Tras más de año y medio de políticas ajuste y represión, los trabajadores y el pueblo dijeron ¡Basta! El resultado de las elecciones de este 7 de septiembre es claro: hay una mayoría social abrumadora que repudia al gobierno de Milei y su plan sistemático de ataques a los derechos sociales. Se trata de un pronunciamiento político amplio que hace caer el relato libertario y demuestra que se trata de un gobierno que está en clara minoría a nivel social.
Desde la OST, como organización socialista de las y los trabajadores, celebramos esta derrota del gobierno de extrema derecha de Milei y señalamos que los principales protagonistas de haber preparado este golpe a la legitimidad del gobierno son quienes todo este tiempo han venido luchando contra sus políticas de ajuste, entre los que se destacan los jubilados y las familias y personas con discapacidad. Ambos colectivos que desnudaron el carácter antipopular del gobierno y que se transformaron en referencia de lo que a millones les vino pasando desde que asumió Milei: que sus condiciones de vida no dejaron de empeorar. Por eso, de ahora en adelante llamamos a traducir este golpe en las urnas en un amplio y extendido proceso de movilización por todos los reclamos de los trabajadores y las grandes mayorías sociales.
Un “bastión” de las relaciones de fuerzas históricas
La primera cuestión que queremos destacar para evaluar el resultado electoral se refiere al estado de situación política de la clase trabajadora y de los explotados y oprimidos de la provincia de Buenos Aires. Que Milei haya sido derrotado en este “bastión” tiene una lógica profunda: en esta geografía el movimiento de masas ha sido protagonista de los procesos de lucha más importantes de las últimas décadas. Desde la rebelión popular del 2001 con el movimiento piquetero, el proceso de re-organización sindical en un extendido número de lugares de trabajo, como fábricas y escuelas, la recuperación de fuerzas en el movimiento estudiantil tras la baja histórica de la década del 90´. Luego, el surgimiento del poderoso movimiento de mujeres que conquistó el derecho al aborto, y así toda la amplia y colorida gama de expresiones de recomposición de las fuerzas de los explotados y oprimidos que, si bien tiene alcances nacionales, decididamente tiene su vanguardia política y su mayor poderío numérico en Provincia de Buenas Aires, y particularmente en el complejo AMBA que la unifica con CABA.
El hecho de que donde se concentra la vanguardia política del movimiento de masas de Argentina el gobierno de extrema derecha de Milei haya recibido una verdadera paliza electoral refiere directamente a que las relaciones de fuerzas conquistadas en las últimas décadas siguen vigentes. Es un dato mayúsculo para entender la dinámica política de los asuntos actuales y futuros y habla de los límites que sigue teniendo la burguesía y sus partidos políticos para imponer las reformas pro-mercado que vienen pidiendo hace años.
Aunque ese movimiento de masas excede ampliamente a todos los partidos políticos, en el terreno electoral la derrota de Milei fue capitalizada el domingo por el peronismo, que obtuvo el primer lugar en cantidad de votos. Pero si miramos como fueron las votaciones, las cosas son más complejas. La primera cuestión es que continúa la caída en la participación electoral, y a niveles cada vez más pronunciados. Si en las elecciones legislativas del 2017 votó el 79% del padrón, en las del 2021 votó el 70,2%, ahora los números cayeron al 61%. Una caída que expresa que sigue creciendo la crisis de representación que atraviesa al régimen político tras años y años de aumento sostenido de los padecimientos sociales en un cuadro económico de una larga década de estancamiento, caída de los salarios y crecimiento de la desigualdad social.

En el marco de esta merma de la participación, el peronismo apenas subió su caudal electoral con respecto a la última legislativa, pasando de 3,4 a 3,8 millones de votos, en un padrón electoral que creció en casi 2 millones, lo que representa sólo un 26% del padrón total, mismo porcentaje que en 2021. Pero el dato categórico es el desfonde de la alianza entre La Libertad Avanza y el PRO, que se pasaron de sacar en 2021 unos 4,2 millones a 2,7 millones en 2025, una caída de 1,5 millones de votos. Un verdadero derrumbe electoral que no se trasladó a ningún otro partido político, sino que optaron por no ir a votar. Es decir: el triunfo del peronismo no se explica porque sumó votantes “desilusionados” de Milei, sino porque los propios que votaron a Milei en octubre de 2023 resolvieron no darle su apoyo.
Por otro lado, hay una cuestión de importancia para el análisis y refiere a qué sector social y político dejó de votar a Milei y quién sí lo hizo. Y aunque una caída tan fuerte suele expresar a capas sociales amplias y diversas, al contrario de lo que se decía días previos de que los votantes de clase media y media alta que siempre votaron al Pro, ahora no lo harían por Milei por los escándalos de corrupción, todo indica que eso sí lo hicieron. Los datos de localidades donde habitan estos sectores expresan este hecho. Y que en realidad el votante de Milei es ahora el que históricamente votó al espacio de derecha, de perfil antiperonista. Del otro lado, el votante que lo dejó de apoyar está entre los trabajadores y sectores populares, en los barrios más pobres de la provincia, en donde la realidad del ajuste, la penuria del día a día que no alcanza la plata pegó con mucha fuerza.
Así, tras poco más de año y medios, amplios sectores sociales se desencantaron con Milei y sus políticas y si bien los casos de corrupción fueron la nota de color los días previos a la campaña, lo que motivó el rechazo masivo fueron las políticas de ajuste y el derrumbe de las condiciones de vida. Un hecho que persistirá y tenderá agravarse en los próximos meses.
Una espiral de crisis abierta
El impacto de semejante derrota en los mercados era de esperar. Los capitalistas apostaron todas las fichas a este gobierno y ahora ven como la “sostenibilidad” en el tiempo está cuestionada y abre enormes interrogantes sobre las elecciones nacionales de octubre. Una contienda donde se pondrá en juego no sólo un nuevo escenario político plebiscitario para Milei, sino además si logra obtener la cantidad suficiente de diputados y senadores para lograr el poder en el Congreso para avanzar sobre las reformas previsional, la laboral y la impositiva que piden el FMI y la burguesía de conjunto.
Por lo tanto, la semana arrancó con los mercados en una película de terror. Las acciones de las empresas más poderosas de Argentina cayeron más de 15% configurando la quinta peor caída de la Bolsa de la historia. Un cuadro de desesperación empresaria alarmante que incuba un escenario de crisis aún mayor que la se venía gestando en las últimas semanas y que augura un panorama claramente de incertidumbre sobre qué hará el gobierno de acá en adelante para sortear semejante tembladeral.
Tras el cimbronazo y la preocupación generalizada en los mercados salió el propio FMI a tratar de dar señales de apoyo, señalando que va a prestar su colaboración, reflejando que, al menos por ahora de palabra, el imperialismo y el gobierno de Trump quieren que evitar que un gobierno que le viene siendo completamente fiel y cipayo, entre una espiral de crisis que se lo lleve puesto. Pero los problemas económicos son mucho más estructurales que la propia voluntad del FMI: la Argentina hace una década que viene un virtual estancamiento económico que ningún de los gobiernos capitalistas ha podido revertir. Se trata de una grave crisis proseguida en el tiempo que aún no se ha resuelto y que Milei había prometido, tanto a la burguesía como a la población en general, que venía a resolver.
Sin embargo, las cosas no son lo que se esperaban. Ni para los millones que le dieron la espalda en las urnas, ni para la burguesía que quiere que siga gobernando por haber “avanzado” en el ajuste, pero sobre todo para que “complete” la tarea que le fue asignada: hacer todas las reformas pro-mercado que, según esperan, relanzaría el decrépito estado de decadencia del capitalismo argentina. Una tarea que, a la vista de cómo viene siendo las cosas, cada vez se vuelve más difícil de realizar no sólo porque las condiciones mundiales del capitalismo hacen inviable en la actualidad un nuevo ciclo de crecimiento sostenido, sino porque en Argentina existe un fuerte movimiento de masas que coloca límites a la imposición de estos cambios a favor de la clase capitalista y sus intenciones de redoblar la superexplotación.
La primera elección de la OST
Por nuestra parte, desde la OST el día domingo no sólo celebramos la derrota del gobierno enemigo de los trabajadores, sino además nuestra primera participación electoral en la Provincia de Buenos Aires, tanto en el municipio de La Plata como Ensenada. En primer lugar, porque estamos orgullosos de haber realizado una campaña socialista que colocó la necesidad del protagonismo las y los trabajadores en el centro de nuestro planteo, sobre la base de una fuerte denuncia de las políticas de Milei y del peronismo que deja pasar el ajuste. Una campaña que fue a hablar con los trabajadores en las puertas de las principales fábricas, ministerios y hospitales de la región y que estuvo en la calle dialogando ampliamente para señalar la necesidad de un cambio profundo en un sentido socialista. Con esta fuerza logramos ubicarnos como la segunda fuerza de la izquierda en la región alcanzando casi 3000 votos en los dos distritos.

Una campaña que contrastó claramente con la del FITU que se limitó a pedir “la izquierda al concejo”, vaciando todo su perfil de izquierda y socialista para tratar de empatizar con sectores más amplios. Lo que terminó en un fracaso: no sólo no consiguieron aumentar su caudal electoral, sino que rebajaron toda su política al intentar hacerlo, un problema de oportunismo electoral que viene creciendo entre las filas del FITU pero que en condiciones políticas de crisis como las actuales, este rutinarismo parlamentario desentona con el hartazgo político de millones y requiere un nuevo planteo político superador de los partidos políticos tradicionales.
Desde la OST vemos la necesidad de volver a colocar un claro perfil de clase y socialista en la identidad política de la izquierda en Argentina al mismo tiempo que seguimos llamando al FITU a superar su experiencia de frente puramente electoral y se disponga a convocar espacios asamblearios reales, abiertos a la participación democrática de los trabajadores, los jóvenes y el activismo que pelea día a día por derrotar las políticas del gobierno.
Aprovechar para salir con fuerza
Aunque el golpe recibido por el gobierno es mayúsculo, se trata, por el momento, de una derrota electoral. Profunda, sí, y que expresa una opinión mayoritaria de la población, pero eso no significa que el gobierno vaya a frenar sus políticas ultraderechistas. De hecho, el domingo por la noche, Milei dijo que el plan económico seguiría intacto e incluso que se iba a profundizar, lo que significa más ajuste, recortes en el Estado y ataques a más derechos. Esta semana el gobierno ya pasó de las palabras a los hechos y vetó la Ley de Financiamiento Universitario.
Lo que nos remite a otra conclusión: no se trata de un gobierno que le importe la opinión mayoritaria de la sociedad, sino sólo lo que quieren los mercados y los empresarios. Por eso sólo la movilización popular puede derrotar el plan del gobierno y todas sus políticas. Y en las actuales circunstancias de extrema debilidad y fuerte pérdida de la legitimidad es un momento propicio para salir con fuerza por todos los reclamos sociales de los trabajadores y las mayorías sociales. Aunque otro cantar parece ser el que quieren las direcciones sindicales burocráticas de la CGT y CTA que no vienen convocando ninguna medida de fuerza ni plan de lucha. Actúan fielmente dentro de la estrategia del peronismo de “erosionar” la imagen de Milei pero sin poder en riesgo sus políticas, ni su plan económico ni mucho menos la “sacrosanta gobernabilidad” del país. Está claro que le temen como a la peste a la movilización de los trabajadores y por eso es necesario más que nunca impulsar en cada lugar de trabajo y en las universidades instancias de organización y asamblearias para imponer desde abajo un verdadero plan de lucha que traduzca el golpe en las urnas en fuerza movilizada que derrote los planes que el gobierno pretende continuar.









