El presente documento es el informe sobre la Situación Política Internacional presentado al 2do Plenario de la OST y aprobado para su publicación luego de un debate colectivo donde se realizaron toda una variedad de aportes de la militancia. El objetivo del mismo es trazar una actualización de los elementos de la situación internacional en lo que hace a las cuestiones que han sucedido en este 2025, partiendo del Informe sobre Situación Internacional presentado en el 1er Plenario de la OST en diciembre de 2024

De todas las cuestiones desarrolladas en el Informe podemos destacar como más importantes dos de contenido diametralmente opuesto: el regreso de Trump a la presidencia de EEUU con su revanchismo imperialista y la emergencia de una oleada de protestas globales contra el genocidio en Gaza y de la Generación Z que se colocaron como una respuesta por parte de los explotados y oprimidos frente la creciente agresividad del capitalismo. 

Pero para pintar un panorama más de conjunto de la situación internacional vamos a empezar por la cuestión, muy en debate hoy, sobre si, los acontecimientos y procesos sociales de los últimos años colocaron al mundo frente a un nuevo y asentado orden global, y desde ahí precisar las condiciones económicas donde acontece en la actualidad la lucha de clases, las peleas entre los Estados y los nuevos fenómenos políticos.  

  1. El des-ordenamiento del orden global 

Precisar los rasgos de la época histórica actual se ha vuelto un tema recurrente en revistas, libros y portales. Hay toda una serie de frases y adjetivos, incluso de conceptos para dar cuenta de esa nueva realidad. Por ejemplo, el historiador Adam Tooze utiliza el concepto de “policrisis” para referirse a la multiplicidad de crisis que se retroalimentan mientras que, por ejemplo, Alex Callinicos, de las filas del marxismo, habla de una “nueva era de las catástrofes”. Y así la lista sigue: “el regreso de una era de los violentos”, “la edad de la indignación”1, y una lista de señalamientos que tienen algo en común: el mundo que conocimos durante los últimas décadas está dando paso a uno mucho más inestable, conflictivo, violento, con un aumento sustancial de la confrontación social y política de manera general en la sociedad. Una percepción que no sólo es común, hoy en día, entre los marxistas, sino también entre los intelectuales que defienden el sistema capitalista y ven con preocupación su dinámica desestabilizante.  

Si nos enfocamos en nuestra tradición, en la historia de los análisis marxistas sobre la dinámica del capitalismo y las crisis ha habido distintas visiones. Durante muchos años tendió a primar un enfoque catastrofista de la historia del capitalismo que lo percibe en una deriva de decadencia perpetua, de estancamiento permanente de su desarrollo y de crisis permanente. Desde nuestro punto de vista se trata de una visión unilateral y anacrónica que confunde un período histórico en particular, el que va de 1914 a 1945 que efectivamente fue un período al decir de Lenin de “crisis, guerras y revoluciones”, como si esas características fuesen un rasgo permanente del propio sistema que estaría todo el tiempo en esa dinámica “catastrófica”. La resultante política de este tipo de análisis es que como el capitalismo está en un declive permanente, y la condiciones para la revolución están prácticamente dadas objetivamente en todo tiempo y lugar, corrientes de este tipo desprecian el factor político consciente, subjetivo y político que las grandes masas y la clase trabajadora le tienen que dar al curso de los acontecimientos. La lógica es sencilla: si el capitalismo se cae por su propio peso, entonces sólo hará falta empujarlo.  

Sin embrago, en la actualidad y luego de varias décadas donde las grandes crisis y sus eventos asociados como las guerras y las revoluciones estuvieron ausentes de los acontecimientos históricos, la percepción general ha sido más bien la contraria e igualmente equivocada. Así existen corrientes de izquierda y centristas que analizan al capitalismo como un sistema capaz de generar una suerte “resilencia” permanente, sin apreciar que su funcionamiento incuba crisis colosales que desencadenan empobrecimientos masivos, hambrunas, guerras y como consecuencias de esas condiciones de vida insoportables, también estallidos populares recurrentes y en una escala mayor, revoluciones sociales. Claro, esto no es algo que suceda todos los días y tienen que conjugarse toda una serie de elementos críticos para que tengan lugar, los cuales, a la vista de todos los analistas, se están incubando en el mundo presente. De ahí que podamos hablar que el capitalismo del Siglo XXI se está transformando cada vez con más fuerza en una incubadora de estallidos revolucionarios.2   

Claro, si miramos el mundo actual con cada vez más gobiernos de extrema derecha en el poder, podría pensarse que la afirmación anterior es un dislate completo. Sin embargo, los procesos históricos son así de contradictorios y las mismas condiciones objetivas que engendraron el ascenso de la extrema derecha al poder en varios países del mundo son las que pueden propiciar, tras una experiencia de las amplias masas, un decurso revolucionario de los acontecimientos políticos en el próximo período.  

Cuando los acontecimientos políticos se vuelven altamente convulsivos, dan lugar a movimientos pendulares cada vez más “polares”, dando lugar a la emergencia de su opuesto. Si hoy los Trump, Meloni y Milei aparecen como los representantes políticos del descontento social, mañana, tras mediar una experiencia política de amplios sectores del movimiento de masas, pueden comenzar a catalizar esas motivaciones de cambios, los Lenin por venir del Siglo XXI. O incluso, la propia emergencia de Mamdani es como la versión polar opuesta de Trump: dos formas especulares de reflejar el descontento social.  

Ninguna revolución social, ni cambio profundo de la sociedad ha sido hecho sin mediar un período histórico de ataques, de guerras, crisis sociales y humanitarias colosales y combates políticos durísimos. Dicho, en otros términos: las posibilidades revolucionarias comienzan a volver a estar presentes en este mundo agresivo como no lo estaban en décadas. Sin embargo, lo que en primer lugar marca el pulso en la actualidad es la ofensiva intensa de la extrema derecha y los capitalistas, no la clase obrera y los movimientos de lucha de los explotados y oprimidos. Pero es esa misma ofensiva de las clases dominantes la que empuja a las masas hacia acciones cada vez más radicalizadas para modificar el curso de los acontecimientos. Por ejemplo, acciones para detener un genocidio como la huelga general política en Italia. Y es al calor de esos eventos que van adquiriendo cada vez más conciencia política sobre cuál es la mejor estrategia para llegar a los objetivos de cambio. Es ahí, sobre esas experiencias y luchas que tienen que actuar los partidos socialistas revolucionarios para ir acumulando una fuerza militante que delinee y planifique una estrategia y un proyecto para orientar todo esa fuerza y motivaciones de cambio hacia un cambio global de la sociedad.  

Entonces, ¿ya estamos viviendo una nueva “edad de las catástrofes”? En alguna medida sí y tanto los eventos económicos de crisis, las guerras, el genocidio en Gaza, los desastres climáticos, la pandemia, dan muestra de este agravamiento de la vida en la sociedad contemporánea, que, sin embargo, aún no llegan a al nivel de profundidad que tuvieron en el período que señala Hobsbawm como “de catástrofes” que va de 1914 a 1945.  

Por otro lado, si tomamos la definición de Lenin para este mismo período donde señalaba que se trataba de una época de “crisis, guerras y revoluciones” podemos tomarla como una medida para el presente y determinar en qué lugar estamos hoy. Así, ¿la revolución social es un hecho de nuestro presente? Evidentemente para decir algo así deberíamos poder dar cuenta de algún evento revolucionario en proceso, en vivo en alguna región o país del mundo, y eso, todavía no podemos apreciarlo.  Pero si la revolución aún no está sobre la mesa, sí han estallado todo tipo de revueltas, rebeliones y movilizaciones de masas, algunas muy radicalizadas y con creciente protagonismo de la clase trabajadora.  

Si miramos por el lado de la situación de la economía tampoco podemos apreciar una dinámica de gravedad, de fuerte recesión o depresión como en la década de 1930 del Siglo XX. Y si tomamos el termómetro de los enfrentamientos militares aún no hay un choque abierto entre contendientes imperialistas o guerras regionales. Pero sí podemos afirmar que la dinámica de todos los eventos mundiales va para ese lado, y que el “todavía no” se vuelve cada vez más “casi que sí”.  

Esta nueva realidad internacional está llevando a muchos analistas a preguntarse si ya estamos en presencia de un nuevo orden político global distinto al emergente tras 1945 que consagró a EEUU como el imperialismo dominante. Desde luego que esto es así en multitud de aspectos, y en particular en que desde la década de 1990 se inicia un proceso de restauración capitalista en los países donde había sido expropiada la burguesía como Rusia y China que sienta las bases para el mundo actual, donde presenciamos la creciente rivalidad internacional entre el imperialismo norteamericano en retroceso histórico y China como un imperialismo en una clara dinámica ascendente y en construcción.   

Por otro lado, por ejemplo, algunos analistas comienzan a utilizar el concepto de “geoeconomía” para dar cuenta de la sustitución del orden “neoliberal” donde los Estados estaban librados a la dinámica abierta de los mercados globales, a un orden donde “la economía ha pasado a segundo plano frente a la política”3. Y señalan que esta dinámica tuvo su irrupción en el masivo salvataje que los Estados imprimieron a los bancos y fondos de inversión en 2008 para evitar el hundimiento de la economía global. Ahora bien, esta apreciación expresa algo real y un elemento de exageración. Por un lado, es cierto que en un período como el actual el papel de los Estados ocupa un mayor papel en la orientación de la dinámica económica en tanto se vuelven actores que buscan concentrar en sus manos la recrudecida competencia capitalista en un contexto de choques imperialistas y estancamiento económico global. Pero al mismo tiempo exagera el elemento de dirección política del proceso económico. De hecho, el capitalismo y la mundialización y los flujos de capitales siguen moviéndose con una libertad a nivel global pasmosa y sólo un escenario abierto de guerras inter-imperialistas podría colocarle serios obstáculos.  

Si bien acordamos en que el “período neoliberal” gestado tras la caída del Muro de Berlín ya no es una realidad en toda su dimensión, opinamos que configuración política de mundo actual está en un momento de desintegración, de des-ordenamiento de esos marcos que le dieron forma en las últimas décadas. Por eso es más preciso hablar un nuevo período de disputa por un nuevo orden mundial y por eso se dan choques globales, un momento de transformación y colisiones imperialistas y de lucha de clases incrementada. En todo caso, para que un nuevo orden global se asiente y se configure una nueva estabilidad y punto de equilibrio, habrá que transitar un nuevo período de crisis, guerras y revoluciones y será el resultado de esas contiendas lo que dé lugar a una nueva configuración del orden social mundial.  

  1. La economía mundial en un largo declive

Hace un año atrás, en el informe de la situación internacional de diciembre de 2024, señalábamos que todas las previsiones para 2025 referían a una estimación de un crecimiento económico mediocre a nivel global, que no permitiría introducir al capitalismo en un nuevo período ascendente. Pasado ya todo el año en curso podemos precisar que este diagnóstico se mantiene. Los golpes que sufrió la dinámica internacional del capitalismo tras la crisis de 2008 primero y por la pandemia de 2020 después, han dejado índices de estancamiento general de las fuerzas productivas.  

Un cuadro de situación que se expresa en datos claves. Antes de la crisis y recesión del 2008-2009, el PBI mundial crecía en torno al 4,4% anual, luego durante la década de 2010 pasó al 3% anual, y desde la pandemia para acá hablamos de tan sólo el 2,7% al año4. Una clara tendencia declinante. En su informe “La economía mundial en la década de 2020” Michael Roberts señala que una los elementos de importancia para entender esa dinámica es la fuerte caída de la tasa de inversión global. Desde el año 2007, todas las economías del mundo, con excepción de China, han disminuido su proporción de inversión en relación al PBI.  

Por su parte, el propio FMI estima que el crecimiento de la economía mundial será de 3,2% para 2025 y del 3,1% para 2026, reflejando que de conjunto el estado actual de la dinámica económica general es bastante mediocre y los peligros que acechan y conspiran para profundizar esa debilidad son grandes. Así el FMI señala que hay tres riesgos latentes.5  

En primer lugar, que la sobrevalorización de los activos financieros de la IA podría estar incubando una nueva burbuja financiera que, de estallar, sería realmente destructiva para el conjunto de la economía mundial, incluso pero que las puntocom en el año 2000 o las subprime en el 2008. Para muchos analistas y para los propios tenedores de acciones de “las 7 magníficas”, como se denominan las empresas como mayor capitalización en la bolsa (Apple, Microsoft, Alphabet, Amazon, Meta, Nvidia y Tesla), están en una escalada de valorización cada vez más desligada de un verdadero proceso de desarrollo económico.  

Muchos se vienen esperanzando en que la revolución de la inteligencia artificial (y de la robotización y automatización en general) sea la llave que estaba esperando el capitalismo para volver a la senda de crecimiento. Pero a pesar del boom bursátil que está teniendo en los mercados, esta nueva tecnología no encuentra una dinámica de transferencia hacia el aparato productivo lo suficientemente intensa como para producir una revolución tecnológica que apalanque de forma sustancial una recuperación de la productividad. En un mundo donde los salarios son cada vez más bajos, es más rentable para el capital seguir produciendo bajo las mismas condiciones que “gastar” en nuevas tecnologías. Por lo tanto, los nuevos avances encuentran serias dificultades para ingresar de lleno en el mundo de la producción y convertirse en un factor dinamizador del desarrollo de las fuerzas productivas. Al contrario, el sueño de un mundo dirigido por un microchip con un algoritmo podría trocarse, de la noche a la mañana, en un crack bursátil que pondría a la economía mundial en una lisa y llana recesión. Así, en las perspectivas económicas para el año 2026, The Economist señala que “una recesión pondría de manifiesto las vulnerabilidades del panorama económico y geopolítico actual, al debilitar aún más la hegemonía estadounidense, socavar los presupuestos gubernamentales y agravar los instintos proteccionistas”.6  

En segundo lugar, hay varios índices que alertan de una caída de la productividad en China, uno de los motores económicos mundiales que han evitado que la dinámica global del capitalismo no derive a una depresión similar a la de la década de 1930. Y, en tercer lugar, la presión que las deudas públicas imprimen sobre los gobiernos con los riesgos políticos que eso implica y la incertidumbre que trae para la dinámica económica.  

Pero fue sin dudas la guerra de aranceles desata por Trump lo que enfrío aún más las previsiones de crecimiento económico. El informe del FMI señala que provocó un clima global de incertidumbre sobre cómo terminaran efectivamente siendo las tasas arancelarias, poniendo a la defensiva a los inversores. Así, en su reciente informe, el organismo plantea que “el shock arancelario está haciendo mella en las flojas perspectivas de crecimiento. Se proyecta que el crecimiento mundial se desacelere en el segundo semestre de este año, y que apenas registre una recuperación parcial el próximo año. Frente a las proyecciones del informe WEO de octubre de 2024, esto equivale a una pérdida acumulada del producto mundial de alrededor del 0,2% para fines de 2026”. (FMI: 2025).   

En conclusión, la previsión económica mundial oscila entre una perspectiva de crecimiento menor a la del 2025 y el peligro del estallido de nueva crisis de magnitudes. Por lo tanto, en cualquiera de los escenarios, todas las tendencias hacia la desestabilización, la ruptura de equilibrios entre Estados producto de la guerra comercial, las peleas por los recursos naturales y la conquista de territorios ricos en ellos, se ven confirmados y serán un aliciente para seguir encendiendo la lucha de clases.  

  1. EEUU, revanchismo imperialista y extrema derecha 

Al inicio del informe señalamos que una de las dos novedades políticas del 2025 era la vuelta al poder de Trump. En este apartado queremos dejar sentadas algunas características generales que pueden apreciarse de su segundo mandato en lo que va de este año. 

De todas las notas características que fue adquiriendo la nueva administración de Trump es su rasgo de gobierno de “revancha imperialista” el que permite apreciar más de conjunto su accionar internacional, esto es, la búsqueda de recuperar la posición de dominio mundial que EEUU supo tener durante toda la segunda mitad del Siglo XX tras la victoria en la Segunda Guerra Mundial. En esa pretensión histórica se inscribe la política mundial de la nueva extrema derecha que llegó al poder en Washington. Por eso se trata de una política nacional-imperialista, que busca jerarquizar los intereses de EEUU como nación capitalista frente a otros países y como se trata de una potencia mundial, esa política nacional tiene una orientación imperialista, de buscar una mayor dominación, control y opresión sobre los demás países del mundo.  

Las provocaciones sobre anexionar Groenlandia, tomar el control del Canal de Panamá, cambiar el nombre al Golfo de México, son parte de un plan hegemónico de EEUU luego décadas de declive como potencia mundial. Un intento de recuperar poder frente al creciente poder de China, al que el propio Departamento de Estado norteamericano calificó como rival estratégico.

Se trata de una orientación que se presenta como intentando poner el freno de mano a la decadencia global de EEUU y que amenaza con acelerar de golpe hacia el enfrentamiento con su principal competidor internacional: China. Como parte del objetivo de detener su declive, EEUU busca incrementar los niveles de expoliación y sometimiento de los países menores que hacen a la órbita de su dominación imperial, como los de América Latina. De ahí, por ejemplo, los útiles servicios que un personaje cipayo como Milei le presta a Trump mostrándose como su adalid mundial.  

Por lo tanto, el nuevo gobierno de Trump viene a configurar toda una novedad del tablero político internacional y se introduce como un factor conservador agravado a las ya tendencias reaccionarias que llevan desarrollándose hace años de la mano de los fenómenos políticos de extrema derecha que crecen en el mundo. Así, parte fundamental de la política de los socialistas revolucionarios es impulsar en EEUU y en todo el mundo la más amplia unidad de acción en las calles para hacerle frente a todos estos ataques, que van desde la represión y expulsión de inmigrantes, la restricción a las libertades democráticas, el ataque al movimiento de mujeres y personas LGBT, a los derechos sociales contra las contrarreformas laborales, jubilatorias y educativas, etc.  

  1. La Generación Z irrumpe en las calles 

El año 2025 va a quedar en el registro de esos en el que se superpusieron a nivel internacional una multiplicidad de protestas sociales. Se trata de movilizaciones masivas que cruzan el orbe por múltiples razones y que no están aparentemente conectadas, pero que tienen un fondo común: son la respuesta global a la agresividad persistente y creciente del capitalismo y sus expresiones cada vez más bárbaras y cruentas. Todo un signo de que el mundo se vuelve cada vez más hostil e inhumano, pero que las y los trabajadores, los pueblos oprimidos y los jóvenes no quieren seguir soportando esta realidad. Y por eso se rebelan, luchan con enormes fuerzas, como vimos en la tenaz y radicalizada rebelión de Nepal y asumen la causa del pueblo palestino como una bandera mundial de los explotados y oprimidos.  

Como ha sucedido a lo largo de la historia de la lucha de clases, los de abajo deciden rebelarse en primer lugar cuando sus condiciones de vida se vuelven intolerables y sobre esa marcha comienzan a adquirir una mayor compresión de las tareas que tienen por delante para emprender una profunda transformación que resuelva la situación de fondo que los condena a la miseria.  

Un primer rasgo que podemos apreciar es que la gran mayoría de las protestas que plagan las calles del mundo son en su mayoría de jóvenes. Se trata de lo que se viene dando en llamar “Generación Z”. Una nueva generación que nació entre 1997 y 2012 y que tienen la particularidad de ser “nativos digitales”, es decir, que se criaron en un mundo donde ya de niños estamos literalmente al alcance de la mano del universo de internet y las redes sociales, esto es, una enorme ventana hacia mundo y una poderosa herramienta de comunicación.  

Ahora bien, si seguimos coordenadas más bien geográficas, encontramos que muchas de ellas se dan en el sur de Asia, de ahí que se esté hablando de una “Primavera Asiática”, en comparación con la oleada de levantamientos de masas que se dieron en 2011 conocido como la “Primavera Árabe”. La lista de países es amplia y sigue creciendo. Una de las primeras de dio en 2024 en Kenia, cuando los jóvenes salieron a las calles contra una ley que subía los impuestos, utilizando las redes sociales como X, TikTok e Instagram. Tras semanas de lucha en las calles, donde llegaron a irrumpir en el parlamento, lograron la caída de la ley.  

Luego vino el gigantesco levantamiento en Bangladesh, en junio de 2024, cuando miles y miles de estudiantes tomaron las calles contra una reforma del sistema de cuotas en el empleo público. La profundidad del proceso permeó entre algunos sectores de trabajadores, habilitando el ingreso a la lucha del sindicato de médicos y textiles, un sector clave de la industria. El hecho de que la protesta tenga como eje el reclamo por un acceso democrático al empleo público expresa las dificultades que tiene la juventud de obtener un empleo privado en buenas condiciones.  

Pero esas apenas fueron las primeras expresiones, en tanto que este 2025 las protestas, con desigualdad grado de masividad y radicalización, se extendieron a multitud de países: Nepal, Madagascar, Marruecos, Perú, , Filipinas, Paraguay y gran parte de los países de Europa. Que se trate de la generación más joven de la sociedad la que este protestando habla de un rasgo de su condición social: son quienes menos trabajo tienen o lo tiene de forma muy precaria y son mayoritariamente pobres, careciendo de servicios sociales como una buena atención en salud. En Marruecos una de las demandas centrales fue por la salud, frente a los gastos millonarios en los preparativos del Mundial de Fútbol del 2030. También son los más jóvenes quienes viven en viviendas y barrios más precarios, donde las condiciones materiales de la vida diaria se juegan en la supervivencia y no hay ninguna posibilidad de planificación de una vida para mejor en el futuro.  

Las distintas “ilusiones” que en otra época el capitalismo podía difundir para alimentar cierta “esperanza” están deshilachadas: ya no hay perspectiva de ascenso social por la vía de la educación, tampoco se esperan que “lleguen inversiones” que hagan crecer la economía y los partidos políticos tradicionales se ven envueltos en reiterados casos de corrupción y aplican duros ajustes sobre las poblaciones. Hay poco y nada en qué creer. De ahí que emerjan con fuerza alternativas demagógicas de extrema derecha que, construyendo chivos expiatorios, explotan el malestar y la bronca de millones con promesas inmediatistas y reaccionarias.  

Pero como contracara también crece un cuestionamiento al capitalismo por la vía de observar como una pequeña minoría de empresarios concentran ganancias multimillonarias mientras las grandes mayorías se empobrecen. Es decir: hay una mayor compresión de que la desigualdad está vinculada con la brutal concentración de la riqueza y por la tanto la demanda social de poner fuertes impuestos a los ricos se extiende en distintas país, como en las manifestaciones de Francia.7

Pero incluso los cantos de sirena de los extremistas de derechas no alcanzan para contener la necesidad imperiosa de pasar a la acción y de ahí que estemos viendo cómo millones de jóvenes de las capas más empobrecidas de la clase trabajadora salen a protestar en las calles.  

  1. La causa palestina recorre el mundo 

La humanidad ha sufrido horrores reiteradas veces en su historia. El racconto de los eventos es enorme desde época antiguas. Sin dudas el genocidio del pueblo judío por parte del nazismo durante la década de 1930-40 se inscribe entre las mayores y sino quizá, la mayor atrocidad que se haya cometido en la historia: por su masividad, por su sistematicidad, por su elaboración metódica e inhumana sin parangón. La paradoja del presente es que el propio Estado de Israel, embanderado en la historia y la memoria del pueblo judío, es el que esté cometiendo un verdadero genocidio. Una matanza aberrante a pleno cielo abierto en nombre de la libertad del pueblo judío. Una masacre que es apoyada por las grandes potencias imperialistas como EEUU y sus aliados de Europa y que, aunque algunos gobiernos se han posicionado de forma crítica, en los hechos toda la burguesía y sus Estados a nivel global han permitido que Israel avance en su proceso de colonización genocida.  

El desarrollo de los acontecimientos desde la implantación del Estado de Israel en 1948, hasta la avanzada brutal desatada el 7 de octubre de 2023, fue exponiendo con mayor evidencia ante los ojos de millones en el mundo que la propia existencia de este verdadero enclave colonial de terror es incompatible con la del pueblo palestino y su derecho a vivir de forma digna y en paz. Que la razón de ser del Estado de Israel desde su origen hasta la actualidad es barrer del mapa al pueblo palestino. Toda su historia de matanzas es una prueba categórica de esto.

La constatación creciente de que el objetivo de Israel es el genocidio del pueblo palestino fue despertando una profunda indignación entre los explotados y oprimidos del mundo, confirmando, una vez más, que la liberación del pueblo palestino se trata de una lucha internacional, de la clase trabajadora y los explotados y oprimidos del mundo. Y esto no es una declamación sino un hecho que la propia lucha de clases está demostrando: como no sucedía hacía décadas, la lucha de un pueblo oprimido se vuelve una causa internacional que hace emerger las fuerzas de capas crecientes de la clase obrera y la actividad de la juventud y el movimiento estudiantil. Así, en los últimos meses hemos visto como decenas de movilizaciones gigantescas han poblado las calles de muchos países del mundo denunciando el genocidio en Gaza.  

Entonces, como estamos presenciando, no son las acciones de los gobiernos del mundo, en su mayoría cómplices directos del genocidio, la que pueden colaborar con la liberación del pueblo palestino, sino las fuerzas de los explotados y oprimidos las que tienen la capacidad de derrotar la ocupación del Estado de Israel. De todas las acciones que hemos visto estos meses e incluso años, la huelga general política en Italia ha sido la más importante y tiene una trascendencia histórica internacional.  

  1. La huelga política en Italia en apoyo a Palestina 

Cuando en el 2024, miles de estudiantes en distintos países del mundo realizaron acampadas en las universidades se comparó esta nueva acción por la causa palestina con el proceso de movilizaciones contra la guerra de Vietnam en la década de 1970. No era para menos la comparación: la juventud de los países imperialistas se sumaba a la palea por la causa de un pueblo oprimido y le exigía, como ahora, a sus propios gobiernos y Estados, que dejen de intervenir y colaborar con el Estado opresor y asesino del propio pueblo oprimido y masacrado.  

El proceso de acampadas comenzó en EEUU, corazón del imperialismo, con más de 100 acampes en las principales universidades del país. A partir de ahí se expandió al Reino Unido, Francia, México, Japón, Canadá, Australia, Suiza, Alemania y en España, en cuestión de días, llegó a extenderse a más de 30 universidades8. Toda una nueva generación de jóvenes que hacían, en su mayoría una primera gran experiencia de lucha política por una causa histórica.  

Ahora, esa fuerza de la juventud se está expresando en las movilizaciones por palestina y nos parece importante destacar el caso del Estado Español, donde se convocó a una “huelga estudiantil” el pasado 2 de octubre, donde varios miles abandonaron las aulas y salieron a las calles. Una acción que se da luego de que el 14 de septiembre una enorme manifestación en Madrid logró impedir que se realicé “La Vuelta”, una prestigiosa carrera de ciclistas donde iba a competir el equipó israelí. Un evento que tuvo una amplia repercusión internacional y mostró como el apoyó al pueblo palestino estaba creciendo hacia franjas de masas de la población española, transformándose una verdadera cuestión política.  

Movilizaciones impresionantes e históricas también se dieron en Alemania, Países Bajos, Bélgica, Reino Unido, Irlanda, etc. Y en menor medida, aunque de las más grandes hasta el momento en Argentina, producto de la enorme repercusión que tuvo el secuestro por parte de Israel de 4 activistas argentinos de la Flotilla Sumud Global.  

Por otro lado, y de una manera aún más profunda, vimos durante la primera semana de octubre un evento histórico: una huelga general en Italia contra el genocidio el Gaza y en apoyo a la Flotilla Sumud Global. Se paralizaron rutas, puertos, salud, educación, entre otros sectores que permitieron que decenas de miles en todo el país tomaran las calles. Un evento que no se ve todos los días: una huelga política de alcance internacional. Una imagen que parece de otra época histórica, en donde la clase obrera tenía mayores niveles conciencia, organización y combatividad. Pero ahí está, ante los ojos del mundo, frente a millones a través de la prensa y de las redes sociales. Un ejemplo espectacular de la intervención consiente, solidaria, decidida y dispuesta a una lucha en serio, de la clase obrera de un país central y referente de la lucha de clases en la historia.  

En primer lugar, la huelga se destacó por su masividad. Una paralización importante de los lugares de trabajo que primero convocó un sindicato minoritario, USB, y que el desborde en las calles presionó al sindicato mayoritario, la CGIl a convocar la huelga del viernes 4/10. Es decir, la burocracia sindical ligada a los empresarios no tuvo la iniciativa, sino que fue la presión del movimiento de masas la que le arrancó la convocatoria y eso permitió que millones realicen la huelga y que 2 millones tomaran las calles ese mismo día.  

En segundo lugar, tuvo participación masiva de la juventud, que nutrió las movilizaciones obreras, gestando en la calle la alianza estratégica entre la clase trabajadora y el movimiento estudiantil. El tercer elemento fue que replicaron la idea, proveniente de Francia unos días previos, de “Bloquear todo”, es decir, de apelar a la acción directa como medida efectiva para forzar la paralización del aparato productivo y de la actividad “normal” de la sociedad. Un paso más y categórico en el proceso de radicalización política del movimiento.  

Si algo ha llevado a este ascenso de la lucha de clases alrededor de la cuestión palestina es una conclusión que crece: que sólo la acción independiente de la clase trabajadora y las masas puede detener el genocidio y liberar al pueblo palestino. Esto es, sólo mediante la huelga general política, las movilizaciones de masas en las calles, los bloqueos y piquetes, las asambleas y la autoorganización es posible poner contra las cuerdas a los gobiernos del mundo y forzar al Estado de Israel a parar la matanza y retroceder.  

Masividad, unidad obrero-estudiantil, acción directa, lucha en las calles. Todos elementos propios de un ascenso revolucionario, aunque aún hoy, evidentemente se presentan en su forma embrionaria y como posibilidades en caso de desarrollarse y profundizarse. Pero de extenderse esta dinámica por el resto de Europa y en Medio Oriente y más allá podría producirse algo semejante que conmocione efectivamente las bases actuales del sistema de dominación capital-imperialista y derrote la ofensiva genocida del Estado de Israel.  

  1. Trump quiere de Palestina una nueva colonia  

Tras dos años de masacre en Gaza y luego de intensas movilizaciones en todo el mundo, en octubre se llegó a un “acuerdo” de cese al fuego, la liberación mutua de prisioneros, el retiro de las tropas de Israel de Gaza y el ingreso de ayuda humanitaria.   

Sin embargo, mirada de conjunto, la propuesta de un “Acuerdo de Paz”, se trata de un intento de imponer toda una serie de condiciones de sometimiento al pueblo palestino. Una verdadera extorsión redactada en conjunto entre Israel y EE.UU. De hecho, el plan implica negar terminantemente a los palestinos gobernar su propio país, y para eso se formaría una suerte de protectorado, controlado por una “fuerza internacional”, es decir, el propio EE.UU., junto al Reino Unido, Israel y probablemente varios de los gobiernos árabes que han sido cómplices del genocidio todo este tiempo. Además, implica cederle grandes territorios de la Franja (más de un 10%) a Israel bajo la excusa de establecer un “corredor de seguridad”.  

Un plan, por otra parte, que ha tenido el apoyo de Macron, el nuevo Papa y gran parte de las principales potencias imperialistas, como Rusia, que bajo ningún punto de vista quieren sacar los pies del plato del orden imperialista mundial dictado por EEUU. Como señalamos antes: la liberación del pueblo palestino sólo vendrá de las movilizaciones de la clase trabajadora y los explotados y oprimidos del mundo.  

  1. La tendencia a la guerra y el rearme militar  

Como parte de esta nueva disputa por un nuevo orden global, en los últimos años vienen aumentando las confrontaciones militares, donde la guerra entre Rusia y Ucrania se ha transformado en el principal conflicto bélico de este nuevo período. La novedad de la situación actual es que EEUU de la mano de Trump busca resolverlo entregando a Ucrania a las manos de Rusia mediante una fuerte presión y extorsión. Mientras escribimos este informe se hizo público que Trump “ofreció” a Zelenski un “acuerdo” que es, de hecho, la completa rendición de Ucrania, en lo que implica la sesión de los territorios ocupados por Rusia y la limitación de su ejército, entre otras condiciones.  

Un acuerdo que no sólo pone a la nación ucraniana contra las cuerdas, sino que también coloca a Europa ante una disyuntiva histórica y decisiva: tomar el relevo completo de EEUU en lo que hace a sostener económica y militarmente la guerra contra Rusia o aceptar los términos que propone Trump y dejar sentado un peligroso antecedente de derrota militar en territorio europeo frente a un agresor externo.  

Desde la OST sostenemos que el pueblo y la nación ucraniana tienen todo el derecho a su autodeterminación, a no ser gobernados ni “tutelados” por una potencia imperialista y por lo tanto nos oponemos a la invasión de Rusia. Pero al mismo tiempo rechazamos la injerencia imperialista de EEUU y la OTAN que buscan profundizar los lazos de sometimiento de Ucrania a sus intereses y necesidades geopolíticas. Sólo una política independiente de ambas potencias imperialistas puede colocar en primer plano los intereses y derechos de los trabajadores y el pueblo ucraniano a ejercer de forma libre y soberana su derecho a la autodeterminación.   

Por otro lado, los gobiernos de Europa, en particular tras la invasión de Rusia a Ucrania han incrementado su inversión militar, iniciando una carrera de armamento que no se veía hace décadas. A la cabeza de esta política se encuentra Alemania que anunció el mayor plan de rearme militar desde la Segunda Guerra Mundial, superando a Francia y el Reino Unido en inversión en los próximos años. Por lo tanto, nos enfrentamos a un nuevo período los Estados capitalistas se preparan militarmente para enfrentamientos a gran escala y para eso aplican duros recortes en partidos presupuestarias para derechos sociales, incrementan los gastos en guerra y aplican medidas para aumentar el número de sus ejércitos, como ahora pretende Macron al anunciar un servicio militar voluntario remunerado.  

  1. EEUU y la injerencia imperialista en América Latina 

En el informe de la situación internacional de diciembre de 2024 señalábamos que América Latina estaba atravesando un período político más a la derecha y conservador que el vivido durante la primera década del Siglo XXI. Que, si bien tenía gobiernos de signo político heterogéneo, desde Boric con su perfil progresista moderado, pasando por todo tipo de matices hasta Milei, como expresión más a la derecha, todos eran síntomas de un momento de la lucha de clases más a la baja que el protagonizado por el movimiento de masas durante el período anterior.  

Transcurrido el 2025 podemos apreciar algunos elementos de continuidad y de otros de ruptura. En términos generales la situación política sigue teniendo fuertes tensiones hacia la derecha. El desplome electoral del gobierno de Boric en Chile frente a todos candidatos a su derecha política hablan de la tónica de los asuntos. Pero sin dudas el elemento más reaccionario de la región se introdujo con la vuelta al poder de Trump y su redoblaba injerencia imperialista en todos los países.  

Enmarcado en la pelea global contra China, Trump resolvió dar un giro abrupto hacia América Latina en lo que hace a intensificar la presencia de EEUU en los asuntos continentales. El objetivo es claro: detener el avance comercial y económico de China sobre la región, al mismo tiempo que operar de forma directa para garantizar todo tipo de imposiciones a distintos países para hacer suculentos negocios con los empresas y grupos de inversión norteamericanos. Un giro que se viene denominando como “Doctrina Donroed”, en alusión a la Doctrina Monroe instaurada a partir de 1823 donde EEUU delineó su política colonial hacia el resto de América poniendo a las potencias europeas como sus enemigos a expulsar. Hoy las cosas son al revés, un imperialismo en retroceso en la región como es EEUU proclama su “derecho a mandar” en la región, de forma defensiva frente a China, pero redoblando su prepotencia hacia los países del continente.  

El primer ataque imperialista fue cuando el 1 de abril Trump anunció la suba generalizada de aranceles a prácticamente todos los países del mundo. Toda una provocación que buscó poner contra las cuerdas a todos los gobiernos de la región para luego negociar condiciones comerciales aún más asimétricas, como los casos de Ecuador, el Salvador, Guatemala y Argentina. Pero las cosas no quedaron ahí. En Argentina el gobierno Norteamérica “rescató” de una caída en picada a Milei, pero con esa maniobra consiguió la sumisión completa del gobierno argentino a sus dictados, decretando una no tan virtual intervención de la nación y sus asuntos políticos y económicos en un nivel de injerencia en los asuntos internos nunca vistos en la historia.  

Por otro lado, se cuentan todas las provocaciones y bombardeos a más de 20 lanchas en las costas de Venezuela con el pretexto del “narcoterrorismo”, en lo que configura una incursión sin precedentes, apostó su portaviones más moderno y poderoso en el Mar Caribe, en el marco de la “Operación Lanza de Sur”, con casi una docena de barcos de la Marina. Una provocación militarista que rechazamos y sostenemos la total defensa del Estado venezolano y el derecho de su gobierno, al que no damos ningún apoyo político, a defenderse militarmente en caso de ataque por parte de EEUU.  

En resumen, se trata de una avanzada imperialista que hacía décadas que no se veía con este nivel de prepotencia y pretensión de profundizar las relaciones de opresión y sometimiento colonial. Un hecho que sólo puede traer mayores grados de explotación económica para los trabajadores, subordinación de los gobiernos a los dictados imperialistas y por lo tanto mayores ataques a las libertades democráticas. Por lo tanto, la cuestión antiimperialista cobra mayor relevancia en los asuntos actuales, así como en las peleas políticas de las y los trabajadores por sus demandas más concretas. Así, la pelea por echar al FMI y dejar de pagar las deudas externas, la no intervención en los asuntos internos de los países, son consignas que tienen que entrelazarse con las demandas más amplias y con las peleas democráticas.  

  1. La emergencia de un nuevo reformismo 

En el marco del fuerte descontento y desilusión con los partidos capitalistas tradicionales comienzan a surgir o a tomar fuerza, a su izquierda, distintas experiencias políticas. Algunas en proceso de formación como “Your Party” en el Reino Unido, a “Die Linke” en Alemania formado en 2007 y a “Democratic Socialistas of America (DSA) en EEUU, que tiene a Zohran Mamdami en el tablero político internacional en las últimas semanas, pero que tiene su fundación en 1982.  

Se trata de fenómenos políticos que emergen a la izquierda de las viejas variantes de la socialdemocracia que se fue adaptando, de punta a punta, a las políticas de ajuste, quitas de derechos y que han apoyado abiertamente el genocidio contra el pueblo palestino por parte del Estado de Israel. Un giro más a la derecha que terminó abriendo, entre cada vez más amplios sectores, un giro a la izquierda. Una dinámica que es propia de la época actual, donde la aceleración de los tiempos va acortando la experiencia política y las propias masas van operando un “proceso de descarte” que las hace ir rebotando de forma polarizada, tanto a derecha como a izquierda.

Siguiendo esta dinámica, el triunfo de Mamdani expresa una nueva búsqueda de soluciones un tanto más radicales y cuestionadoras, sino del capitalismo como sistema, de que son los empresarios los responsables de los problemas de desigualdad, lo que es una toda una novedad. Si en Argentina Milei señala a la “casta estatal” como responsable de los padecimientos sociales con el pretexto de hacer un brutal ajuste en derechos sociales que otorga el Estado, lo que millones votaron en New York es la idea de “quitar a los ricos para dar a los pobres”.  

Se trata de una votación muy progresiva que expresa un anhelo de cambio como el que tienen miles de jóvenes y trabajadores que salen a las calles del mundo a protestar contra las múltiples formas de padecimiento que impone el capitalismo. La manifestación de un deseo de un mundo más “asequible”, más vivible, y el hecho de que lo hagan votando a un candidato que se identifica como “socialista”, que diga que va a sacarle una parte de la riqueza a los más ricos para darle a las grandes mayorías, es todo un síntoma novedoso. Además, se trata de una votación en el corazón del capitalismo, en la propia New York, lo que ha generado gran impacto internacional, poniendo en el foco de la cuestión de afectar las ganancias de los ricos y capitalistas en el centro del debate político en muchos países del mundo.  

Al mismo tiempo la propuesta política de Mamdani tiene fuertes límites. En primer lugar, que, si bien es parte del DSA, actúan en los marcos de Partido Demócrata, un partido pilar de la dominación capitalista y por lo tanto un corset de hierro para avanzar en un cambio sustancial del orden social. En segundo lugar, el programa de Mamdani es progresivo y hace parte de un programa de lucha por el cual hay que dar una enorme pelea política, pero no deja de ser un programa de reformas sociales al interior de la sociedad capitalista. Si la consigna de que los ricos paguen más impuestos la compartimos, como socialistas revolucionarios, la situamos como un “puente” para señalar a los verdaderos culpables de la desigualdad social, que son los capitalistas.  

Por otro lado, la llegada a la Alcaldía de New York de Mamdani plantea la cuestión de si ese “lugar de poder” alcanzará por sí sólo para realizar esos cambios. En ese aspecto señalamos dos cuestiones: que sólo se podrá conquistar esas demandas si hay un verdadero proceso de movilización social que ponga a los grandes grupos de poder contra las cuerdas. Y en segundo lugar señalamos que en sí mismo eso no alcanzará para resolver los grandes problemas sociales y que, por lo tanto, hace falta un programa de transformación social estructural, esto es, verdaderamente socialista, que implica la nacionalización de las grandes empresas y los recursos naturales bajo un Estado gobernado por las y los trabajadores. Un programa que sólo puede desarrollarse construyendo no un “ala izquierda” de un partido burgués como es el Partido Demócrata, sino un partido socialista revolucionario de las y los trabajadores y la juventud.  

  1. Agitación política y construcción de partido 

Las guerras y los genocidios son dos de las formas más extremas de la barbarie del sistema capitalista. Expresiones de brutalidad social que en la actualidad estamos viendo volver con todo y que las tensiones imperialistas en el mundo, entre Estados Unidos, China y Rusia, sólo prometen que recrudecerán. A la misma crueldad de la guerra y el genocidio se le superponen la agresividad de la miseria social, la precarización y la falta de empleo, los bajos salarios, las condiciones de superexplotación laboral, la violencia patriarcal, la maquinaria de contaminación y expoliación de la naturaleza que lleva de forma intensa y recurrente a catástrofes climáticas y una larga lista de padecimientos que afecta a la mayoría de la humanidad.  

Estos padecimientos que el capitalismo está provocando sobre millones en el mundo se están volviendo cada vez con más fuerza en un alegato contra sí mismo. Por eso, desde la izquierda, desde el socialismo revolucionario tenemos que volver a plantear de forma clara y a viva voz la necesidad de una transformación global del orden mundial. Un cambio de fondo que barra con el capitalismo y corte de raíz una estructura social que sólo produce guerras, genocidios, destrucción de la naturaleza y un sinfín de sufrimientos a las grandes mayorías.  

Es decir, hay que volver a colocar con fuerza en la agitación política la cuestión del socialismo. No como un cuestión ideológica, teórica, desprendida de la realidad social actual, sino como la consecuencia de una necesidad histórica que tiene la clase trabajadora para resolver los grandes y graves problemas de la sociedad. Como el producto de una conclusión categórica: el capitalismo ha demostrado que no puede resolver los principales padecimientos de la humanidad, e incluso ahora se está volviendo más hostil y un factor destructivo de los principales avances de la civilización. Su propio funcionamiento se está exponiendo como un juicio antes millones en el mundo, de que ya no tiene utilidad histórica para poder volverse progresivo. Y por eso despierta la idea, cada vez con más fuerza, de la necesidad de luchar por otro sistema social. Es tarea de los revolucionarios, entonces, volver a colocar el socialismo como una horizonte posible y necesario para la supervivencia de la humanidad.


  1.  Nora Bar, “La edad de la indignación”. 19 de marzo de 2021. Ver: https://www.lanacion.com.ar/opinion/la-edad-de-la-indignacion-nid19032021/   ↩︎
  2. Decimos “estallidos revolucionarios” para referirnos a grandes irrupciones de masas, con elementos de radicalización, de métodos de acción directa, que tiran abajo gobiernos, etc. Pero las diferenciamos de las revoluciones en que estas hay un salto en calidad en tanto las masas llegan, además, a establecer organismos propios de poder, como los soviets en Rusia y formas de “doble poder” similares. ↩︎
  3. Godin, Romaric, “¿Hemos entrado en la era de la “geoeconomía” ?, 24/05/2025. Viento Sur. Ver: https://vientosur.info/hemos-entrado-en-la-era-de-la-geoeconomia/   ↩︎
  4. Roberts, Michel, Depresión y destrucción creativa, 24/10/25. Blog: Michael Roberts Blog – blogging from a marxist economist ↩︎
  5. Informe del FMI, “Perspectivas de la economía mundial”, octubre de 2025. ↩︎
  6. How markets could topple the global economy, The Economist, 13 de noviembre de 2025. ↩︎
  7. Desde la OST (Organización Socialista de los Trabajadores) realizamos nuestra campaña electoral en las municipales de La Plata y Ensenada (Provincia de Buenos Aires) tomando este planteo progresivo de “fuertes impuestos a los capitalistas”, como un medio para señalar su responsabilidad en los graves problemas sociales que tenemos los trabajadores, al mismo tiempo que para romper con la idea de que sólo es posible más ajustes y recortes de derechos porque “plata no hay”, como dice Milei. ↩︎
  8. Un elemento a destacar es que entre las acampadas españolas se forjó una coordinación que llegó a conformar un informe de las empresas que tienen vínculos con el Estado de Israel, dando cuenta del apoyo de gran parte de la burguesía al genocidio en curso.    ↩︎

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