase trabajadora, garantizándole la paz social a la burguesía en su avanzada capitalista. Hoy aparece como conciliadora entre las clases (que son irreconciliables) para velar las contradicciones del capitalismo. Es en ese sentido que vimos como todos los sectores desde el progresismo hasta la extrema derecha cerraron filas para despedir al Papa y reivindicar al catolicismo, cuidando una de las instituciones más importantes para la burguesía sobre todo en este momento de crisis a nivel mundial.
La Iglesia Católica es la institución que ha bendecido las distintas dictaduras que se llevaron adelante en el mundo, siendo parte y cómplice de las desapariciones y asesinatos de quienes peleaban contra el capitalismo y por una sociedad sin opresión. Además, se opuso con movilizaciones y discursos a la lucha y organización del movimiento feminista (siempre mantuvo firme su posición contra el derecho al aborto). Es decir, es una de las instituciones que defiende, ante todo, al capitalismo y al patriarcado. Una institución sostenida por la burguesía y el imperialismo.
Lo que realmente permitió que la iglesia tome un perfil más progresista en su discurso fueron las luchas y conquistas producidas por las rebeliones de principio de siglo y por el movimiento feminista. Hoy el peronismo (expresión del progresismo en Argentina) reivindica la figura de Francisco para lavarle la cara a esta institución reaccionaria y así negar la intervención de los trabajadores, la juventud y el movimiento feminista. En estos momentos de crisis quiere instalar que la salida es por la vía de un salvador (que este cerca de los pobres pero que no haga nada para cambiar la pobreza estructural) y no quiere profundizar bajo ningún punto de vista el camino de las rebeliones y la organización desde abajo. Asimismo, lo hacen con Perón, Néstor Kirchner o Cristina, porque en lo que acuerdan con la Iglesia Católica es en borrar del mapa la acción de los trabajadores para cuidar al capitalismo y sus instituciones. Las direcciones peronistas le temen más a la organización de la clase obrera que al avance de la extrema derecha.
La burguesía, sus partidos, sus instituciones utilizan la religión para oprimir a los trabajadores, para que estos no sean un sujeto que transformen la realidad. Marx escribía que “La abolición de la religión como felicidad ilusoria de los pueblos es la demanda por su felicidad real. Exhortarlos a renunciar a sus ilusiones sobre su condición es exhortarlos a renunciar a una condición que requiere ilusiones. La crítica de la religión es, por lo tanto, en germen, la crítica de ese valle de lágrimas del cual la religión es el halo.
La crítica ha arrancado las flores imaginarias sobre las cadenas no para que el hombre continúe soportando las cadenas sin fantasía o consuelo, sino para que se deshaga de las cadenas y recoja la flor viva. La crítica de la religión desilusiona al hombre, de tal suerte que piense, actúe y dé forma a su realidad como un hombre que ha descartado sus ilusiones y recuperado sus sentidos, de tal suerte que se mueva en torno a sí como su propio y verdadero sol”.
Luchemos por un mundo sin opresión, una alternativa obrera y socialista
Se abrió un nuevo periodo a nivel mundial que la mayoría de las jóvenes generaciones no hemos vivido. Un periodo de crisis y polarización, en el que hay una guerra en curso en Europa, guerra comercial entre las principales potencias del mundo y un genocidio al pueblo Palestino en manos del Estado sionista de Israel. Hay recesión económica y la burguesía está jugada a hacerle pagar la crisis, que ellos mismos generan, al conjunto de la clase trabajadora. Esto con sus representaciones más reaccionarias.
Por otra parte, las representaciones progresistas quieren seguir hablando de que es posible un capitalismo más humano, pero van a contramano de este periodo y por lo tanto llevan a la frustración y desmoralización al conjunto de los explotados y oprimidos. Porque siendo las direcciones de los sectores que quieren luchar contra la desigualdad del mundo, les niegan la posibilidad de acción y organización, y le garantizan a la extrema derecha que continúe con su plan.
Una de las expresiones más burdas fue la de Juan Grabois, que pidió paredón para los docentes y médicos que luchan por sus condiciones de trabajo y por la salud y educación pública. Eso es lo que defienden las direcciones que hoy quieren que el conjunto de los explotados y oprimidos estemos bajo el manto de la Iglesia Católica: Que ni se nos ocurra discutir a este capitalismo en crisis para construir una perspectiva de los trabajadores.
Desde la OST, como marxistas revolucionarios, entendemos que la única salida a la crisis capitalista sólo puede venir de la mano de la clase trabajadora, porque las instituciones como la Iglesia católica o el Estado pueden por momentos tener caras o discursos más o menos progresistas pero eso siempre es producto de la organización y la lucha de los de abajo que estos mismos quieren borrar. Porque la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases. Por eso es necesario construir un alternativa obrera y socialista, que cambie este mundo de raíz terminando con el capitalismo patriarcal, por una vida que sea vivible sin explotación ni opresión.
En esa perspectiva, este 1° de Mayo, Día Internacional de los Trabajadores, vamos a realizar un almuerzo junto a trabajadores, estudiantes, compañeros luchadores de los ’70, y activistas feministas, reivindicando la lucha que llevaron adelante los Mártires de Chicago y la pelea en la actualidad contra el plan reaccionario de Milei y la extrema derecha en el mundo.









