Declaración política de la OST ante las elecciones del 26 de octubre: Frente a la crisis del gobierno y la tregua del peronismo, llamamos a votar de manera crítica las listas del FIT-U

Las próximas elecciones nacionales del 26 de octubre llegarán en un contexto de aguda crisis política. El gobierno de Milei, azotado por los descalabros financieros y el pozo recesivo en el que sumergió la economía, va de crisis en crisis, asediado por la paliza electoral del pasado 7 de septiembre y por los escándalos de corrupción, desde las coimas en la ANDIS hasta los vínculos de Espert con el narcotraficante Fred Machado.  

A menos de dos semanas de las elecciones, habiendo tenido que desplazar a su primer candidato en el principal distrito del país y mientras el equipo económico está en EE.UU. gestionando un salvataje millonario de su amigo Trump para que el plan económico no estalle en mil pedazos, la bronca y el malestar social se encuentran en franco crecimiento. La baja de la inflación que pregona el gobierno es una estafa, porque se apoya en la destrucción de los salarios y las jubilaciones. Los niveles de consumo siguen cayendo en picada, las patronales aprovechan para hacer pasar despidos y más precarización, utilizando como excusa la recesión. Frente a este escenario donde millones no llegan a fin de mes, donde recortan pensiones por discapacidad, jubilaciones y atentan contra la salud y la educación públicas, Milei muestra su cara más perversa ofreciendo un espectáculo obsceno jugando a ser rockstar en el Movistar Arena. 

El gobierno cuenta con el apoyo de la gran burguesía, el imperialismo, los principales medios de comunicación, y la mayoría de los gobernadores de los demás partidos tradicionales, que durante este año y medio hicieron todo lo que tenían a su alcance para darle su apoyo. Con todo esto a su favor, el gobierno no logra salir de la espiral de crisis en la que está sumido hace por lo menos dos meses. Sin embargo, la crisis política aun no escala a una crisis de gobernabilidad, porque el otro factor favorable que tiene el gobierno, y en este contexto resulta ser el más determinante (junto al apoyo de EE.UU.), es la garantía de gobernabilidad con la que está comprometido el peronismo, en particular la burocracia sindical de la CGT y la CTA. La profunda contradicción que atraviesa la situación política es que la crisis sin fin del gobierno de Milei no tiene un correlato acorde en la lucha de clases, y esto no por casualidad, sino por la pérfida acción paralizante de las centrales sindicales, que hacen todo para que la bronca no se exprese de manera organizada y en las calles. Esta política constituye sin duda una ayuda inestimable para Milei, que si todavía tiene posibilidades de ganar en las próximas elecciones es porque la vocación de “dejar gobernar” del peronismo le da el aire que necesita para seguir con sus ataques, arrodillarse a los pies de EE.UU. y empezar a preparar los paquetes de reformas reaccionarias que el oficialismo intentará hacer pasar luego de los comicios.

Este desfasaje entre la creciente bronca con el gobierno de Milei (incluso entre miles de trabajadores que se sienten representados por el peronismo) y el rol perverso de las direcciones peronistas en los gremios, centros de estudiantes y en el parlamento puede abrir un peligroso curso en el que Milei logre estabilizarse y hacer pasar las reformas contra la voluntad de la mayoría trabajadora, impedida de presentar una resistencia acorde a estos ataques por los diques de contención impuestos por la burocracia sindical.  

Pero, por otro lado, esta contradicción política podría constituir una oportunidad histórica para la izquierda revolucionaria, si se da una política que permita habilitar un proceso de organización política en el que sectores amplios de la clase trabajadora y la juventud que quieren enfrentar a Milei hagan una experiencia con el peronismo y giren a la izquierda. Esta posibilidad anida en razones tanto actuales como históricas.

En Argentina se da la particularidad de que el trotskismo ha logrado conquistar un lugar preponderante y casi exclusivo en la izquierda, convirtiéndose en su principal corriente ideológica organizada y con cierto grado de presencia entre los trabajadores y la juventud que subsiste de manera significativa. Por fuera del peronismo, las experiencias del anarquismo, la centroizquierda, el maoísmo, el estalinismo o incluso el autonomismo han tenido todos sus momentos de cierta relevancia a lo largo del último siglo, pero ninguna de estas corrientes subsiste con fuerza hoy en día, y la mayoría han terminado integrándose a alguna variante del peronismo. Por sobre esta razón de índole histórica, se encuentra la experiencia del Frente de Izquierda y los Trabajadores – Unidad (FITU), un frente electoral que acumula ya 14 años desde su conformación en 2011 y que ha logrado aparecer como una referencia en la política nacional, como un polo político que reúne a una parte mayoritaria de las organizaciones de la izquierda trotskista y que ha logrado la obtención de parlamentarios nacionales y provinciales.  

Sin embargo, desde nuestra joven organización consideramos que, a pesar de todos estos rasgos progresivos, se trata de una experiencia valiosa pero desaprovechada. A lo largo de su casi década y media de existencia, el FITU no ha hecho más que reforzar su carácter estrictamente electoral, abriendo un hiato cada vez mayor entre su intervención electoral y la experiencia de la vanguardia trabajadora y juvenil en la lucha de clases. Al ritmo de esta dinámica, la campaña electoral del FITU ha ido adquiriendo un contenido parlamentarista cada vez más plano, llegando a la cúspide de deriva en la última campaña electoral bonaerense para el 7 de septiembre. Lamentablemente, de cara a las próximas elecciones de octubre, estamos viendo la reedición de esta campaña vacía que, como hemos planteado en otras oportunidades, brilla por su ausencia el contenido socialista, de programa de izquierda y de cuestionamiento al capitalismo.  

Esta crítica desde el punto de vista del contenido es un aspecto de una crítica más general que tiene que ver, también, con una cuestión de método. Desde su conformación como frente electoral, el FITU se ha mantenido unificado al costo de sostener un acuerdo cerrado a la posibilidad de integrar a sectores de la vanguardia obrera, juvenil y feminista mediante espacios asamblearios, plenarios o algún tipo de espacio abierto, de manera de habilitar una experiencia política de estos sectores con la izquierda, que vaya mucho más allá del llamado a votar por candidatos de izquierda, como hace el FITU actualmente. 

En el Frente de Izquierda no existen espacios abiertos donde discutir, donde integrar a estos sectores que, por ejemplo hoy, encabezan la lucha contra Milei, como el Garrahan, los jubilados, el movimiento estudiantil, docentes, etc. Se trata de todo un conjunto de sectores que quieren enfrentar al gobierno, que ven con sus propios ojos como la burocracia sindical les da la espalda. Sin embargo, la cerrazón y el electoralismo del FITU los mantiene fuera de esta experiencia, los convoca únicamente desde el lado del voto y no, por ejemplo, a integrar sus listas, a discutir una campaña electoral construida desde abajo, con la fuerza de estas luchas, etc. Se trata de un problema que en los últimos años se ha ido agravando en el FITU, y que cobra una dimensión especial en la actual situación política. 

La crisis del gobierno de Milei subsiste en paralelo con sus planes de contrarreformas reaccionarias, las cuales necesita realizar ya no sólo como mandato de la burguesía, sino como forma de supervivencia política. Este ‘todo o nada’ en el que está sumido el gobierno prepara un escenario de choques sociales de grandes dimensiones. El peronismo persiste en su posición de garante de la gobernabilidad, pero, al mismo tiempo, transita su propia crisis. Como el propio gobierno anuncia, los próximos ataques pretenden tener dimensiones históricas. Como quedó demostrado en la experiencia de este primer año y medio de gobierno “libertario”, el movimiento de masas no ha sido derrotado, y al calor de las luchas contra el gobierno está surgiendo una nueva vanguardia en la clase trabajadora. En el horizonte, existe la posibilidad de que la bronca que se cocina por abajo desborde a la burocracia frente a la magnitud de ataques que prepara el gobierno, lo cual puede significar una oportunidad histórica para la izquierda revolucionaria: que la vanguardia que surja de estos enfrentamientos supere el plano de la lucha y gire hacia una política socialista. Pero para aprovechar esa oportunidad el FITU tiene que romper sus diques actuales que lo limitan a ser un frente meramente electoral, abrir espacios de participación a la vanguardia y las demás organizaciones, acompañar la experiencia de estos sectores que luchan contra el gobierno pero que aún no rompen políticamente con las direcciones traidoras. 

Al tratarse de una alternativa de independencia de clase y entendiendo la oportunidad más general que se abre para la izquierda, al calor de una situación política que anida elementos de crisis crecientes, desde la OST llamamos a votar por las listas del FITU en las próximas elecciones nacionales, reafirmando estas críticas que venimos planteando con miras a contribuir a que la izquierda en Argentina pueda transformarse en una poderosa herramienta de organización y lucha de las y los trabajadores.

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