La campaña electoral en curso se da en un contexto de marcado deterioro político del gobierno de Milei, producto de múltiples elementos superpuestos: una economía claramente estancada sumada a una fuerte caída en el consumo popular, varias derrotas parlamentarias y los escándalos de corrupción por las coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad. Se trata de una importante crisis política que tiene al gobierno paralizado hace dos semanas, con la creciente perspectiva de una derrota electoral el próximo 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires. 

Bajo estas coordenadas políticas de la actual coyuntura, prosigue por abajo una enorme crisis de representación política que atraviesa al conjunto de la población. Tras el fracaso de los sucesivos gobiernos, la crisis económica y social y el advenimiento del gobierno más reaccionario desde la última dictadura, como es el de Javier Milei, el contexto político requiere poder dar debates de fondo y, sobre todo, ofrecer una salida para los millones de trabajadores que hoy no ven una alternativa, entre los ataques permanentes de Milei y la resignación que propone el peronismo.

Esto es lo que está detrás de los históricos niveles de abstención electoral que se registran en el país y que, todo indica, se ratificarán también en las próximas elecciones bonaerenses. Quisiéramos aprovechar la oportunidad para desarrollar el debate acerca de cómo llevar adelante una campaña electoral que sirva para desarrollar una política socialista, que muestre un camino para los de abajo, sobre la base de poner en primer lugar la voz de las y los trabajadores. Este debate tiene como interlocutor central al FITU, por ser la referencia de la izquierda a nivel nacional, pero también a los sectores que ven con simpatía a Juan Grabois, que se propone ser algo así como la “renovación por izquierda” del peronismo.

Grabois: combatividad para la tribuna 

La previa al cierre de listas nacionales, estuvo marcada por la incógnita de si habría una lista unitaria del peronismo, algo que luego se confirmó cuando los sectores del Frente Patria Grande ingresaron a las listas de Fuerza Patria, con Itaí Hagman en el primer puesto de la boleta porteña y con Juan Grabois en el tercer lugar en provincia de Buenos Aires. En las semanas previas, Grabois y Ofelia Fernández vociferaron amenazantes de que “iban a ir solos”, de que estaban cansados de que “estén siempre los mismos” o, más directamente, que no iban a participar de una lista encabezada por Massa.

Finalmente, el cierre de listas confirmó que, estas diatribas, no eran más que amenazas para la tribuna utilizadas como recurso para negociar lugares en las listas, y que dicha “renovación” no existe, ya que ahora integran las listas con el mismo armado político que conformó la fracasada experiencia del gobierno de Alberto Fernández. Ahora, este espacio suma la interna con Kicillof, una “pelea” que no discute nada de fondo en relación al proyecto político (como lo deja en claro el gobierno provincial bonaerense que deja pasar el ajuste de Milei), sino que se limita a definir quien encabeza el espacio. 

A esta dinámica se sumaron Grabois y compañía, cuyo discurso más “combativo” tenía como único fin terciar en la interna pero que, una vez integrados a las listas de Fuerza Patria, se sumaron a una campaña que no ofrece un verdadero plan alternativo a Milei, que se limita a llamar a que hay que “unir fuerzas para frenar a Milei” o simplemente a convencer a la población de que vaya a votar. El peronismo, obviamente, intenta capitalizar el creciente malestar de amplios sectores con el gobierno, pero al ser incapaz de postular una política opuesta y superadora a Milei, no logra dar respuesta a la enorme crisis de representación de millones con los partidos políticos tradicionales del país.

Acá es donde entra Grabois, que pretende empatizar con un sector de la base peronista que está enojado con la “inacción” y la parálisis del peronismo, pero que está muy lejos de plantear una política alternativa, como debería ser la ruptura con el FMI y el no pago de la nefasta deuda externa, la imposición de impuestos progresivos a los grandes empresarios y multimillonarios para financiar salud, educación y salarios. Muy por el contrario, el reverso del discurso combativo de Grabois es una política conservadora, de que hay que resignarse a darle apoyo a los gobernadores peronistas, a Kicillof en primer lugar, que paga salarios de miseria a docentes, estatales y trabajadores de la salud, porque “no se puede hacer otra cosa” o porque “no hay plata”, como dice Milei. En esa misma línea, el dirigente de Patria Grande dijo que “mandaría al paredón” a un docente que falta al trabajo por estar enfermo, al mismo tiempo que pretende promover una alianza con el Vaticano, en sentido contrario a las enormes conquistas del movimiento de mujeres y LGBT que se llevaron adelante en nuestro país.

El FITU: una campaña parlamentaria y vacía

Con el desarrollo de la campaña electoral bonaerense y el cierre de listas a nivel nacional, lamentablemente el FITU, encabezado por el PTS, está llevando adelante una campaña vaciada de contenido socialista y signada por una lógica parlamentaria que no es propia de un partido revolucionario.

En primer lugar, el FITU está encarando una política rutinaria que renuncia a dar la pelea por la conciencia de millones de trabajadores, limitándose a hablar de la importancia de la presencia de la izquierda en el parlamento, pidiendo el voto por ser “la oposición que no transa” (es decir que son diputados que “no se venden”) pero sin dar el debate de fondo acerca de que es necesaria una salida desde la clase trabajadora para la crisis de la Argentina capitalista.

El PTS lleva adelante una campaña que pone el foco en la representación parlamentaria y se olvidan de las enseñanzas más profundas que dejaron grandes revolucionarios, como Rosa Luxemburgo o Lenin, sobre la participación de los revolucionarios en el parlamento y en las elecciones. Estos momentos son tribunas desde donde dar la batalla política e ideológica por nuestras ideas socialistas, hablarle al conjunto de la clase trabajadora para desarrollar su conciencia como sujeto político, denunciar a los partidos del régimen como agentes de la clase capitalista, explicar que mediante la acción y la lucha de la clase trabajadora es posible defender los intereses de las mayorías y ofrecer una perspectiva de futuro, esto es un programa que cuestione la propiedad, el poder y la riqueza de los capitalistas y ofrezca una salida desde un punto de vista socialista desde la clase trabajadora.

En ese sentido, Rosa decía que el parlamentario socialista tenía que hablar “de la ventana para afuera” del parlamento, a los trabajadores, y no posicionarse como la pata izquierda del régimen. Si estas enseñanzas son universales, más valor adquieren todavía en nuestra situación política donde impera una desafección rampante de las masas con los partidos políticos de la burguesía.

La campaña del PTS y el FIT-U no hace nada de esto. Obviamente que en una campaña electoral pedimos el voto, pero es muy distinto hacerlo como parte de elevar la conciencia de nuestra clase a pedirlo posicionándose como el “verdadero” representante de los trabajadores que “no transa”, es decir, sembrando expectativas a que desde el parlamento se puede frenar a Milei. En todo caso, en la campaña del FITU lo que se le discute al peronismo es quién es el verdadero opositor a Milei, pero no se les explica a los trabajadores las razones de fondo de esta disyuntiva, por qué el peronismo no tiene un proyecto político alternativo ni mucho menos que la perspectiva de derrotar el plan de Milei solo puede provenir de que la clase trabajadora irrumpa como actor movilizado en la situación política

Esta perspectiva podría haberse llevado adelante, no declarativamente, sino abriendo el FIT-U a los activistas y los luchadores que están a la vanguardia de la pelea contra el gobierno, realizando asambleas abiertas para lograr la unidad de la izquierda y los luchadores, poniendo al frente del debate electoral a los jubilados, trabajadores del Garrahan, residentes, docentes, estudiantes, etc. Algo a lo que el FIT-U se negó rotundamente en pos de conservar el acuerdo cerrado por sus miembros hace ya varios años.

Esta negativa del FITU a superar su formato puramente electoral nos parece un error grave no sólo en la coyuntura de esta campaña electoral sino desde la perspectiva estratégica desde la cual actúan nuestros partidos: es un contexto internacional en el que se acrecientan los ataques y la polarización social, un mundo donde hay guerras, genocidios, ascenso de formaciones de ultraderecha pero también grandes huelgas, protestas y movilizaciones; también en Argentina, donde la burguesía, a través del gobierno de Milei, lleva adelante y prepara ataques históricos contra los trabajadores, pero ante un movimiento de masas que no está derrotado, que mantiene conquistas, organismos y capacidad de lucha y organización. En este escenario, la izquierda tiene que aportar a la preparación de la clase trabajadora para enfrentar esos ataques, que auguran grandes choques sociales. La intervención electoral del PTS y el FIT-U no es un camino en este sentido.

La campaña electoral de la OST: contra el gobierno y de clase 

Desde la OST, sabiendo que nuestra intervención electoral está limitada a la ciudad de La Plata y Ensenada dando nuestros primeros pasos como organización, pusimos en pie una campaña con un marcado contenido de clase, intentando mostrar que hay una salida a la crisis y es desde una alternativa de los trabajadores, afectando las ganancias de los grandes empresarios y poniendo esos recursos al servicio de las necesidades del pueblo, es decir, una campaña que plantea lo opuesto por el vértice a la política del gobierno, pero que está muy lejos del discurso opositor vacío del peronismo de “frenar a Milei”, que no puede ofrecer una alternativa. 

Se trata de un alto contraste entre la campaña vacía del FITU, en la que empapelan las calles con las consignas de “la izquierda al congreso”, o en la ciudad de La Plata “la izquierda al concejo”, y la nuestra, que puso eje en la frase “Derrotemos a Milei con una alternativa de y para los trabajadores. La riqueza que se llevan los empresarios, que vaya para salarios, jubilaciones, salud y educación públicas”. La primera, la del FITU, es completamente autorreferencial, mientras que la segunda, la de la OST, busca señalar al enemigo de clase que tenemos los trabajadores y que hace falta afectar la riqueza de los empresarios para poder resolver las necesidades de las grandes mayorías. Una campaña puramente parlamentaria, frente a otra de oposición política al gobierno y de clase en su programa. 

Es un momento crucial para batallar por instalar nuestras ideas socialistas y preparar a la clase trabajadora para los choques de clase que se avecinan, algo que lamentablemente el FIT-U renuncia a hacer en pos de un conservadurismo electoral y una creciente adaptación al régimen. Desde la OST, esperamos que este debate contribuya al conjunto de las organizaciones a fin de reflexionar y dar un giro en la necesidad de volver a colocar un claro perfil de clase y socialista en la identidad política de la izquierda en Argentina, al mismo tiempo que seguimos llamando al FITU a superar su experiencia de frente puramente electoral y se disponga a convocar espacios asamblearios reales, abiertos a la participación democrática de los trabajadores, los jóvenes y el activismo que pelea día a día por derrotar las políticas del gobierno. 

Este 7 de septiembre, castiguemos al gobierno de Milei con un voto socialista.

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