Declaración política de la OST – 28 de septiembre de 2025

¡Ni un peso más para la deuda! ¡Plata para salarios, jubilaciones, salud y educación! 

Cuando parecía que el gobierno de Milei tocaba fondo y los capitales financieros le quitaban toda confianza, apareció Trump para evitar su caída. De no haber mediado el “rescate” del gobierno de los EEUU, la crisis financiera hubiera escalado a niveles insospechados y desatado una verdadera crisis de gobierno que eyecte a Milei por los aires. Es claro para toda la burguesía y el establishment político local e internacional, y así lo reflejan voceros en los medios de prensa, que el hecho de que el gobierno no haya caído no significa que no estaban dadas todas las condiciones críticas para que incube una crisis que lo coloque al borde del abismo.  

Pero este “rescate” no es cualquier cosa: implica que EEUU, a través de Trump, pasa a tener un fuerte control sobre el Estado Argentino y sus políticas y por lo tanto se trata de una imposición colonial, un verdadero atropello a la soberanía política de la nación, a su carácter de país independiente y pone en peligro todos los derechos democráticos, políticos y económicos adquiridos por las amplias mayorías sociales. Por eso desde la OST llamamos a enfrentar esta nueva ofensiva reaccionaria y exigimos a la CGT y CTA que rompan la tregua con el gobierno y convoquen a una Jornada Nacional de Lucha Antiimperialista para evitar la consumación de semejante entrega nacional.  

Crisis orgánica y sumisión colonial 

La primera cuestión que queremos precisar es que esta situación nos remitan a dos momentos históricos recientes de crisis de similar magnitud. En primer lugar, al gobierno de De la Rúa en diciembre de 2001, que fue derribado por una rebelión popular en medio de una crisis de cesación de pagos y confiscación de depósitos bancarios a los ahorristas. La segunda, de magnitud mucho menor, fue cuando en 2018 Macri tuvo que ir al auxilió del FMI, lo que evitó la sangría económica y su eventual crisis terminal.  

Ahora bien, el propio hecho de que haya vuelto a colocarse sobre la mesa la posibilidad de una crisis de estas dimensiones habla por sí sólo donde está parada la situación del país en la actualidad. Es que los hechos no podrían ser para menos. Argentina está inmersa en una profunda crisis histórica que tiene múltiples dimensiones, pero una medular: el capitalismo dependiente local viene de un largo proceso de declive histórico desde la década de 1970 que tuvo dos elementos estructurales: un creciente proceso de extranjerización de la economía de la mano de una dinámica de desindustrialización. Una tendencia que ningún gobierno ha retrotraído de forma estructural y que está en la base de todos los problemas económicos que vemos que de forma recurrente hacen tambalear la economía y los gobiernos. Los capítulos más graves de esta larga crisis de declive histórico fueron en 1989, en 2001 y luego, en una escala menor, en 2018.  

Hoy, tras diez años de estancamiento económico y a las puertas de una nueva recesión que ya es evidente en la caída de todos índices estadísticos (consumo, producción, salario, empleo), la crisis orgánica de funcionamiento del capitalismo local vuelve a emerger con fuerza. Y aquí no hay que confundir las cosas: no se trata de que, de forma exclusiva, el experimento libertario de Milei haya llevado las cosas a este nivel de crisis. En realidad, es la propia crisis global y la incapacidad de los distintos gobiernos capitalistas del peronismo y el macrismo los que colocaron a Milei en el poder y a que la burguesía ensaye una solución ultra-capitalista a los problemas estructurales del capitalismo decadente. Por eso el problema no es sólo Milei, sino el propio capitalismo que lo colocó al frente de su Estado y que ahora quede expuesto como un experimento incapaz por sí mismo para resolver los graves problemas del país. Por eso tuvo que ir desesperado a pedir un “rescate” a su amo imperialista y aceptar la entrega de la soberanía política de la nación a manos de Trump y los capitales imperialistas que representa.

Sin embargo, se trata de un rescate que no resuelve ni los problemas de fondo que llevaron a pedirlo, ni tampoco pone un freno al deterioro político del gobierno, sino que expone aún con más fuerza el carácter precario de su plan económico. Queda claro, una vez más, el fracaso de este experimento que sectores fundamentales de la burguesía utilizaron (y persisten en usar) para relanzar el crecimiento del capitalismo. Es una nueva confesión de que son una clase social decrépita, que sólo puede sobrevivir subordinándose al capital imperialista. El hecho de que, ante cada tras pies, tengan que recurrir a su amo del norte, revela la incapacidad congénita de esta clase social de conducir la nación hacia un nuevo curso ascendente de desarrollo histórico.  

Milei se arrodilla ante Trump 

Desde mediados del Siglo XX EEUU se convirtió en el imperialismo dominante sobre la economía argentina, controlando gran parte de las principales empresas del país. Desde entonces la injerencia política norteamericana ha sido determinante en los asuntos locales. La historia es conocida: desde el impulso de golpes militares como la última dictadura genocida de 1976 hasta las imposiciones económicas y políticas que realiza desde el propio FMI.  

Uno de los períodos donde disminuyó relativamente su poder de influencia fue cuando la rebelión popular del 2001 inundó las calles del país y colocó como un reclamo central la necesidad de dejar de pagar la deuda externa, lo que incluía al FMI y por lo tanto a EEUU. El sentimiento antimperialista era muy fuerte en ese entonces tras décadas de ver como a través del mecanismo de la deuda se le imponían al país todo tipo de ajustes sobre el Estado, reformas laborares antiobreras, recortes en educación, salud, a los jubilados, etc. Así, en el medio de la rebelión, en diciembre de 2001, el propio peronismo que había sido un alumno ejemplar del FMI y EEUU durante toda la década de los 90´, declaró la suspensión de los pagos de la deuda y de los compromisos con el FMI. Pero no se trató de una acción política guiada por un ideario antimperialista, sino porque la fuerza de las amplias masas en las calles impuso que no se podía seguir pagando semejante estafa con el hambre del pueblo.  

Luego, el mismo peronismo, con el argumento de  “compraría soberanía”, arregló con los fondos tenedores de deuda, apoyándose en las relaciones de fuerza conquistas por la rebelión, para pagarles a los bonistas un 25% del valor inicial de las acciones, y con el FMI pagó la suma de 9.800 millones de dólares para terminar con el endeudamiento con el organismo. En su lugar, una verdadera política de soberanía nacional tendría que haber desconocido el total de la deuda, en la medida en que está demostrado que ya fue pagada varias veces su valor inicial y configura uno de los mecanismos de sometimiento imperialistas que le sirven a EEUU y sus aliados para imponer sus políticas a los distintos países, extorsionarlos, controlar sus empresas y recursos naturales estratégicos, etc. Al contrario, el peronismo con la política de “negociación” reconoció ese derecho al cobro de los capitales imperialistas.  

Los años pasaron y el peronismo en el poder no modificó los patrones de acumulación de capital de la economía argentina: la predominancia de los capitales imperialistas prosiguió, así como su proceso de concentración. La pseudoindustrialización de la economía no fue revertida, así como tampoco el trabajo precario y la flexibilización laboral impuesta por Menem en los 90´. En fin, el capitalismo en el “mejor momento” de crecimiento bajo el kirchnerismo en el poder no logró bajar la pobreza a menos del 25% de la población.  

Tras doce años de peronismo en el gobierno, vino Macri y su incapacidad de resolver el estancamiento económico con políticas de mayor apertura hacia los mercados lo llevó en el 2018 a volver a pedir un “rescate” al FMI. De un día para el otro, el fondo acordó entregar más de U$S 50 mil millones de dólares y con eso contuvo una crisis general. Luego vino Alberto Fernández y continúo a rajatablas bajo el sometimiento imperialista del FMI, dejando a la economía bajo la órbita de obediencia a EEUU y sus dictados.  

Así llegamos al gobierno de Milei que, claramente, se trata del gobierno más reaccionario desde la última dictadura militar y como tal es uno completamente subordinado a los dictados del imperialismo norteamericano y sus sistemas de alianzas mundial, como es el caso del Estado genocida de Israel. Para ilustrar el nivel de sometimiento los ejemplos abundan, pero el más aberrante es que en medio del momento de mayor repudio internacional al genocidio sobre el pueblo palestino, Milei se reúna en la ONU con Netanyahu, un verdadero genocida que comanda la ofensiva más cruenta que ha vivido la humanidad en las últimas décadas.  

Este carácter completamente cipayo de Milei, como garante del capital imperialista norteamericano, del “escudo” que pretende ser para evitar el avance de China en la región, y por ser un representante (ya un tanto alicaído) de la oleada de la extrema derecha internacional, es lo que explican el inédito “rescate” que ahora hace Trump a su títere. Un auxilio que viene a salvarlo por segunda vez, luego de que el FMI ya le bajará fondos meses atrás, expresando el fracaso total de un plan económico que, sin embargo, no puede tomarse a la ligera porque se trata de una “ayuda” que no viene gratis.  

Cada vez que en la historia EEUU y el FMI han “bajado” plata ha sido a cambio de mayores grados de entrega. Aunque los términos del pacto de sumisión aún no han salido a la luz e incluso no se sabe si efectivamente ya está toda la letra chica del mismo, lo que ha trascendido va desde poner como garantía a YPF, la entrega de recursos naturales como tierras raras muy codiciadas para las nuevas tecnologías vinculas al armamento bélico, y un dictado imperial categórico: que los dólares están para pagar a los bonistas (de capitales imperialistas) y no para “mantener el valor de dólar”, lo que implica que se prepara una fuerte devaluación del peso con lo que traerá para la economía de millones el riesgo de nuevo proceso inflacionario.  

Hay que enfrentar el pacto de sumisión colonial 

¿Resultará efectivo el rescate de Trump para estabilizar la economía y darle una sobrevida al proyecto libertario? Lo más probable por el momento es que sirva para contener la corrida financiera y darle aires al gobierno para llegar sin derrapar hasta las elecciones de octubre donde, todas las encuestas y el resultado de la Provincia de Buenos Aires, indican que Milei sufrirá una nueva derrota. Esa es, por el momento, la nueva fecha que esperan todos los empresarios y tenederos de bonos, tanto locales como internacionales, para evaluar qué decisiones tomar en relación al gobierno de Milei y tienen una expectativa concreta: que La Libertad Avanza logre conquistar en el Congreso al menos un tercio de la representación parlamentaria propia para bloquear nuevos rechazos de vetos. Una expectativa muy a la baja que no lo salva de otro factor fundamental que se ciñe como un fantasma cada vez más acechante tanto en la Argentina como en el mundo: la posibilidad de que el creciente malestar social se transforme un ascenso de las luchas sociales que cuestionen todo el plan de Milei.

¿De qué otro modo sino mediante una gran movilización social podremos detener los ataques de Milei? De hecho, fue la lucha de los colectivos de discapacidad la que logró que se conquiste la Ley de Emergencia en Discapacidad, y luego la masiva movilización de las universidades y el Hospital Garrahan la que obtuvo sendos triunfos. No fue la propia voluntad de los diputados y senadores la que logró que las leyes se aprueben, sino eso hubiese sucedido mucho antes, sino la presión de las calles. Y por lo tanto es el único camino que tenemos para sacarnos de encima a un gobierno que, de lograr estabilizarse y recuperarse, volverá a lanzar una batería de medidas antipopulares como son las que pide a gritos EEUU y todo el empresariado: las reformas laboral, previsional y tributaria, todos ataques brutales contra derechos sociales.

Otro cantar es el que prefiere el peronismo, donde Fuerza Patria no tomado ninguna medida política ni de convocatoria en las calles para salir a enfrentar el pacto de sumisión. Como dijo el otro día Luis Barrionuevo, el dirigente sindical peronista de los trabajadores gastronómicos: “si los gremios salimos a las calles, ¿cuánto dura el gobierno?”, confesando que la orientación política de la burocracia sindical es la de cuidar la gobernabilidad mientras se profundiza la miseria social, el hambre, los despidos en las fábricas y los salarios están por el piso. Y no se trata de un exabrupto de un personaje marginal del peronismo, sino de la estrategia de conjunto de este partido, ¿o acaso hoy las alas más kirchneristas de la CGT están haciendo algo?. ¿Y las CTA, ATE, CTERA, SUTEBA? Nada de nada. Lo que es muy elocuente y revela el carácter profundamente conservador que juegan estas direcciones sindicales que frente al gobierno más reaccionario de las últimas décadas se dediquen sólo a hacer campaña electoral para meter algún diputado en el Congreso. Es una verdadera vergüenza y un peligro que explica, como dijo Barrionuevo, por qué el gobierno de Milei sigue gobernando. Por eso, frente a esta entrega de la burocracia sindical y el peronismo es necesario que los trabajadores y la juventud iniciemos el camino de organizarnos de forma independiente en cada lugar de estudio y trabajo, tanto para impulsar la lucha como así también para recuperar los sindicatos y centros de estudiantes para que sean verdaderos espacios de organización democrática, participativa y de lucha en serio.    

Un programa antiimperialista para enfrentar la crisis 

Ahora bien, lo que sí está claro de acá para adelante es que el nuevo pacto de sumisión colonial de Trump y Milei sólo traerá nuevos ajustes y ataques contra los trabajadores. Y por eso desde la izquierda hace falta realizar una fuerte agitación política para enfrentarlo y ofrecer un camino alternativo, un programa de medidas que defienda los intereses de las grandes mayorías sociales.  

En primer lugar, hay que tomar una serie de medidas de defensa de la soberanía nacional: desconocer la fraudulenta deuda externa y los acuerdos con el FMI, y sobre esa base ir hacia el control real de divisas, lo que sólo es posible mediante la nacionalización del comercio exterior y del sistema bancario. En el marco de estas medidas de carácter antiimperialista avanzar en un plan de desarrollo económico de industrialización que permita sacar a la nación del largo declive histórico, creando millones de puestos de trabajo y eleven el nivel de vida de la población mediante una histórica inversión en salud, educación, ciencia, etc. Un programa que tenemos que conquistar mediante el protagonismo movilizado de los trabajadores, esto es, con los métodos de la asamblea, la huelga y la movilización en las calles.  

  • Abajo el pacto de sumisión colonial de Trump y Milei 
  • No al pago de la deuda externa. Ruptura con el FMI.  
  • Ruptura de relaciones políticas y diplomáticas con el Estado genocida de Israel. Por el apoyo incondicional al pueblo palestino.  
  • Nacionalización del comercio exterior y el sistema bancario bajo una gestión de trabajadores.  
  • Aumento general de salarios y jubilaciones. Plata para la Ley de Emergencia en Discapacidad, para las universidades, la educación y la salud públicas.

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