Este 6 y 7 de diciembre realizamos el II Plenario de nuestra Organización Socialista de los Trabajadores, con la presencia de decenas de militantes jóvenes, trabajadores, estudiantes, obreros, docentes, trabajadores de la salud, entre otros. Se trató de la segunda instancia de este tipo desde que fundamos nuestra organización.

Luego de dos días de intenso debate, en el plenario desarrollamos una serie de debates políticos sobre la convulsionada situación internacional, marcada por las guerras, las rebeliones de las nuevas generaciones, el genocidio en Palestina, el revanchismo imperialista y la injerencia yanqui en América Latina. También fue objeto de deliberación la situación política nacional, de cara a los graves ataques que en lo inmediato prepara el gobierno de Milei con su paquete de contrarreformas reaccionarias. Además, toda la militancia discutió los desafíos y las tareas políticas y constructivas para seguir impulsando nuestra joven organización.

Fuera yanquis de Venezuela y América Latina

Como discutimos en el plenario, la situación mundial se encuentra atravesada por una fuerte tendencia al desorden: los consensos que ordenaron el mundo capitalista a la salida de la Segunda Guerra Mundial, primero, y tras el fin de la Guerra Fría, después, aparecen erosionados por todas partes. Con el declive de Estados Unidos y el ascenso de China durante las últimas dos décadas, las disputas interimperialistas y las tensiones que proyectan sobre todo el globo marcan la tónica política a nivel mundial. Asimismo, la llegada de Trump a la Casa Blanca por segunda vez inauguró una agresiva política de “revanchismo imperialista” que busca retrotraer los años de potencia en declive de EE.UU., una política de agresiva intervención política, económica y, en algunos casos, militar. Así es que mientras la economía mundial permanece sacudida por la guerra comercial y el estancamiento económico, Trump profundiza su intervencionismo en Medio Oriente, con su ayuda incondicional a Israel para llevar adelante el genocidio en Palestina y la guerra contra Irán de junio de este año.

Pero uno de los lugares del mundo donde Trump puso especialmente el foco es en América Latina, donde parece decidido a querer recuperar lo que los yanquis consideran su “patio trasero” y reducir la influencia de China en el continente. El mandatario estadounidense está lanzando graves amenazas de una invasión militar a Venezuela. Estas acciones intimidatorias contra Venezuela han ido in crescendo, desde que EE.UU. está hundiendo embarcaciones en las costas de Venezuela, apostó allí al portaaviones USS Gerald Ford, el más grande del mundo, y anunció recientemente el cierre del espacio aéreo venezolano. En una reciente entrevista, Trump advirtió que atacarán “también por tierra” e incluso abrió la puerta a que estaría dispuesto a hacer lo mismo en Colombia.

Desde la OST rechazamos enérgicamente estos planes de intervención yanqui en América Latina y en Venezuela en particular, a pesar de que no apoyamos políticamente a Maduro y su régimen. Hace falta la más amplia movilización antiimperialista en todo el continente para frenar estos planes que sólo acarrearán más sometimiento. Ni Trump ni la oposición venezolana pro-yanqui están interesados en ofrecer una verdadera salida para el pueblo venezolano, lo único que buscan es someter al país a sus dictados quitándole un aliado a China, apropiarse de sus recursos y expandir los negocios de las empresas estadounidenses bajo el cuento de la libertad y la “democracia”. Desde la larga historia de nuestro continente con la injerencia yanqui, pasando por el Plan Cóndor y el establecimiento de sangrientas dictaduras, siempre que Estados Unidos intervino en América Latina fue para reforzar los lazos de sometimiento y dependencia al amo del norte.

En Argentina, la injerencia yanqui también está a la orden del día, con la diferencia de que Trump no necesita recurrir a la acción militar debido a que Javier Milei está dispuesto a entregarle en bandeja el país. Luego de ser rescatado con miles de millones de dólares en la previa a las elecciones, cuando parecía que las posibilidades del gobierno se derrumbaban, Trump interfirió de manera abierta en el proceso electoral, llamando a votar por Milei ya que, de lo contrario, no habría tal rescate, alimentando los temores de que todo estalle por los aires. Luego del triunfo, Milei rápidamente devolvió el favor y anunció la firma de un acuerdo comercial con EE.UU. Del que se prevé será notablemente beneficioso para el país norteamericano, a cambio de poder inundar de sus productos nuestro país y restarle mercado a China, al mismo tiempo que los supuestos “beneficios” para la Argentina van en el sentido de reprimarizar brutalmente la economía y destruir la industria, profundizando el atraso y la dependencia del país.

Abajo las reformas reaccionarias de Milei

En línea con esta política de sometimiento, el gobierno acaba de presentar el paquete de contrarreformas con el que pretende asestar un duro golpe a la clase obrera y a las conquistas obtenidas tras décadas de lucha y organización en nuestro país. Con la reforma laboral a la cabeza, la administración libertaria pretende también hacer reformas en lo tributario, educativo y previsional.

Más allá de los detalles de cada una, de conjunto se trata del intento de un ataque histórico a las relaciones de fuerzas entre las clases sociales establecidas en nuestro país no sólo desde la rebelión popular del 2001 sino desde la caída de la última dictadura militar. Además del objetivo económico de maximizar la explotación de la clase obrera con más horas de trabajo y menos derechos laborales, lo que busca la reforma laboral es disciplinar a la clase trabajadora, atacando sus herramientas e instancias de organización, como la prohibición de asambleas, la regimentación del derecho a huelga, la limitación de la cantidad de delegados y de los fueros gremiales, etc. Es decir, se trata de un ataque global, de carácter político, que busca instaurar nuevos estándares de explotación y ejercer una derrota a la clase trabajadora.

La reforma incluye, entre otras cosas, la segmentación de las vacaciones a voluntad del empleador, disminución de cargas patronales, la modificación del cálculo de indemnizaciones para que no esté contenido el aguinaldo y las vacaciones, un sistema de banco de horas que hace desaparecer las horas extras y permite la extensión de la jornada hasta 12 horas, paritarias por empresa y la posibilidad de pagar parte del salario mediante “ticket canasta”. Además, la reforma establece una serie de medidas dispuestas a disciplinar a la clase obrera, como descontar las horas que se utilizan para hacer una asamblea, y se declaran como “esenciales” prácticamente todas las actividades económicas, intentando prohibir de facto el derecho a huelga.

Todas estas pretensiones el gobierno no podría ni siquiera planteárselas sin la pérfida voluntad traidora de las centrales sindicales, que están totalmente borradas de la escena dándole vía libre al gobierno para avanzar con estos ataques. Más bien al contrario, la burocracia tuvo su propio asiento en el “Consejo de Mayo” en la persona de Gerardo Martínez, líder de la UOCRA y ex miembro del batallón de inteligencia 601 durante la última dictadura. Lo mismo aplica para el peronismo en general, que luego de la derrota electoral profundizó su crisis, un sector ensaya un giro a la derecha (la propia CFK habló de la necesidad de que el peronismo presente su propia reforma laboral) y otros sectores, lejos de llamar a enfrentar al gobierno, salieron a propagar derrotismo diciendo que “es lo que la gente votó” y que resta “esperar a 2027”.

La CGT y la CTA no han hecho nada durante todos estos meses, pretendiendo entregar en bandeja a la clase trabajadora. Sin embargo, millones de trabajadores que se agrupan en esos sindicatos rechazan la reforma y expresan el mayor de los descontentos con la dirigencia sindical. A pesar de las direcciones traidoras y de la fortaleza del gobierno, la clase trabajadora guarda refuerzos de lucha y organización que hacen posible enfrentar las reformas reaccionarias de Milei. Lo vimos todo este año con el ejemplo del Garrahan, que obtuvieron un gran triunfo a pesar de los ataques constantes del gobierno. Y lo está mostrando en estos momentos también el pueblo de Mendoza, que está movilizado masivamente contra la habilitación de la megaminería contaminante.

Desde la OST definimos como principal resolución política de nuestro II Plenario salir a preparar ya mismo la lucha contra estas reformas, impulsando en cada lugar de trabajo y estudio el debate, la organización y la movilización, no sólo denunciando el rol traidor de la burocracia sino continuando con la exigencia de un plan de lucha real hasta derrotar el paquete de reformas. Con esta orientación, exigimos que la CGT y la CTA convoquen a parar y movilizar masivamente y llamamos a que el próximo 18 de diciembre, cuando comience el tratamiento de las reformas en el Congreso, seamos cientos de miles. ¡Sólo la más amplia unidad en las calles puede pararle la mano al gobierno!

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