Los abucheos y el boicot que recibió el discurso de Benjamín Netanyahu en la Asamblea General de la ONU de la semana pasada vienen a ser una especie de corolario que refracta, en las alturas del poder, un mundo estremecido por abajo por la causa Palestina, desde el alzamiento de las juventudes a las que el capitalismo les roba el futuro, al creciente repudio internacional a los aberrantes crímenes contra la humanidad que Israel comete en Gaza.

Durante todo septiembre la situación política internacional se vio sacudida por una intensa oleada de protestas con eje en el sudeste asiático. Movilizaciones enormes que se sincronizaron con una aceleración y profundización de las protestas en todo el mundo contra el genocidio de Israel en Gaza. Se trata de una especie de concentración de las principales contradicciones de la situación política mundial: mientras se profundiza la ferocidad imperialista y los ataques a los de abajo, las nuevas generaciones se levantan contra un mundo capitalista que no les ofrece ningún futuro.

Al momento de escribir esta nota, dos hechos en pleno desarrollo le dan cuerpo a esta dinámica: los ojos del mundo están puestos en la Flotilla Sumud que fue interceptada ilegalmente por Israel cuando se acercaba a la Franja de Gaza, y mantiene a sus tripulantes detenidos. Como respuesta, miles salen a las calles y decenas de capitales del mundo en repudio al accionar de Israel. En Italia se está llevando adelante una histórica huelga general por Palestina con movilizaciones masivas y bloqueos de puertos en más de 20 ciudades, desafiando al gobierno reaccionario de Meloni que declaró a la huelga como “ilegal”. Mientras tanto, en Marruecos, los jóvenes se organizan por Discord y TikTok para llevar adelante las protestas contra el gobierno más importantes desde la Primavera Árabe, engrosando así la larga lista de países, en geografías que van desde Nepal hasta Perú, que durante el último mes protagonizan movilizaciones masivas y, en muchos casos, radicalizadas, de los jóvenes contra las condiciones de vida de precariedad y explotación que les ofrece el capitalismo del Siglo XXI.

Bajo el signo de esta duplicidad se desarrolla una situación política internacional marcada por una creciente inestabilidad: aunque el elemento dominante de la situación sigue siendo el polo reaccionario, frente a los ataques crecientes de la gran burguesía y el imperialismo existe una contratendencia: una creciente dinámica de movilización e incipiente radicalidad por abajo que tiñen la coyuntura, movimientos que enraízan de manera categórica principalmente en la juventud, pero también con incipiente asidero en la clase trabajadora.

El genocidio en Palestina es un ataque de dimensiones históricas

Los crímenes contra la humanidad que comete el Estado de Israel en la Franja de Gaza son el elemento más reaccionario de la situación mundial. Se trata de un ataque de dimensiones históricas, que busca –como señalan de manera explícita los perpetradores del genocidio- la limpieza étnica del pueblo Palestino y la ocupación total de la Franja de Gaza.

Desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, la ferocidad del plan de ocupación de Israel no hizo más que aumentar: si con Biden EE.UU. posaba de ser quien le ponía límites “racionales” a Netanyahu (límites que, dicho sea de paso, Netanyahu una y otra vez se encargó de desautorizar sin ninguna consecuencia), con Trump tiene directamente un aliado con el que llevar de manera conjunta y coordinada su plan criminal, lo que incluye no sólo el genocidio en Gaza sino también acciones de guerra en la región, como fueron los ataques a las instalaciones nucleares iraníes (con una breve guerra de por medio) y otros ataques en Siria, Qatar y Yemen.

El genocidio en Gaza está entrando en una fase crítica: Israel está actualmente asediando a la población de forma intensa, empujándola hacia el sur, arrasando todo a su paso para dejar una ciudad literalmente devastada. Cuando no masacra a la población local con las bombas, lo hace a través de los más horrendos crímenes, induciendo de manera deliberada la hambruna, destruyendo hospitales e impidiendo el acceso a atención médica y suministros básicos. Las imágenes e incluso testimonios de soldados israelíes relatando como disparan a la multitud que se agolpa en lugares donde se les promete una mínima ración de comida son sólo una de las aberraciones que Israel está cometiendo en Gaza todos los días. Y nunca va a ser suficiente repetirlo: todas estas atrocidades Israel las comete bajo la tutela y el apoyo de toda la gran burguesía internacional y sus gobiernos “democráticos”, que en nombre de los valores como la “libertad”, la “paz” y la “seguridad” son los partícipes necesarios de esta barbarie, empezando por el desvergonzado Donald Trump, pero también por los “moderados” Macron (Francia), Merz (Alemania), Starmer (Reino Unido) y Meloni (Italia).

Sin embargo, el dato más emergente de las últimas semanas, en paralelo a la continuidad del genocidio han sido las crecientes expresiones de repudio internacional hacia el accionar del Estado de Israel. Manifestaciones que crecen por abajo, en las movilizaciones de los jóvenes, pero también con acciones de la clase trabajadora como las huelgas generales en Italia en apoyo a Palestina y la flotilla Sumud del 22 de septiembre y el 3 de octubre. Durante la primera jornada de huelga, en toda Italia se movilizaron más de 500.000 personas, y el transporte público, los puertos y las escuelas estuvieron paralizados. Tuvieron especial protagonismo los trabajadores portuarios, que llevan adelante medidas de bloqueo a empresas israelíes y para impedir los envíos de armas de Italia a Israel. Aunque el gobierno de Meloni niega dichos envíos, en 2024 Italia exportó a Israel armas y municiones por un valor de 5,8 millones de euros. En la segunda huelga de este 3 de octubre, posterior a la intercepción de la Global Sumud Flotilla, la cantidad de gente movilizada en las calles de una veintena de ciudades italianas se duplicó.

Es en este clima de movilización y creciente repudio internacional que se enmarcan escenas como la de Netanyahu en la ONU: ante un auditorio vacío y abucheado, la imagen expresa la creciente presión por abajo a la que todos estos países imperialistas, en un principio defensores sin matices de Israel, tienen que dar respuesta, aunque sea en el orden de lo simbólico. Así se explica, por ejemplo, que países como Reino Unido, Canadá, Australia y Portugal hayan reconocido oficialmente al Estado Palestino, una medida que, aunque no deja de ser un punto de apoyo político para seguir denunciando el genocidio, no tiene ningún impacto real en la medida en que dichos países no han tomado ninguna medida concreta contra Israel, como puede ser sanciones económicas o diplomáticas. En la misma lógica, Italia y España enviaron buques que escoltaron la flotilla Sumud, intentaron sin éxito desviar su rumbo y, finalmente, cuando la flotilla ingresó a la zona de exclusión unilateralmente impuesta por Israel, los abandonaron. ¡Esa es la moral imperialista que expresa su “más profunda preocupación” por los “Derechos Humanos en Gaza”! Cuanto más crece el genuino repudio internacional a los crímenes del Estado de Israel, más quedan en evidencia la hipocresía de los defensores del “mundo libre”.

En lo que hace a la nueva propuesta de un “Acuerdo de Paz”, se trata de un intento de otorgar la victoria a Israel en lo que hace a imponer toda una serie de condiciones de sometimiento al pueblo palestino. Se trata de una “propuesta” redactada en conjunto entre Israel y EE.UU. De hecho, el plan implica negar terminantemente a los palestinos gobernar su propio país, que pasaría estar controlado por una “fuerza internacional”, es decir, el propio EE.UU., e implica cederle grandes territorios de la Franja (más de un 10%) a Israel bajo la excusa de establecer un “corredor de seguridad”. Se trata de otra provocación imperialista que tiene como objetivo justificar la avanzada genocida.

De conjunto, se trata de un ataque de dimensiones históricas, pero lo novedoso de los últimos meses es que lo que está tomando dimensiones también históricas es la respuesta que viene desde abajo, desde la juventud de todo el mundo y también, incipientemente, desde sectores de la clase obrera, una respuesta que, si bien no llega todavía a torcerle el brazo a Israel y EE.UU., está dando lugar a toda una experiencia de lucha antiimperialista a nivel internacional. Apalancado en el impulso persistente de la movilización de la juventud, si el ejemplo de la clase obrera italiana comienza a replicarse en otros países de manera sostenida y la clase trabajadora a través de sus métodos comienza a intervenir en el conflicto, se puede habilitar la perspectiva de frenar el genocidio, lo que implicaría un rebote pendular de la situación hacia la izquierda, una posibilidad que hoy no es la principal pero que existe de manera pujante en la realidad.

En lo inmediato la tarea urgente es seguir en las calles de todo el mundo para forzar la liberación de todos los activistas de la Flotilla Sumud Global, exigir que se permita el ingreso de ayuda humanitaria a Gaza, el cese de los ataques sobre la población y el retiro inmediato de tropas del ejército sionista sobre todo el territorio ocupado. Para lograr estos objetivos es fundamental tomar como referencias tanto el método de la huelga general en Italia, como así también la huelga estudiantil en el Estado Español, como formas de encauzar las fuerzas de los explotados y oprimidos en movimiento de lucha que continúe creciendo con fuerza.

-Fuera las tropas del Estado de Israel de Gaza. Basta de genocidio del pueblo palestino.

-Libertad inmediata de todos los activistas de la Flotilla Sumud Global.

-Por el pleno derecho del pueblo palestino a su autodeterminación. No a la imposición de Trump y Netanyahu.

-Boicot internacional al Estado de Israel y todas las empresas y gobiernos que le dan apoyo.

-Ruptura de relaciones diplomáticas y políticas con el Estado de Israel.

-Por una Palestina única, libre, laica, obrera y socialista.

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