El PTS publicó una nota en polémica con nuestra organización en la que califica de “sectaria” la decisión de no integrarnos al FIT-U y presentar listas de la OST en La Plata y Ensenada en las próximas elecciones bonaerenses. Esta crítica la presentan como parte de una política “aperturista” hacia otras organizaciones que el PTS estaría impulsando para el FIT-U, razón por la cual los compañeros aducen que hemos priorizado “el orden en las listas” por sobre “la unidad de la izquierda”.
Nos parece que tanto la política del FIT-U durante el cierre de alianzas como los términos en los que está presentada esta polémica son reveladoras de la dinámica cerrada y conservadora en la que se ha sumido el FIT-U, y en todo caso, como parte de esa cerrazón, es ese frente el que es sectario con los activistas que emergen y los trabajadores que salen a luchar contra el gobierno de Milei y que al mismo tiempo no se sienten representados por ninguna otra opción del orden burgués, en particular del peronismo.
Un frente cerrado, sin abrirse al activismo
Desde varias semanas previas al cierre de alianzas, desde la OST lanzamos un llamado público a conformar reuniones y asambleas abiertas de la izquierda y el activismo obrero, estudiantil, feminista y de todos los sectores en lucha con el objetivo de conformar listas abiertas en las próximas elecciones, que se apoyen en la participación activa y en la integración de todas las luchas en curso con el objetivo de que, en el marco de la enorme crisis de representación política que transita el país, desde la izquierda podamos expresar la creciente bronca y malestar con el gobierno desde un punto de vista independiente, de lucha y socialista. Es decir, una política que es todo lo contrario al sectarismo que nos aduce el PTS. Hicimos este llamado en particular hacia las fuerzas del FIT-U, que no respondieron. Solamente llegamos a concertar una reunión con el Partido Obrero, quienes en público también hacían un planteo similar de realizar asambleas abiertas, pero luego en el encuentro admitieron que esto no podía hacerse porque “no había acuerdo en el FIT-U», es decir, priorizaban el acuerdo preexistente entre sus integrantes por sobre una verdadera política superadora que implique rediscutir los métodos y la intervención de la izquierda en el escenario político-electoral.
En el caso del PTS, que es el partido que mayor responsabilidad tiene por estar a la cabeza del FIT-U hace ya varios años, su supuesta “política de abrir el FIT-U a otras fuerzas” se limitó a un llamado a nuestra organización 24hs. antes del cierre de alianzas. Esa convocatoria de último momento buscaba, obviamente, evitar dar cualquier discusión política sobre el frente, su composición, sus listas y el contenido de la campaña. Todo el llamado “unitario” se limitó a proponer integrarnos a última hora a la cola del acuerdo ya cerrado entre ellos, sin posibilidad de que se procese ningún debate. Parafraseando el texto publicado por los compañeros del PTS, creemos que un llamado de ese tipo no es una actitud propia de una organización que busca discutir realmente la unidad de la izquierda.
Esta metodología del PTS a la que se pliegan los demás miembros del FIT-U expresan una dinámica gravemente conservadora y rutinaria en la que se ha sumido el frente. Lejos de servir para organizar y desarrollar a los sectores de vanguardia y el nuevo activismo que emerge contra el gobierno, el FIT-U se cierra a todos estos sectores, les niega la posibilidad de desarrollar una experiencia política junto a la izquierda abriendo espacios de participación, lo cual tendría un valor aun mayor en este contexto de crisis de representación donde millones están haciendo una experiencia con el gobierno, pero no ven una salida política a la situación. En el FIT-U, no hay ningún espacio donde debatir ni incluir realmente a nadie, más allá de los “lugares en las listas”. Increíblemente, un trabajador o trabajadora, un/a activista, un/a referente de una lucha, tiene las puertas cerradas en el Frente de Izquierda, que sólo lo convoca para ir y votar sus listas, como si se tratara de una fuerza del régimen más.
La izquierda debe jugar otro papel, que no sea solamente ser un polo de independencia de clase (algo imprescindible y el aspecto más progresivo que ha jugado el FIT-U desde su formación) pero circunscripto a la participación electoral escindida de la intervención en las luchas y de la experiencia de la propia clase trabajadora. Desde la OST creemos que la izquierda tiene una enorme potencialidad política si orientamos nuestra intervención en el sentido de tender puentes con los sectores más avanzados de la clase trabajadora, la juventud, las mujeres y diversidades. Pero eso implica revolucionar la dinámica del frente, abrirlo realmente para que en todos los lugares de trabajo y estudio, en todos los sectores donde se expresa la vanguardia, la izquierda ofrezca un canal de participación que una las luchas sindicales y contra el gobierno con una perspectiva política socialista.

El debate sobre la unidad de la izquierda no puede escindirse de este otro debate mucho más profundo. En vez de ser un polo de organización, el FIT-U discute los cierres de listas igual que el peronismo: a puertas cerradas, a último momento, limitándose a la distribución de cargos en las listas. Esta dinámica sí que es una política sectaria no sólo hacia el resto de las organizaciones como en nuestro caso, sino también hacia la vanguardia. Este sectarismo en el método es la otra cara de la moneda del oportunismo y el conservadurismo en la política.
Una política conservadora
En consonancia con esta dinámica de cerrazón y rutinarismo de la que venimos hablando, el FIT-U comienza ya a lanzar una campaña marcada por el conservadurismo y la adaptación al régimen. En medio de una crisis enorme de todas las fuerzas burguesas y frente a un Congreso que durante este año y medio mostró frente a los ojos de millones que es inútil para enfrentar al gobierno, el FIT-U y el PTS ya lanzan por enésima vez la campaña de “la izquierda al congreso” o que “la izquierda tiene que estar”, sin decirle a los trabajadores por qué ni para qué, y cuando lo hacen no mejora, porque se nos dice que son “la oposición que no transa”, es decir un llamado a “votar bien”. Se trata de una campaña más ubicada en ser la pata izquierda del régimen político que en organizar a los de abajo y en promover el desarrollo de su conciencia.
Decimos que estas campañas vacías de ideas son parte de una dinámica conservadora porque hace años que el FIT-U las encara con el eje exclusivo de obtener (o no perder) tal o cual parlamentario, o “entrar al consejo”, como en el caso de la ciudad de La Plata. Le hablan a la clase trabajadora como si se tratara de una necesidad objetiva que la izquierda “tiene que estar”, en vez de aprovechar la campaña para dar una batalla política socialista frente al enorme auditorio que abren las elecciones. El resultado es un conservadurismo político inconmovible incluso ante la gran oportunidad que se abre entre más amplios sectores para plantear nuestras ideas socialistas en el marco de la crisis de alternativa política burguesa que atraviesa el país. Al revés de lo que plantea Milei de que “los empresarios son héroes”, o que “los trabajadores explotan a los empresarios”, tenemos que poner en pie una gran campaña de clase, que proponga impuestos progresivos a los grandes empresarios y a los ricos para financiar salario, salud, educación y jubilaciones. Tenemos que mostrar que sí hay una salida para los de abajo: hay que ponerle impuestos a los más ricos y subirle las retenciones al campo, impuestos a las grandes constructoras y brokers inmobiliarios y regular los alquileres para que no superen el 20% del salario, para financiar un plan de viviendas, para la infraestructura escolar y la hospitalaria. La izquierda tiene que mostrar esta alternativa para disputar la conciencia, que librada a los partidos del sistema hoy se dirime entre la vida de miseria y precariedad que te propone Milei y la resignación a la que lleva el peronismo.
Ante la crisis de representación y los ataques de Milei, millones ven empeorar sus condiciones de vida al tiempo que no ven una salida política, con el peronismo enmarañado en su propia crisis e incapaz de ofrecer un camino alternativo al ajuste y el FMI, lo que explica los altos niveles de abstencionismo electoral. Que la izquierda renuncie a dar la pelea por ocupar ese espacio que se abre (política y no sólo electoralmente) prefiriendo jugar a “no perder” lo que tiene es un error político de magnitud. Cuando un trabajador, un estudiante, un activista, lee los afiches del FIT-U ve que la izquierda no dice nada tampoco porque en esa consigna no hay contenido socialista ni revolucionario. Desde la OST creemos que la tarea de la izquierda es aportar al desarrollo de la conciencia política de los trabajadores y eso arranca por desmentir el sintagma de Milei de que “no hay plata”, al que se adapta el peronismo: hay plata y la tienen los de arriba, los empresarios y los grandes millonarios que están amasando aún más fortunas con Milei, mientras millones de trabajadores y jubilados viven en la pobreza. Tenemos que defender nuestras condiciones de vida y nuestros derechos afectando las ganancias de los capitalistas: esta es la oposición de clase que sirve para enfrentar a Milei y al mismo tiempo proponer una salida ante la resignación a la que conduce el peronismo.
Desde la OST creemos que este es el debate que la izquierda se tiene que dar: El problema de la unidad no puede escindirse del cómo ni del para qué. En cambio, el PTS sostiene que no nos integramos al FIT-U porque no rompimos con el sectarismo del Nuevo MAS. Contestamos que nos fuimos del Nuevo MAS, entre otras cosas, porque ese partido giró hacia posiciones oportunistas y campañas vacías de contenido como las del PTS.
Esperamos que este intercambio sirva para desarrollar este debate entre nuestras organizaciones, la militancia y los luchadores, en un contexto de crisis histórica del capitalismo argentino y sus partidos, con una clase trabajadora que sufre ataques todos los días pero que de conjunto no ha sido derrotada ni desmoralizada, y que tiene en frente la tarea histórica de derrotar al gobierno más reaccionario desde la caída de la última dictadura.









